30 Junio de 2018 11:10

Las teorías conspirativas sobre la relación del gobierno estadounidense con lo paranormal abundan. Sin embargo y a pesar de lo descabelladas que puedan sonar, hay una que está efectivamente respaldada por pruebas: la existencia del proyecto MK Ultra, en el marco del cual la CIA encaró experimentos de control mental sobre sujetos humanos.
COmo parte del experimento, la CIA administró LSD a personas sin consentimiento.
El plan ultrasecreto comenzó oficialmente en 1953 por órdenes del director de la agencia de espionaje, Allen Dulles, y bajo la dirección de Sidney Gottlieb.
La meta final era el desarrollo de drogas que sirvieran para alterar la psiquis y utilizarse como armas contra agentes soviéticos e incluso aplicarse sobre líderes extranjeros rivales, como Fidel Castro.
A pesar de que casi todos los archivos sobre el proyecto MK Ultra fueron destruidos en 1973, a partir del descubrimiento de unos 20 mil documentos que sobrevivieron a la purga se pudo determinar que incluyó experimentación sobre personas que en ocasiones no prestaban su consentimiento para participar y ni siquiera sabían que estaban siendo sometidas a este tipo de alteración mental.
LSD, heroína e hipnosis
La principal sustancia administrada en el marco de la experiencia fue el LSD, que fue administrado a pacientes mentales, personal de la CIA, militares y ciudadanos comunes, para determinar si podía ser utilizado para extraer confesiones de prisioneros o "borrar" mentes para luego reprogramarlas.
Fidel Castro era uno de los posibles blancos del proyecto.
Incluso, en un plan absolutamente insólito, la CIA reclutó la colaboración de un prostíbulo en el cual se drogó a los clientes para luego filmar sus reacciones.
Otras drogas utilizadas en el proyecto MK Ultra incluían heroína, morfina, mescalina, psilocibina, marihuana, pentotal sódico y la combinación de barbitúricos y anfetaminas. También se testearon las posibilidades de la hipnosis.
El LSD era el principal puntal del proyecto.
Y aunque la destrucción de los documentos relacionados con el caso jamás permitirán descubrir su real alcance, hubo al menos una muerte relacionada con su aplicación: el bioquímico Frank Olson, a quien se le administró LSD sin su consentimiento y terminó quitándose la vida al lanzarse desde una ventana. Su familia nunca creyó la versión del suicidio, convencidos de que había sido asesinado por su conocimiento profundo del proyecto.