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La historia del Riglos, el instituto de niños al que fueron llevados hijos de desaparecidos

"Me llevaron en un un patrullero, y en el legajo de ingreso figura que fue producto de un operativo militar".

por Agustina Acciardi

24 Marzo de 2024 09:43
Instituto Riglos
Instituto Riglos

El ex Instituto de Asistencia Infantil "Mercedes de Lasala y Riglos", ubicado en la ciudad de Moreno, fue reconocido en el 2017 como uno de los lugares a donde a los hijos de desaparecidos fueron llevados durante la dictadura militar argentina, tras el secuestro ilegal de sus padres.

Del golpe que derrocó a María Estela Martínez de Perón pasaron 47 años, y durante el tiempo que estuvieron los militares al poder, muchos fueron los desaparecidos, y muchos otros también los hijos que fueron apropiados o que estuvieron en diferentes centros o institutos hasta que sus familias pudieron encontrarlos.

El ex Riglos, hoy sede de la Universidad Nacional de Moreno (UNM), alojó durante varios años a los chicos cuyos padres fueron víctimas de detenciones ilegales por parte del gobierno militar, y de la información que surge de los legajos, se sabe que algunos de los menores quedaron retenidos hasta cinco meses en ese edificio que funcionaba también por aquellos años como hogar de niños.

 

La historia del Riglos

Según la información brindada por la Universidad Nacional de Moreno, el instituto fue creado en 1868, en la Ciudad Buenos Aires. Su nombre fue elegido en homenaje a una de las figuras femeninas que contribuyó a la Revolución de Mayo y que, años más tarde, presidiría la "Sociedad de Beneficencia", responsable de las instituciones de bien público destinadas a mujeres y niños que, hasta ese entonces, habían estado a cargo de órdenes religiosas.

 

Sin embargo, en el año 1934 la historia del Instituto "Mercedes de Lasala y Riglos" cambió, ya que ese año se realizó el concurso de anteproyectos para la construcción del edificio en la localidad de Moreno, resultando ganador el arquitecto Eduardo M. Lanús.

Así, el 2 de diciembre del año siguiente se colocó la piedra fundamental y las obras se iniciaron en 1937, aunque finalmente fue inaugurado el 29 de noviembre de 1944.  

Después de los años sombríos donde recepcionó chicos que eran llevados por los militares tras el secuestro ilegal de sus padres, el hogar dejó de funcionar en la década del 90.

Con el paso del tiempo, las instalaciones se convirtieron en sede de instituciones educativas de gran relevancia para la zona, entre ellas, el Centro Universitario Moreno (CENUM), donde se dictaban carreras de distintas universidades nacionales. Luego, se creó en el 2009 la Universidad Nacional de Moreno, la cual fue inaugurada oficialmente en el 2010 e inició su primer Ciclo Lectivo en 2011.

 

El Riglos como sitio de Memoria

Con la historia que carga a cuestas el edificio, el 19 de septiembre de 2017 se realizó en la UNM la señalización del Ex Instituto de Menores "Mercedes de Lasala y Riglos" como "Sitio de Memoria". 

 

Según la información aportada por la UNM, la iniciativa fue impulsada en forma conjunta por la Dirección Nacional de Sitios de Memoria de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, en cumplimiento de las Leyes Nacional N° 26.691 y Provincial N° 13.584, de preservación, señalización y difusión de aquellos lugares que sirvieron a los fines ilegales de las dictaduras que atravesaron la historia argentina.

El ex Instituto Riglos es el Sitio de Memoria número 156 que fue señalizado y de ese acto conmemorativo participaron varias víctimas, hoy adultos, que transitaron por el hogar tras el secuestro de sus padres. Ente los presentes estuvieron Nicolás Koncurat - hijo de Claudia Urondo y Mario Koncurat; Yamila Zavala Rodríguez -hija del Diputado Nacional Miguel Domingo Zavala Rodríguez y de Olga Irma Cañueto- Camilo y Pía Ríos -hijos de Carlos Ríos y Juana Armelí y Federico Carlevaro -hijo de Raúl Carlevaro y Adriana Nosso.

