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El fiscal de la rave de Rosario: "Los dealers vendían drogas como caramelos"

El fiscal Patricio Mugica Díaz investiga la muerte de Lucas Liveratore, uno de los asistentes a la fatídica rave de Arroyo Seco.

04 Enero de 2017 10:40
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"Había una gran cantidad de dealers que vendían drogas sintéticas, vendían como si fueran caramelos", dijo el fiscal de la UFI N°1 de San Nicolás, Patricio Mugica Díaz, que investiga la muerte de un joven de esa localidad que asistió a la fiesta de electrónica en la localidad santafesina de Arroyo Seco, en la según se presume que murieron dos jóvenes por consumo de éxtasis.

El fiscal investiga la muerte de Lucas Liveratore.

"En el lugar había más de 5 mil personas, había muy poca agua y una sola barra para un evento de tal magnitud", dijo el fiscal a Radio El Mundo. Mugica Díaz investiga la muerte de Lucas Liveratore, de 34 años, quien murió en su casa de San Nicolás luego de asistir en año nuevo con cuatro amigos a la fiesta de electrónica en Arroyo Seco, a 35 kilómetros al sur de Rosario, en la que murió la joven rosarina Giuliana Maldován, de 20 años.

"En el lugar había más de 5 mil personas, había muy poca agua y una sola barra para un evento de tal magnitud

"Lo que mata no es la falta de agua ni el calor sino el consumo de estupefacientes. Tienen que haber prevenido la venta de drogas en el lugar, se tendría que haber articulado con la Policía", reclamó el fiscal y afirmó que ya están identificados los dueños del complejo Punta Stage y los responsables de Live Art, la productora que organizó el evento. 

El fiscal Mugica Díaz investiga las causas de la muerte de Lucas.

El drama en primera persona

“Fue un infierno”. Natalia tiene 27 años, había viajado especialmente a Arroyo Seco para disfrutar de la trágica rave en la que murieron Giuliana Maldovan (20) y Lucas Liveratore (34). Fanática de la música electrónica y dispuesta a revelar lo que sufrió en el boliche Punta Stage, la joven pidió cambiar su identidad para no recibir críticas del “ambiente tecno”. “No podíamos ni respirar, podría haber sido una nueva Time Warp”, denunció.

La fiesta, por dentro. "No teníamos espacio ni para movernos".

Las irregularidades estuvieron desde el principio. Natalia, acompañada por su pareja, retiró ese mismo día las entradas en el local ForLovers de Rosario, a 37 kilómetros de la ciudad en la que iba a tener lugar la fiesta. “Preguntamos a qué hora iban a abrir las puertas, porque habíamos viajado especialmente desde Buenos Aires y queríamos entrar temprano. Nos dijeron que iba a ser a la una, pero lo terminaron haciendo a las dos y media de la mañana”.

 

Así quedó el boliche.

Después de una hora y media de espera, la joven y su pareja fueron separados en la puerta para los controles de ingreso. “A mí me revisaron todo. Desde los bolsillos, hasta el pelo. Pero, a medida que fue pasando la noche, la gente que entraba contaba que ni siquiera les habían cortado el troquel de la entrada. Era terrible, no paraba de entrar gente. Nos empezamos a asfixiar porque no podíamos ni movernos, nunca viví algo así”.

“Nunca vi algo igual, había muchísimos dealers. Andan por la pista y te preguntan si querés. 

Natalia fue una de las primeras en ingresar al boliche y un detallé la animó. “Vimos que había un puesto sanitario y otro de hidratación. Nos pareció bueno, de hecho lo comentamos con mi pareja”, destacó. Pero con el correr de la noche, las fallas de la organización quedaron expuestas: sobreventa de entradas, falta de control, agua cortada o caliente, cero ventilación y exceso de dealers.

“Aunque no estaba ahí, quedé muy marcada por Cromañón, por eso no consumo. No me gusta la idea de pensar que puede pasar algo así y no tener reacción”, advirtió, aunque reconoció: “El tema de las drogas en las rave no es de hoy, ni de ayer. No todas las personas consumen, pero es una postal más que habitual”.

Pese a estar acostumbrada a que le ofrezcan drogas, Natalia notó algo llamativo aquella noche. “Nunca vi algo igual, había muchísimos dealers. Andan por la pista y te preguntan si querés. Nadie te regala nada, te ofrecen siempre con motivo de venta. Pero en esa fiesta había una cantidad tremenda. Este fin de semana hubo gente que llegó a tomar de la mano del que vendía”. ¿Qué ofrecían? “No escuché ninguna pastilla, pero sé que había cocaína, popper y éxtasis”.

 

Arrancando el año de la mejor forma !! #sasha ??????

Un vídeo publicado por Bruno Gutiérrez ??? (@brunologa) el 2 de Ene de 2017 a la(s) 1:50 PST

Aunque en la fiesta iba a presentarse Sasha, uno de los DJ del momento, la mitad de los asistentes no sabían que se trataba de un evento electrónico. “Empezó mal desde el principio. Los organizadores la promocionaron como una fiesta de fin de año, por lo que había dos públicos. Estábamos los que habíamos ido a escuchar a nuestro DJ preferido y los que se quejaban porque querían otro tipo de música. Había malestar, no era el público de una rave”, recordó.

El plato fuerte de la fiesta llegaría recién a las tres de la mañana. “Antes tocó otro, pero no era muy conocido”, reconoció la joven, que estuvo toda la noche en el ambiente techado del local. “Hacía muchísimo calor y estábamos todos hacinados. Nos estábamos asfixiando. En un momento le pedí a mi novio de salir afuera para poder tomar un poco de aire, pero no hubo forma. No nos podíamos ni mover”.

 

Happy new year from Rosario #argentina !!

Un vídeo publicado por Sasha (@djsashaofficial) el 1 de Ene de 2017 a la(s) 10:39 PST

Palear el calor con agua fue una misión imposible. Las botellitas se vendían a $ 50, lo habitual en este tipo de eventos, pero desaparecieron pasadas las cuatro de la mañana. “Habían tres barras, pero funcionaba sólo una. Los empleados de las otras dos decían que no podían vender porque tenían problemas con el sistema. Tenías a cinco mil personas en una sola barra, era una locura. Cuando se terminaron las botellitas, nos empezamos a dar cuenta de que habían cortado el agua fría de los baños. Salía tan caliente que muchos chicos hacían bromas y decían que estaba ideal para hacerse un mate”.

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