En medio de una semana cargada de tensión cambiaria, con un dólar blue que tocó los $1.350 y una intervención oficial que volvió a encender alarmas, el ministro de Economía, Luis Caputo, salió al cruce de las críticas y respondió, sin intermediarios, desde su cuenta de X (ex Twitter). Lo hizo frente al comentario de un usuario que pidió explicaciones técnicas sobre el reciente desarme de las Letras Fiscales de Liquidez (LeFi), una jugada del equipo económico que, según coinciden analistas y operadores, desató una nueva oleada de demanda de dólares.
Lejos de evadir el tema, Caputo ofreció una detallada -y poco habitual- explicación técnica en un posteo que se viralizó rápidamente. El funcionario reconoció de forma implícita la mala praxis del Gobierno al discontinuar las LeFi sin prever del todo su impacto: "Sin problema", comenzó su respuesta. "Las LeFi se suponía que los bancos las iban a canjear por Lecap. Pero los bancos, temerosos de perder la liquidez diaria, no fueron con todo y prefirieron hacer numerales. Al sobre encajar todos al mismo tiempo, estaba claro que eso iba a derivar en una baja de la tasa corta, por lo cual el Banco Central empezó a absorber esa liquidez excedente", escribió.
Con ese diagnóstico, Caputo dejó en evidencia una secuencia de hechos que el propio mercado calificó como un "tiro en el pie": la eliminación de un instrumento clave como las LeFi, el fallido intento de migrar ese dinero al Tesoro a través de Lecap, y el efecto inmediato en el mercado: sobreliquidez, tasas por el piso y presión sobre el tipo de cambio. Lo que pretendía ser un ordenamiento técnico de los pasivos remunerados del Banco Central terminó generando una corrida hacia el dólar. La baja de tasas resultante de esa liquidez liberada empujó a bancos, empresas e inversores a cubrirse en moneda dura.
Fue entonces cuando el propio BCRA tuvo que volver a escena para absorber -en sólo tres días hábiles- más de $5 billones. Una muestra clara de que, pese a los discursos, el plan de "cierre del grifo monetario" no estaba tan aceitado. "Ahí surgió que los bancos mismos nos pidieran la LICI que anunciamos el lunes", agregó Caputo, refiriéndose a la nueva herramienta lanzada de forma apurada para corregir el descalabro. En ese punto, el ministro justificó la necesidad de que el Tesoro absorbiera la liquidez: "La absorción vía licitación del Tesoro es mejor opción, porque son pesos que van a la 2020", en referencia a la cuenta bancaria donde se inmovilizan los fondos del Estado.
Y remató: "Pero en el mientras tanto, ya que esos pesos liquidan el viernes próximo, el BCRA absorbió 5 billones en los últimos 3 días hábiles, siendo que la prioridad siempre fue, es y será que no sobren pesos, de manera de consolidar el proceso de desinflación que estamos transitando". En el mercado, la lectura fue clara: el Gobierno subestimó el impacto de su propia jugada. La eliminación de las LeFi -títulos que cumplían un rol similar a las antiguas Leliq- dejó un bache monetario que la licitación de Lecap no logró llenar. De los $10,2 billones que quedaron libres, una porción relevante fue a presionar el mercado de cambios.
La consecuencia fue inmediata: escalada del dólar paralelo, caída del carry trade, mayor expectativa de devaluación y regreso del Banco Central a la escena con mecanismos que se habían prometido abandonar. En paralelo, el Tesoro debió apurarse a lanzar una licitación fuera de cronograma, mientras el BCRA volvió a ofrecer pases pasivos, es decir, deuda de corto plazo con remuneración directa. El resultado fue una recuperación parcial de las tasas de interés y una intervención agresiva en el mercado de futuros del dólar, donde se calcula que se vendieron más de USD 600 millones en apenas dos días.
Lo llamativo del caso es que Caputo haya salido a dar explicaciones. Y no en una conferencia de prensa, sino en redes sociales. Lo hizo no sólo para despejar dudas técnicas, sino también para calmar los ánimos en un mercado que, por estas horas, huele sangre. La respuesta parece más un intento de control de daños que un sincericidio honesto. Caputo reconoce que el plan no salió como esperaban, pero no termina de asumir el costo político y económico que esa decisión tuvo.
El Gobierno tuvo que retroceder con urgencia, volver a colocar pasivos remunerados vía el BCRA, y emitir nueva deuda en pesos a tasas más altas para evitar que el tipo de cambio supere los $1.300. Con la cosecha gruesa ya finalizada, menos ingreso de dólares por el agro, y más demanda de divisas por vacaciones, importaciones y tarjetas, el margen de maniobra se achica. A eso se le suma la fragilidad política: un oficialismo cada vez más encapsulado y un escenario legislativo complejo de cara a las elecciones.
Algunos economistas ya se animan a trazar paralelos con la crisis de 2018. Aquel año, el gobierno de Mauricio Macri también subestimó la salida de capitales, priorizó el equilibrio fiscal sobre la consistencia monetaria y terminó recurriendo al FMI. La gran diferencia hoy es el superávit fiscal y Vaca Muerta, pero los síntomas de sobreliquidez, presión cambiaria y soledad política comienzan a coincidir peligrosamente. El mercado ya no compra discursos, exige resultados. El error de las LeFi dejó expuesta la fragilidad del esquema actual, que apuesta todo a la desinflación como ancla, pero que todavía no puede evitar sobresaltos cuando falla la ingeniería técnica.