por Alejo Paredes
22 Julio de 2025 12:20
Desde su niñez en San Juan hasta su consagración en los escenarios de España, pasando por los grandes teatros de Argentina, la historia artística de Mariana Clemensó no puede entenderse sin la palabra que da nombre a su obra más reconocida: Mestiza. No es un título más. Es un manifiesto. Es la síntesis de una vida atravesada por culturas, músicas, emociones, luchas y una voz que nunca dejó de buscarse hasta encontrarse.
Luego de una exitosa gira por Europa y el interior del país, Clemensó regresa a Buenos Aires con presentaciones en el mítico Café La Humedad. Lo hace con la intensidad y la autenticidad de siempre, acompañada por una potente banda en vivo y por Emiliano Luna, el bailaor flamenco que la acompaña con una energía arrolladora: "Verlo bailar a centímetros desde el escenario es tremendo. Si provoca esa ovación en el público, imaginate lo que es para mí cantarle mientras él se entrega así al arte".

La artista dialogó con BigBang y sin demasiadas vueltas, resalta: "Mestiza nace de mi historia. Soy una niña nacida en San Juan, criada en España, con un padre árabe, con influencias de flamenco, tango, folclore. Es una niña indecisa al principio, pero que encuentra su camino abrazando todo lo que la conforma. No hay que elegir entre una cosa u otra. La música es una sola y lo que importa es lo que amás hacer". Y ese amor, dice, viene de la cuna. O más bien de la radio.
Con 3 años su mamá ya la llevaba a cantar a la Radio Colón. "Me subían a una silla para alcanzar el micrófono que colgaba del techo. Mi madre es mi gran pilar. Ella volcó en mí toda su ilusión de artista. Hoy tiene Alzheimer, hace 12 años. Ya no sabe quién soy, pero si le canto una canción, se la sabe toda. Eso es lo que la música puede hacer. Es mágica", cuanta con una tristeza que se mezcla con la emoción de poder reencontrarse, desde la música, con su mamá.
En Mestiza, Mariana canta tangos, boleros, ritmos árabes, flamenco y folclore. Y, sin embargo, todo suena a ella. Todo tiene su sello. "La clave está en ser auténtica. Cuando no querés imitar a nadie y cantás desde tu verdad, no hay collage. Es tu identidad la que sostiene todo. Yo me crié escuchando hablar árabe, viendo cantar a los gitanos en la calle. Eso no se estudia, eso se lleva en la sangre". Esa autenticidad también se nota en el modo en que se vincula con su público. "No me gusta hablar desde arriba del escenario. Me bajo, camino entre los pasillos, los abrazo. Yo creo que eso también se siente, se nota", destaca Mariana.

Mestiza fue la obra más nominada de la temporada 2025 en Villa Carlos Paz. Once nominaciones, cuatro premios Carlos, entre ellos el de mejor voz femenina. "La gente dice que todavía no caigo", confiesa Mariana entre risas. "Pero sí, dimos la vuelta olímpica. Fue muy fuerte todo lo que se vivió. Fue una apuesta grande, con más de veinte artistas en escena. Y ver que la obra emocionaba tanto a la gente... eso no se paga con nada", expresó.

¿Y qué espera el público cuando asiste por primera vez? Clemensó lo tiene claro: "Quiero que se emocionen. Que lloren con una canción, que recuerden a su abuela, que se acuerden de su primer amor, que se levanten a bailar, que se rían. Mestiza tiene todo eso. Tiene alegría, tiene llanto, tiene fiesta. Es como la vida". Una de las canciones más pedidas en sus shows es Marinero de luces, el tema que le dedicó (y dedica cada vez que lo entona) a su madre. "Es la que conecta con todos los que han perdido a alguien. Antes de cantarla, le pido al público que la dediquemos juntos a los que no están. Y entonces, ocurre una emoción muy fuerte", explicó.
Clemensó se emociona cuando habla del presente, pero también tiene la mirada puesta en el futuro. "Ya estamos planeando una gira por España. Vamos a ir a Andalucía, a Barcelona... y en 2026 la obra va a volver con un nuevo nombre: Mestiza, la leyenda. Porque quiero que quede como un legado. Quiero que cuando alguien hable de las obras más vistas del mundo, diga: 'Mirá, Mestiza'". Su convicción emociona. Como cuando se anima a volver a Café La Humedad, el lugar que la conecta directamente con sus ídolos: "Ese escenario es tremendo. Cacho Castaña, mi admiración por él, y cantar Garganta con arena ahí, es cerrar un círculo. Es cumplir un sueño".
Cuando este medio le preguntó ¿qué le dirías a esa nena de tres años que se subía a una silla para cantar?, Mariana no dudó: "Que se puede. Que todo está en la cabeza. Me puse límites muchos años, por miedo. Arranqué muy tarde este camino. Pero ahora aprendí que no tenés que desearlo: tenés que crearlo. Y decretarlo". Esa es Mariana Clemensó: la que canta desde el alma, la que transforma la emoción en canto, la que rompió sus propios límites para ser lo que ya era desde siempre. Mestiza.