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Siempre disruptivo

Gerardo Romano, doble estreno y una verdad que incomoda: reír para no volarse "la tapa de los sesos"

El actor debuta con su protagónico en la obra El Secreto. Además, en la misma semana saldrá la serie En el Barro, donde también trabajó.

08 Agosto de 2025 12:48
Rodrigo Noya, Gerardo Romano, Ana María Picchio y Gabriela Sari.

Gerardo Romano no pierde vigencia como actor y en los próximos días tendrá dos estrenos relevantes para ofrecer, con la serie En el barro -spinoff de El Marginal-, y el 20 de agosto con el debut de su protagónico en la obra El Secreto, que dirige Manuel González Gil en el teatro Multitabaris, y en la que está acompañado por Ana María Picchio, Gabriela Sari y Rodrigo Noya.

En diálogo con BigBang, Romano destacó la risa como un factor fundamental a la hora de afrontar la durísima realidad social que atraviesa la Argentina y para salirse de un presente agobiante para quienes menos tienen. Además de repasar lo que se viene, el actor se metió en temas muy duros, como el genocidio que sufre la población de Palestina por la invasión del Estado de Israel y la falta de moralidad de los productores que tiran alimentos cuando hay gente que se muere de hambre.

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En ese sentido, también contó sobre sus acciones solidarias en las que entrega entradas de la obra Un judío común y corriente, que protagoniza hace años, a sectores dañados económicamente, como los jubilados y los discapacitados, mientras que recordó casos en los que fueron personas en extrema pobreza que creían que nunca verían algo así.

Se viene otro estreno, un estreno más en tu larga carrera teatral. ¿Cómo te encontró El Secreto a nivel profesional?

- Doble estreno. En el barro y El Secreto, en la misma semana. 

Gerardo Romano protagoniza El Secreto, de Manuel González Gil.

Venís curtido para poder encarar esto.

- Curtido sí, es un adjetivo que me cabe.

¿Con qué se va a encontrar el espectador que venga a ver El Secreto?

- Con mucho trabajo. Con un buen, intenso y minucioso trabajo. Con actores con muchos elementos para poder desarrollar un trabajo, como son la Picchio y los dos chicos. Una comedia a la cual creo que le hemos puesto los condimentos necesarios para que sea muy atractiva. Por lo menos a nosotros nos atrae cómo la actuamos, lo que nos pasa, pasarla bien, divertirnos, reírnos con algo inherente a la historia que estamos contando.

En El Secreto hay un tratamiento de la verdad tan descarnado que lo único que te pega es reírte, porque si te lo tomás totalmente en serio te tenés que volar la tapa de los sesos"

Que el que cuenta el chiste se ría del chiste es, digamos, lógico, pero ya conoce el chiste. Si lo hace es para generar una atmósfera. En El Secreto hay un tratamiento de la verdad tan descarnado que lo único que te pega es reírte, porque si te lo tomás totalmente en serio te tenés que volar la tapa de los sesos.

Cuánta vinculación con la realidad que está viviendo la Argentina. Esta cuestión de elegir la comedia en estos momentos de crisis es algo que suele pasar. Como que el espectador busca una salida a la tragedia cotidiana. ¿Cómo ves eso?

- Creo que lo vamos a hacer cagar de risa. No de la realidad, porque la realidad es para llorar sin freno alguno mucho tiempo; para angustiarse mucho tiempo. Así que tener otro elemento para que mueva la risa genuina e intensa, es una buena tarea ser el mensajero de esa sonrisa.

Gerardo Romano también será de la partida de En el barro, el spinoff de El Marginal.

El último miércoles, al igual que los anteriores, el Gobierno nacional, a través del protocolo de Patricia Bullrich, reprimió otra vez a jubilados, periodistas, un día antes a discapacitados. Siempre tu posición fue muy crítica respecto a este tipo de acciones. ¿Qué crees que está pasando en el país que esto no genera una conmoción tan fuerte, un rechazo por lo menos más masivo?

- Nada nuevo. Vivimos en una sociedad muy egoísta. La codicia no es un buen principio dinamizador de las relaciones sociales. Son dos números pavos: 40 millones de argentinos o 50 millones de argentinos no podemos comer en un país que produce alimentos para 400 millones. Quiere decir que hay alguien que se lleva el valor de 360 millones de la producción alimenticia y se lo llevan. Y no solo se lo llevan, sino que piden plata prestada, hacen el carry trade y se la llevan. Entonces pasa eso: que nos cogen mal. Como decía mi amiga Mónica Ayos: el rebenque hasta la lonja en seco.

En la obra Un Judío común y corriente, que protagonizás hace muchos años, ofrecés entradas gratuitas a quienes no pueden pagarla. ¿De dónde nace eso?

- De ver un día que productores de cualquier alimento que resulta, por la circunstancia del mercado, sin buen precio. Entonces, el tomate no tiene precio, lo tiro. En un país con hambre, que tiren la comida porque no pueden transformarla en guita, me parece siniestro. No tengo tomates para tirar, pero tengo butacas que me quedan vacías. Permitir que una persona de 70, 80, o 60 años, no hayan ido nunca en su vida a un teatro, porque saben que su vida en este mundo no es para ir al teatro porque no le da el bolsillo ni le va a dar.

En un país con hambre, que tiren la comida porque no pueden transformarla en guita, me parece siniestro"

Yo te muestro las cosas que me escriben. Una madre que me dice que ya sabe lo que es cuando le cae la gota de la chapa agujereada del techo y sabe lo que es estirar el pañal de su bebé que ya le salen ronchas en el culo porque lo está estirando más de la cuenta. Cuando le pasa eso sabe que nunca en su vida va a poder ir al teatro. Y de repente aparece en Instagram un ángel de la guarda que le dice: 'Vení', y se encuentra con una obra como y parece que hubiera viajado a Venus, el mambo del carajo que le agarra. Porque no va a ver una comedia poronga que no dice nada. Entra a un teatro y piensa y cree y se emociona y reflexiona. Así que es muy valioso. Yo me siento hecho con eso reconfortante.

En este marco, esta coyuntura mundial tan fuerte, lo que está sufriendo la gente que vive en Palestina, en la Franja de Gaza

- Es genocidio.

La Franja de Gaza bombardeada.

El genocidio que se está viviendo. Con hambruna intencional y todas las cuestiones. ¿Qué te genera que la humanidad esté viviendo este genocidio en público, a la vista de todos, y que pareciera que no cambia nada?

- Con el genocidio nazi todavía sin cicatrizar. Con el genocidio armenio todavía sin cicatrizar y con todos los genocidios que a lo largo de la historia han protagonizado, principalmente, los tres monoteísmos: el islamismo, el judaísmo y el catolicismo con la inquisición y las cruzadas. En Bessières, Francia, un papa un cruzado mató 20.000 personas. Estoy hablando del 1.500. Se habían refugiado en la catedral de Bessières. ¿Sabés qué hizo? El tremendo hijo de puta los cegó a todos y a uno lo dejó dejó tuerto para que pudiera guiar el enorme ciempiés de personas ciegas, condenadas en una catedral por un cruzado.

Estamos hablando de algo que sucedió hace 500 años, en el medio hubo mucho avance social. ¿Por qué podemos permitiéndose esto como manera lo que está sucediendo en Gaza? 

- Es difícil. Tenemos 200 años y pico de historia y no hemos podido elevarnos un centímetro sobre nuestra condición. Nunca ha habido una patria, un deseo de patria, una comunión empatía, solidaridad. Estamos muy lejos.