Según testimonios que se conservan en el Archivo Nacional de la Memoria y en expedientes judiciales de causas de lesa humanidad, los menores eran trasladados al Instituto Riglos tras la desaparición forzada o asesinato de sus padres,y gracias a la búsqueda de sus familiares, se logró que algunas de estas víctimas hayan recuperado su identidad. 

"Para nosotros es una política constante la memoria y los derechos humanos. La universidad editó en 2015 una producción sobre testimonios del terrorismo de Estado en Moreno y Merlo, que se llama Memoria de sobrevivientes y familiares de detenidos-desaparecidos. Esto es algo que tiene que ver con la defensa de la memoria, verdad y Justicia con una impronta territorial", afirmó Esteban Sánchez, Secretario General de la Universidad Nacional de Moreno.

Según dijo, este 24 de marzo la UNM se sumará a la convocatoria Plantar Memoria, y desde temprano llevarán a cabo una plantación de árboles nativos dentro del predio.

"La UNM incorpora una perspectiva de derechos humanos del siglo XXI que implica la inclusión y la integración, y en ese sentido, muchas políticas que aquí se desarrollan o se implementan en la universidad son llevadas adelante, como es la aplicación de la Ley Micaela, pespectiva de género y el tema de la discapacidad que es materia de políticas de bienestar universitario", agregó por último Sánchez.

 

El relato en primera persona

Federico Carlevaro aprendió, después de años, a llevar con tranquilidad el 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, pero en especial, este 2021 lo transita diferente tras la muerte de su abuelo Ángel, el hombre que lo crió y lo rescató del Riglos 17 días después de haber sido llevado por los militares.

 

"Mis viejos eran montoneros, en el 1974 pasan a la clandestinidad, yo con dos años y mi hermana recién nacida, nos encontrábamos cada tanto con mis abuelos, pero en el 1975 a mi viejo lo nombran como responsable de montoneros en Tucumán, y nos fuimos con él. En junio de 1976, secuestran a mi tía, la hermana de mi mamá de 21 años, así que con mi mamá y hermana nos volvimos para Buenos Aires para ayudar a mis abuelos", contó Carlevaro a BigBang.

Ya de vuelta en la Provincia, en julio de 1976 Carlevaro se entera de que su papá, Raúl, había sido secuestrado por los militares, aunque el 3 de septiembre salió en los medios de comunicación que el hombre había muerto en un enfrentamiento, cuando en realidad, se cree que fue fusilado en un traslado desde el centro de clandestinidad donde estaba secuestrado.

"Después de eso estuvimos en varios lugares. Mis abuelos le pedían a mi mamá que se fuera del país, y ella no quería, bajo ninguno punto, porque quería segur peleando por sus convicciones. Pero en abril de 1977, estábamos en una casa con Eduardo Pereira Rossi y de repente salimos todos corriendo. Mi mamá sale con mis hermana, y yo con él, para hacer más rápido. De ahí, mi mamá para en una casa de unos compañeros en Boedo, un matrimonio, y el 27 de abril entran a esa casa, la secuestran a ella, y Roberto Fernando Lértora, marido de la compañera Marta Santos, que había salido y vio todo el operativo. Sus hijas y mi hermana estaban ahí", explicó.

Carlevaro admitió a este sitio que tiene pocos recuerdos de lo vivido, y que quien más lo ayudó a reconstruir cómo ocurrieron las cosas fue su abuelo.

Aunque tiene presente en su memoria el momento en que salió corriendo de la casa donde se escondía con su hermana y mamá, muchos detalles se fueron perdiendo con el paso del tiempo, porque solo tenía 4 años cuando sucedieron las cosas.

Aún así, sabe que al mismo tiempo que su madre se escondía, Pereira Rossi lo dejó a él en la casa de Nilda Orazi, a quien también luego secuestraron los militares. Como la hija de ella y Federico habían quedado solos, se resolvió que ambos fueran llevados al ex Instituto Riglos.

