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Códigos ocultos y palabras que hieren: cómo detectar y prevenir el ciberacoso que los adultos no siempre ven

El ciberacoso se esconde detrás de perfiles anónimos y bromas "inocentes", pero deja huellas profundas en la salud mental.

por Jimena Báez

30 Abril de 2025 13:20
Ciberacoso
Ciberacoso

En un mundo donde un click puede abrir la puerta a amistades, aprendizaje y diversión, también puede ser la llave a un dolor invisible que carcome la autoestima y la vida social de miles de adolescentes. El ciberacoso —la agresión sistemática a través de redes sociales, juegos en línea y plataformas digitales— se convirtió en una amenaza silenciosa que crece amparada en el anonimato y la falta de límites en el mundo virtual.

En este contexto, BigBang dialogó con la psicóloga Lorena Ruda (MN 44247) que no sólo ayudó a entender el trasfondo del bullying en la actualidad sino que también describió la gravedad del fenómeno: "El ciberacoso es la posibilidad de agredir, de distintas maneras, sistemáticamente a alguien por las redes o juegos en línea". Y advierte que no se trata sólo de insultos o bromas pesadas: detrás de las pantallas, las heridas emocionales pueden ser profundas y permanentes.

Detrás de las pantallas, las heridas emocionales pueden ser profundas y permanentes.
Detrás de las pantallas, las heridas emocionales pueden ser profundas y permanentes.

El anonimato: el arma más peligrosa

Una de las grandes diferencias entre el bullying tradicional y el ciberacoso radica en la invisibilidad: "A veces es más frecuente en el mundo virtual ya que la víctima no tiene testigos como cuando sucede, por ejemplo, en la escuela", explicó la profesional de salud mental. Además, al resguardarse tras nombres falsos y perfiles anónimos, los agresores suelen ser más crueles y extremos que cara a cara.

Este nuevo escenario potencia los efectos destructivos en la mente de los jóvenes. "Las consecuencias apuntan directo al autoestima de las personas, fomentan las inseguridades, pudiendo generar en algunos casos aislamiento, tristeza constante, ausentismo escolar y en un extremo, depresión e incluso el suicidio", alertó Ruda. Cada caso, aclaró, depende de las herramientas emocionales y la personalidad de quien lo sufre, pero los riesgos son reales y graves.

¿Cómo protegerlos? El poder del diálogo

Frente a este panorama, el diálogo se convierte en un salvavidas. Así, Lorena destacó: "Es importante estar atentos a estas conductas en nuestros hijos para poder preguntarles y lograr que hablen de lo que les pasa". Muchas veces, los adolescentes no cuentan lo que viven por miedo, vergüenza o porque creen que los adultos no entenderán. Pero el problema no se limita a quienes son víctimas. 

Lorena Ruda remarcó: "Es importante estar atentos a las conductas en nuestros hijos para poder preguntarles y lograr que hablen de lo que les pasa"
Lorena Ruda remarcó: "Es importante estar atentos a las conductas en nuestros hijos para poder preguntarles y lograr que hablen de lo que les pasa"

También es clave prevenir que los chicos se conviertan en agresores: "Las charlas con nuestros hijos e hijas pueden ayudar a evitar que ejerzan el ciberacoso", sostuvo y remarcó algo que interpela directamente a los adultos: "Es importante como adultos revisarnos en nuestros comentarios y actitudes en relación a otras personas, porque muchas veces naturalizamos conversaciones delante de nuestros hijos que, sin querer, habilitan conductas de bullying".

Cuando las palabras duelen

La psicóloga insistió en el rol vital que cumplen los adultos tanto en la vida de quienes sufren como de quienes ejercen el ciberacoso. Para ampliar la mirada, BigBang también dialogó con Natalia Vivas, comunicadora especializada en lenguaje y adolescencia, quien ayudó a entender cómo se construyen los códigos entre jóvenes y por qué, muchas veces, el lenguaje se convierte en una forma silenciosa —pero poderosa— de violencia. 

Sus respuestas invitan a reflexionar sobre la importancia de revisar el modo en que nos hablamos y el rol de los adultos en este proceso: "El lenguaje se construye a partir de la necesidad de comunicarnos. Se copia, se imita, se inventan cosas entre pares y así surgen códigos que varían según factores como la cultura, el grupo etario, la identidad de género o el contexto", explicó. 

Cuando las palabras duelen: hay que saber distinguir cuando un chiste pasa a lastimar a una persona
Cuando las palabras duelen: hay que saber distinguir cuando un chiste pasa a lastimar a una persona

Y advirtió que los adolescentes crean sus propios universos lingüísticos con neologismos y resignificaciones: "Algunas palabras, como 'Nerea', adquieren nuevos significados". Esto incluso genera barreras entre los propios adolescentes: "El lenguaje adolescente no es igual para todos. Un fanático de La Renga no va a tener el mismo código que uno de BTS o de Martín Cirio. Tienen formas de comunicarse diferentes que incluyen referencias internas, expresiones o jergas propias del mundo al cual pertenecen o buscan pertenecer".

Pero lo que podría parecer una simple forma de hablar puede tener consecuencias profundas: "Las bromas y ciertas frases cotidianas pueden acarrear violencia simbólica imponiendo significados implícitos que legitiman relaciones de poder y marginan perspectivas alternativas, perpetuando estereotipos negativos o reforzando jerarquías sociales". 

