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Día Mundial de la Lucha contra el Sida

Vivir con VIH en Argentina: la historia de Matías Romero con un Estado cada vez más ausente

Un testimonio que expone desigualdades, aprendizajes y el impacto de las decisiones políticas en la salud.

por Jimena Báez

01 Diciembre de 2025 12:55
Matías Romero
Matías Romero

Cada 1° de diciembre el mundo detiene su marcha para recordar una lucha que lleva más de cuatro décadas: la del VIH. La fecha busca concentrar esfuerzos globales en la prevención, el acceso al tratamiento y, sobre todo, en la batalla contra el estigma que aún persiste sobre quienes viven con el virus. El objetivo es claro: promover el diagnóstico temprano, garantizar la atención integral y defender los derechos de todas las personas que conviven con el VIH, en un contexto donde la información salva vidas y la discriminación todavía las pone en riesgo.

En ese contexto, la historia de Matías Romero ayuda a entender por qué hablar de VIH hoy sigue siendo urgente, desde la perspectiva de alguien que decidió transformar su diagnóstico en militancia, comunidad y vida.

Matías Romero recibió su diagnóstico en 2010, en plena celebración del Bicentenario argentino
Matías Romero recibió su diagnóstico en 2010, en plena celebración del Bicentenario argentino

Matías recibió su diagnóstico en 2010, en plena celebración del Bicentenario argentino. "Recuerdo que fue en el Centro Médico de la Fundación Huésped, Ana Gun me contó de mi diagnóstico positivo con mucha dulzura", recordó y continuó: "Después, por muchos años, cuando no tenía cobertura médica ni obra social, me atendieron en la Fundación. Los quiero mucho. Son parte también de mi historia".

Hoy, a 15 años de aquel día, su cotidianeidad está muy lejos del miedo inicial. "Sin caer en los lugares comunes que habitan la 'normalidad', soy activista, realizador audiovisual y trabajador legislativo, amo los perros, extraño jugar hockey... me encanta viajar por América Latina y activar por un mundo más justo", contó sobre su cotidianidad. Con una claridad que desarma prejuicios, agregó: "Hoy el VIH para mí cumple un rol de control. Ir al médico, tener adherencia al tratamiento, estar alerta a lo que les pasa a las demás personas que vivimos con VIH... ocupa más tiempo que los estudios de carga viral".

Cuando BigBang lo invitó a pensar qué le hubiese gustado saber antes de recibir la noticia, no dudó: "Primero la Profilaxis Post Exposición (PEP)... no sabía sobre esto y todavía no en todos los servicios de salud hay disponibilidad", dijo en referencia al tratamiento de emergencia con medicamentos antirretrovirales que se toma después de una posible transmisión de VIH. Y sumó otra deuda estructural: "Ni hablar de la Educación Sexual Integral. La ESI que yo recibí fue biologicista, binaria y basada en el miedo", confesó. 

Fundación Huésped invitan a hacer el test del VIH
Fundación Huésped invitan a hacer el test del VIH

La vida, con sus pérdidas y sus nuevos vínculos, también se transformó: "Con muchas personas me alejé, otras se alejaron. Muchas veces el VIH es una excusa, otras pienso que también el ser gay, ser activista, ser visible...", reflexionó. Pero también aparecieron redes nuevas: "Gracias al sentido de pertenencia dentro de la comunidad pude crear mi familia del corazón".

Si bien actualmente, Matías referencia el activismo y no tiene pudor al hablar de VIH, sí hay algo que lo marcó desde que recibió aquel positivo: "Lo más cotidiano que me marcó es tomar la pastilla, la imagen del vaso de agua y la acción con la mano para tomarla, nos pasa a todas las personas que por cualquier condición tomamos medicación, esa sensación de que ya la tomé por hacerlo todos los días, creo que sí me afecta y sucede seguido", contó.

Sobre lo aprendido, Matías fue contundente: "Aprendí mucho sobre injusticias y desigualdades. Vi personas morir por complicaciones relacionadas al Sida. Aprendí sobre mis privilegios y sobre lo importante que es tener pasión por la vida", reflexionó desde lo personal pero también tuvo una mirada social: "Aprendí que existen muchas realidades distintas en una comunidad a la que nos tocó; nos toca organizarnos y repensarnos constantemente para defendernos del estigma, la discriminación y nuestros tratamientos".

El rol del Estado en tiempos de ajuste

Hablar de VIH también es hablar de política pública. Y Matías no esquivó el análisis, especialmente en un escenario de recortes del gobierno de Javier Milei: "Las políticas públicas están en retroceso. Entre los despidos en la Dirección Nacional del Ministerio de Salud, la falta de campañas de prevención, la baja de compras de preservativos y el cierre del Observatorio sobre Estigma y Discriminación... sólo nos queda tratar de sostener lo que tanto nos costó conseguir", advirtió.

Sobre la presencia actual del Estado, su respuesta fue cruda: "Siento que hay personas valiosas dentro del Estado, pero están con las manos atadas sin presupuesto y con miedo a perder su trabajo. Vivimos en un Estado ausente".

Cuando se habla de VIH también se habla de un Estado ausente haciendo que el 44% reciba un diagnóstico tardío
Cuando se habla de VIH también se habla de un Estado ausente haciendo que el 44% reciba un diagnóstico tardío

La preocupación se agrava frente al ajuste: "El peligro es que falte PEP y PREP, y que la falta de campañas dispare las tasas de sífilis, gonorrea, tuberculosis y VIH". También identificó deudas históricas: "Programas para quienes nacieron con VIH, empleabilidad, acompañamiento integral para personas que viven bajo la línea de pobreza...".

Aun así, reconoció avances logrados gracias a la lucha colectiva: "Gracias a la ley 27.675 existen más centros de testeo, aunque el acceso en provincias y zonas rurales sigue siendo un desafío". Y sobre si se escucha a quienes viven con VIH, Matías describió un escenario mixto: "Estamos perdiendo esa lucha a nivel nacional, pero en provincias y municipios estamos reconstruyendo el tejido social que este gobierno está rompiendo".

Matías Romero resaltó: "Gracias a la ley 27.675 existen más centros de testeo"
Matías Romero resaltó: "Gracias a la ley 27.675 existen más centros de testeo"

La historia de Matías es una invitación a mirar el VIH sin miedo, sin estigma y sin las capas de prejuicio que aún circulan, sobre todo entre las juventudes. Su mensaje para quienes nunca se testearon fue directo: "Que incorporen al calendario anual la adherencia al sistema de salud y que nunca pierdan la voluntad de saber qué está pasando en su cuerpo".

No se trata de héroes ni de víctimas: se trata de personas. De vidas que merecen derechos, respeto, información y condiciones dignas para sostener su salud. En un país donde el ajuste amenaza lo más básico, la historia de Matías Romero recuerda algo elemental: hablar de VIH es hablar de humanidad, de comunidad y de la responsabilidad colectiva de construir un mundo sin discriminación. Su vida no es un caso aislado ni un ejemplo excepcional: es una voz que exige que nadie quede atrás, porque la salud —como la dignidad— no puede ser un privilegio.

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