06 Julio de 2015 19:30
La verdad, estos últimos dos días tuve algunos lapsos de tiempo en los que me olvidaba que acabábamos de perder una segunda final importante en menos de un año. Esos cortos segmentos de tiempo eran cubiertos por cosas huecas, superficiales. O eso creo yo. Quizás solo esté hablando en caliente, pero creo que durante el último año una de las razones máximas de mi felicidad hubiera sido salir Campeones del Mundo, o en su defecto, de América. Cualquier cosa ajena a eso no hubiera representado una felicidad plena. Hoy, un día después de haber sufrido otra derrota, Ya no se que mas pensar. No sé muy bien qué escribir, ni tampoco si lo que estoy poniendo en este espacio tiene algo de coherencia. No pienso explayarme ni ponerme a analizar el partido, porque para eso existen especialistas, aunque estos son ampliamente superados por los insaciables de siempre que sentados comodamente es sus sillones siempre tienen las palabras exactas para ponerme de malhumor. Igual, no tengo ganas de ponerme a criticar, porque ese no es mi propósito; lo único que me gustaría que sepan, es que después de pensarlo y repensarlo, me veo en condiciones de decir que (y ojalá no me equivoque) la vida es larga. Lo suficiente para romper los maleficios, o para tomar venganza. Para volver llenos de magia.
Tratemos de dejar atrás las decepciones del último año, pero no olvidarlas; deberemos tenerlas muy presentes para que el día que se presente la chance de lograr algo grande de vuelta, no volvamos a caer en lo mismo. En las mismas tentaciones, en los mismos errores, en los mismos planteos errados. En fin, la verdad es que no dejo de pensar en el “qué hubiera pasado si...” pero también sabiendo que nunca sabré a ciencia cierta lo que hubiera sucedido si las cosas se hubieran dado de otra forma. Martino es un técnico que en mi opinión tiene una idea clara e interesante pero le cuesta desviarse si la situación lo requiere, y eso debe cambiar. Es cierto que Tevez y Lamela o Pereyra hubieran sido cambios más acertados para hacer, para lograr “romper el esquema” como me comentaron ayer acertadamente. Pero lo que menos puedo hacer, es caerles encima a jugadores como Lavezzi, un tipo que además de la buena onda juega bien y lo demostró en el mundial, aunque tiene un único problema y es que nadie sabe bien de que juega; menos puedo caerle a Higuain, a quien yo banco y respeto mucho, aunque no estuvo a la altura del partido. Aún así, es un tipo que con la Selección tiene un promedio de gol mayor al de uno cada dos partidos, y quién no lo habrá alabado en aquel partido con Bélgica, por nombrar una sola de sus grandes actuaciones, que hoy quizás se ven opacadas por un par de malditos centímetros que separaron a la pelota de la línea del arco... y de la Copa. De Messi hablé el otro día, y a pesar de su sorpresiva poca participación en el último partido, hoy más que nunca lo banco y lo quiero, porque confío en que ya se le va a dar. Si para mi es doloroso, imagínense para él... el mejor del mundo tiene un karma y no lo puede romper, y en su afán por hacerlo también debe luchar con un enemigo igual de imponente que es la opinión general. Debe ser un calvario. Y para Masche... mejor no hablo de él porque me pongo a llorar pensando en que de las injusticias del mundo esta debe ser de las peores. No entiendo. No entiendo como un ser humano como el aún no pudo gritar campeón con su tan querida Selección. Escapa los límites de mi mente. Quiero abrazarte muy fuerte, Javier.
No quiero escribir mucho más, porque siento que pierde lógica. Solo quiero finalizar diciendo que, a pesar de todo, la fe aún está intacta. Aún después de estar medio perdido, de haber sido derrotados en dos finales consecutivas, de no ganar nada hace 22 años, la fe aún está intacta. A pesar de los opinólogos, de los arbitrajes sospechosos y de las críticas, la fe aún está intacta. Ya se nos va a dar; yo lo creo, simplemente, porque estoy más que seguro de que nada es para siempre.