30 Junio de 2025 11:50

En medio del dolor más profundo, Joel Ojeda —ex participante de Gran Hermano— usó su exposición en redes sociales no solo para despedir a su papá, Jorge, quien atravesaba un complejo tratamiento oncológico, sino también para denunciar con crudeza el colapso del sistema de salud y la desidia estatal. Lo hizo apuntando directamente contra PAMI, obra social que tardó cinco meses en entregar un insumo médico vital para el bienestar de su padre.
"Estos son los catéteres que pedimos en enero de este año, que le correspondían a mi papá por ser paciente oncológico. Llegaron el día que mi papá se murió. Tardaron cinco meses en llegar", relató el influencer, visiblemente afectado, en un video publicado en sus redes. Su testimonio no sólo expone una historia personal de dolor, sino también el fracaso estructural de un Estado que hoy celebra su retiro de las obligaciones más básicas.

En mayo, Joel ya había compartido que su padre tenía cáncer de próstata, tratado con hormonas, y que había sufrido una neumonía que complicó aún más su salud en plena ola de frío. También convivía con una sonda urinaria que derivó en una infección. Nada de esto fue motivo suficiente para que el sistema de salud pública actuara con celeridad.
"Estos catéteres no le iban a salvar la vida, mi viejo se iba a morir seguramente, pero esto le iba a ayudar a mejorar su calidad de vida", lamentó, con bronca e impotencia. "Confié en el Estado, y este fue el resultado", sentenció. Su frase no sólo resume el fracaso burocrático del PAMI, sino que también pone en evidencia lo que ocurre cuando un gobierno como el de Javier Milei desmantela sin contemplaciones áreas clave como la salud, la educación y la ciencia pública.

Mientras el gobierno de La Libertad Avanza se jacta de haber reducido "el gasto", miles de personas mayores, enfermas o en situación de vulnerabilidad quedan abandonadas a su suerte, atrapadas en un sistema donde el tiempo que tarda un trámite puede costar una vida.
Si bien Joel expresó sentirse culpable por no haber podido comprar él mismo los insumos, también buscó transformar esa bronca en un gesto de solidaridad: "Con mi familia estuvimos hablando y queríamos donar todos estos catéteres, que son más de 600, valen una fortuna, son sondas urinarias para uso intermitente. Si hay alguna persona entre mis seguidores que los necesite, acá están".
"Sé que hay mucha gente que los necesita y que son muy caros. Este es un regalo para ustedes, y sé que mi viejo estaría feliz de que los esté usando alguien que realmente los necesite", cerró completamente conmovido.
En tiempos donde el gobierno nacional aplaude recortes que condenan vidas, el testimonio de Joel Ojeda no sólo denuncia la ineficiencia de un sistema abandonado, sino que también interpela: ¿cuántas personas más deben morir para que se entienda que la salud no es un privilegio, sino un derecho?