11 Mayo de 2016 06:52
El efecto del boicot pretende llamar la atención sobre el remarcamiento sin freno de precios. La protesta invita a dejar afuera los movimientos de la cartera, la tarjeta de crédito y los changuitos del súper, por un día. Y con esto nos preguntamos, ¿qué pasaría si desterrásemos el consumo, no por un día, sino por un año?
Esa misma pregunta fue la que se hicieron las periodistas Evangelina Himitian y Soledad Vallejos, que hoy cumplen un mes de su experiencia "Deseo consumido", iniciada hace 30 días y que extenderán por un año. Alejadas de promos, ofertas, las 6 o 12 cuotas y liquidaciones, dejaron de comprar carteras, cremas faciales, perfumes, ropa, revistas y otros artículos que no fueran de necesidad básica para el funcionamiento de sus casas o la rutina de sus hijos.
¿Cuántas tenés ya? ¿Necesitás otra?
Ellas dicen que la ausencia del placer (¿exaltación? ¿frenesí?) de comprar y acumular deja el espacio libre en el rígido para otras experiencias que -parece- estaban adormecidas y ni siquiera sabíamos que existían. Con la idea de dejar de acumular cosas que no se saben dónde ponerlas, iniciaron su experiencia y fueron criticadas por personas para las que lo que ellas llaman "experiencia" es, sin más ni menos, un modo de vida. Mientras transitan este tiempo, volcarán su vivencias en un blog.
¡Qué alegría loca de encontrar una oferta!
Todo ello no quita que el consumo sigue siendo objeto de toda clase de placeres, algunos extremos, pero de todos modos puede ser erradicado de la vida de las personas. ¡Especialmente de algunas mujeres!
Hoy, no.
La propuesta de estas periodistas tuvo su antecedente en una colega alemana, Greta Taubert, que pasó todo 2014 sin comprar nada. Ella decidió comprobar cómo podía comer y vestirse sin gastar un centavo durante doce meses. Erradicó ropa, maquillaje, hasta alimentos, y volcó todo en su libro. Usó desodorantes caseros, cremas faciales y pastas dentales de fabricación natural. Apeló al trueque, sembró una huerta en su casa de Barcelona y se transportó viajando a dedo.
Greta Taubert pasó un año sin comprar.
Según la consultora OnePOll, mirar vidireras es una actividad que, en total, insume casi 50 horas por año. "Mirar" nomás. Al desterrar el consumo, se desterran las vidrieras. ¡Son 50 horas ganadas!
El imán de las vidrieras te atrae aunque estés apurada.
Existen otros antecedentes, como el de los Fellmer, una familia alemana que come alimentos que definen como rescatados, es decir, salvados justo antes de que los desechen. Un poquito extremos: son veganos, se alimentan exclusivamente de la agricultura biológica e inspeccionan los contenedores de los super biológicos para rescatar su comida. Viajan sin dinero y sostienen que la gente tira muchos más alimentos de que lo se cree.
Si bien no consumir indiscriminadamente es una sana costumbre para adoptar toda la vida, estos ejemplios son clave a la hora de demostrar que se puede llevar a cabo.
