17 Enero de 2017 09:00
Cuando vemos a un bebé aferrado a su mantita como si tuviera una relación estrecha, estamos frente a algo mucho más fuerte que una necesidad de abrigo.
Especialistas han denominado “manta de seguridad” a aquella que acompaña a los bebés en pleno crecimiento. Aseguran que las mismas brindan a los pequeños una fuerte seguridad emocional y confianza. Algo similar a lo que ocurre con los juguetes que los niños llevan a todos lados, con asombrosa ternura, cuidado y cariño. Estos objetos los ayudan a atravesar situaciones de miedo, dolor, y a estar más serenos en ausencia de los padres.
Según se desprende de un estudio publicado por la revista Cognition, el niño siente que su manta o su juguete tienen una esencia única, y desarrollan con ellos las primeras sensaciones de propiedad. Son objetos de transición, están allí para acompañarlos en su camino a la independencia, a la determinación de su personalidad y su confianza.
La “manta de seguridad” ayuda a los niños a lidiar con sus problemas emocionales, y les reduce el estrés y la ansiedad. Puede considerarse el objeto de asistencia psicológica más utilizada, aun de manera inconsciente. Además, su mantenimiento resulta muy simple para cualquier madre o padre: son ligeras, fáciles de lavar, y hay de todas texturas y ligerezas, para todo momento del año. Es fundamental que sean suaves, y mejor aun si están compuestas de materiales naturales, como el algodón.