"Me llevaron en un un patrullero, y en el legajo de ingreso figura que fue producto de un operativo militar. Marina Scarpati y yo terminamos ahí. Por lo que dicen, 17 días estuve ahí, mi abuelo materno me encontró con mi tío, su hermano. Me acuerdo que vinieron y como estaba el Ejército metido, le dijeron que no podía sacarme de ahí, por más que yo lo hubiera reconocido y él tuviera mi partida de nacimiento. Tuvo que pedir permiso al jefe del ejército", comentó apenado.

Según él, en ese momento los militares usaban también a los chicos como carnada, para que cuando los fueran a buscar sus familiares,pudieran rastrear a quienes estaban buscando.

"Los que eran muy chicos y habían sido parte de los operativos, a esos nenes los apropiaban, los más grande a algunos los han matado, y los que éramos chicos pero no tan chicos, teníamos distintos finales. Cuando se hizo el acto en 2017 en la universidad, me encontré con compañeros con los que milité en H.I.J.O.S, gente de mi edad, que tenían 4,5 o hasta 6 años durante la dictadura, que también habían estado en el Riglos en distintos momentos", reveló.

De lo que pudo reconstruir, sabe que al momento en el que fue llevado al instituto, funcionaba como hogar de menores, y que además de los chicos habituales, también había otro grupo conformado por los niños que eran hijos de padres secuestrados.

"Lo que podía pasar con uno era todo medio anárquico, dependía del que comandaba el operativo, si quería llevarte, apropiarte o no se animaba a matarte y te dejaba ahí en el Riglos", dijo, y agregó que cuando fue en el 2017 al la actual Universidad de Moreno, si bien no reconoció los espacios interiores, mientras estuvo afuera revivió el recuerdo del día en que su abuelo fue a buscarlo.

"Obviamente ese momento fue muy duro, porque no me pudo llevar mi abuelo ese día. Fue todo en la puerta, ese lugar lo tengo grabado", admitió.

Aunque al principio dudaba, Carlevaro declaró en 2015 en el juicio de la ESMA llevado a cabo por el Tribunal Oral Federal Nº 5 de Comodoro Py por el secuestro de su madre, después de que Adriana Nosso fuera nombrada durante el proceso como una de las secuestradas y desaparecidas.

Así, desde la fiscalía se contactaron con él y le dijeron que había muy pocos testimonios sobre lo que le había ocurrido a su madre, a quien se cree que los militares hirieron de bala cuando fueron a buscarla a la casa donde estaba resguardada y ella escapó por el techo. Lastimada como estaba, la cargaron en el baúl de un auto, y por lo que se pudo reconstruir, llegó muerta al lugar al que la habían llevado.

"Desde la fiscalía me dijeron que no conocían mi testimonio y que tampoco sabían tanto del operativo en que había participado. Ellos me dijeron que mis palabras servían para validar otros testimonios, porque aparte en mi legajo figura que estuve en el Riglos, así que por eso me convencí de declarar", sostuvo.

Tras formar parte del juicio, Federico reconoció que tenía muchos recuerdos en su cabeza, pero que en ocasiones no sabía si se trataba de sueños o cosas irreales, por lo que haber formado parte del proceso lo ayudó a armar esas 72 horas previas al secuestro de su madre.

Incluso, años después, gracias al esfuerzo del Equipo de Antropología Forense, Carlevaro pudo recuperar los restos de su tía, a quien únicamente sabe que la tuvieron retenida en el pozo de Banfield y que la asesinaron seis meses después de haber sido secuestrada.

"Fuimos muchos lo que pasamos por ese horror. Todo lo que hay, los conocimientos, los que sabemos que fueron secuestrados, es por amigos y familiares, no hay un solo aporte de las fuerzas de seguridad ni del Estado. Por eso reclamamos la importancia de abrir los archivos secretos que haya dentro del Estado o las distintas dependencias que tuvieron que ver con la dictadura. Yo tardé casi 40 años en poder rearmar todo lo que había pasado en esos días. Lo que queremos es ayudar a que todos sepamos lo que fue esa etapa nefasta de la dictadura Argentina", cerró.

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