Entonces, ¿cuándo un chiste deja de ser un chiste? La comunicadora lo explicó con claridad: "Chistes que se burlan de características físicas, de la forma de vestir o de los gustos de alguien pueden parecer triviales pero contribuyen a establecer normas tácitas sobre lo que se considera aceptable o deseable". Y citó un ejemplo concreto: "'Enano faquero', como le dice Pedro Rosemblat a Lali Espósito (y ella lo expuso públicamente en un tono divertido), si se usa fuera de un círculo de confianza y con un tono despectivo, atraviesa un límite y se transforma en acoso".

Natalia, también subrayó la ambigüedad del lenguaje y cómo el humor puede ser un escudo: "'Qué hijo de puta', mi favorita por su ambigüedad, puede usarse para destacar algo positivo o negativo, según el contexto y el tono". Pero aclaró: "Si incomoda al otro, no es un chiste. Quien lo recibe tiene derecho a poner un límite para que no se siga reproduciendo".

Según la profesional de la comunicación, las redes sociales, como amplificadoras de todo, juegan un papel clave: "Funcionan como catalizadores de la creación y viralización de nuevas terminologías". Y recordó cómo ciertos términos nacidos como bromas se vuelven códigos excluyentes: "Cuando un streamer como Martín Cirio define como 'Tatiana' a una mujer que va en búsqueda de varones en pareja o 'roba maridos', sabe el poder multiplicador de sus palabras por la cantidad de seguidores que tiene. Lo que comenzó como algo divertido termina moldeando el lenguaje en lo cotidiano. ¿Comenzó con una intención violenta? No. Sin embargo muchas veces termina resultando excluyente".

Natalia analizó el éxito reciente de Adolescencia, la serie de Netflix que pone en evidencia cómo los adultos quedan fuera del universo simbólico adolescente. "No logran identificar el verdadero significado de ciertos símbolos, y eso es justamente lo que buscan los chicos: que no los entiendan", señaló. Incluso los emojis, aclaró, pueden convertirse en formas de acoso, dentro de códigos compartidos entre pares.

Finalmente, Natalia dejó un mensaje claro sobre el rol del lenguaje en la salud mental y los vínculos: "Todo comunica. Cualquier frase que pueda representar violencia simbólica como 'calladita sos más linda' o 'no seas dramático' son expresiones que pueden afectar al interlocutor por más confianza o amor que exista en el vínculo. El lenguaje refleja quiénes somos y revisarlo cuando nos comunicamos con nuestro entorno es un acto de amor".

Los que agreden también necesitan ayuda

Sobre esto, la psicóloga Lorena Ruda, reveló una de las reflexiones más poderosas que surge en esta entrevista y que rompe un preconcepto habitual: el agresor no siempre es simplemente "el malo de la historia". Muchas veces, también es una víctima que expresa su propio sufrimiento de la peor manera. "En la dinámica del bullying, tanto el que ejerce como el que padece son personas que necesitan ayuda y atención", afirmó la profesional y continuó: "Me animo a decir que incluso a veces ponemos el foco en la víctima cuando en realidad quien ejerce el bullying quizá lo esté pasando peor emocionalmente".

El mensaje es claro: si se detectan señales de que un adolescente es víctima o muestra conductas agresivas, hay que actuar, y actuar rápido. "Es importante pedir ayuda profesional si vemos que nuestro hijo o hija tiene comportamientos agresivos, se enoja de manera desmedida o fomenta dejar de lado a otros compañeros", enfatizó.

Escuelas que se adaptan, pero aún falta

Las instituciones educativas tampoco son ajenas a este desafío. Según la psicóloga, "las escuelas están aggiornanadose con las infancias y adolescencias de hoy", ofreciendo espacios de concientización sobre bullying y ciberbullying. Sin embargo, advirtió que aún predomina una mirada punitiva hacia el agresor, cuando lo más efectivo sería comprender el trasfondo emocional de cada conducta.

Las escuelas están comenzando a adaptarse a las infancias y adolescencias de hoy, pero todavía queda un largo camino por recorrer
Las escuelas comienzan a adaptarse a las infancias y adolescencias de hoy, pero todavía queda un largo camino por recorrer

Mientras tanto, las plataformas digitales avanzan lentamente hacia políticas más firmes contra la violencia online aunque el verdadero cambio sigue estando en la educación diaria, en casa y en la escuela: "Es fundamental charlar con nuestros hijos e hijas permanentemente sobre el mundo digital y los daños que pueden generar", insistió Ruda.

La tecnología no es enemiga

No se trata de demonizar la tecnología, ni de prohibir el acceso a internet sino de acompañar y guiar. Como explicó la psicóloga, "que estemos en un momento en el que la tecnología esté al alcance de la mano, no quiere decir que vamos a ofrecerlo naturalizando su uso y negando que su abuso tiene consecuencias en las psiquis".

La sobreexposición a estímulos digitales puede afectar profundamente a los niños y adolescentes
La sobreexposición a estímulos digitales puede afectar profundamente a los niños y adolescentes

La sobreexposición a estímulos digitales —colores, velocidad de los videos, likes y estereotipos— puede afectar profundamente a los niños y adolescentes, desde generar trastornos del lenguaje y déficit de atención hasta impactar en la autoestima y la construcción de su personalidad.

Por eso, la recomendación es clara: más diálogo, más presencia, más empatía. Y recordar siempre que, detrás de cada pantalla hay una vida real, con sueños, miedos y emociones que merecen ser cuidados.

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