22 Mayo de 2015 09:45
La denuncia de Gabriel Levinas, que señala a Horacio Verbitsky como colaborador de la última dictadura cívico-militar, fue desmentida en parte por el diputado Felipe Solá.
El periodista del grupo Clarín, Gabriel Levinas realizó una investigación que será publicada en una biografía no autorizada de Horacio Verbitsky, en la que señala al director del CELS y periodista de Página 12 como colaborador de una de las principales autoridades de la Junta Militar que impuso el terrorismo de Estado entre 1976 y 1983.
Uno de los testimonios fundamentales de la investigación es el de Pedro Güiraldes, hijo del Comodoro (RE) Juan José Güiraldes, amigo de Verbitsky.
Según Pedro, su padre era un militar "orgánico" de la dictadura e incluso fue uno de los que redactó las bases del Proceso de Reorganización Nacional. El Comodoro, según su propio hijo, fue quien hizo de enlace para que Verbitsky terminara escribiendo algunos discursos del Brigadier General Omar Graffigna, integrante de la Junta Militar por la Fuerza Aérea desde 1979.
Además de las propias aclaraciones que realizó en Página 12 y en otros medios, Verbitsky contó con un testigo impensado: Felipe Solá. En su cuenta de Facebook, el diputado nacional del Frente Renovador dijo que Levinas se equivoca cuando dice que el Comodoro (a quien apodaban "El cadete") fue "un intelectual orgánico" del Proceso, "y Pedro se equivoca legitimando eso con su actitud".
"Conocí mucho al Cadete (el comodoro) y a su familia", aclara Solá "y lo conté siempre entre mis amigos de ley. Lo que más me atraía de su personalidad, y traté de dejarlo claro cuando me tocó hablar en su sencillo entierro en el cementerio de San Antonio de Areco, era su conciencia clara de algunas cuestiones fundamentales. El terrorismo de Estado impuesto por los militares del Proceso era indigerible para él. Destruía cualquier discusión futura sobre el honor militar y dejaba en la deshonra a las Fuerzas Armadas y a todo lo que el comodoro defendía, asociado a su compromiso con la tradición gaucha".
El diputado recuerda que "el Cadete jugó fuerte a favor de los que pudieron llegar a él para salvar su vida. No les pregunto tanto de donde venían. Los sacó del país o fue a arreglar la cuestión con los asesinos que gobernaban. Pudieron perfectamente matarlo. De hecho, por mucho menos Massera mando matar a su cuñada Elena Holmberg y a Marcelo Dupont".
Solá destaca que Güiraldes "no aflojó. Y cualquier cosa que pudiera haber hecho, como recibir a los reyes de España en su estancia o mantener relaciones cordiales con los procesistas, sirvió para que su influencia le permitiera sacar del país a perseguidos y, de paso, para que no lo persiguieran a él. Sería bueno que Pedro Güiraldes destacara eso como lo que distinguió a su padre de los demás de su círculo. Y lo separara de la Fuerza Aérea de entonces, manchada de sangre hasta las patas".