28 Noviembre de 2016 08:15
Según los expertos, el consumo ideal de calorías diarias es de 1800 para los varones adultos, y de 1310 para mujeres, en promedio. Hasta acá vamos bien. Sin embargo, ¿qué quiere decir exactamente, que un Big Mac tiene 509 calorías? ¿Y cómo se contrarresta efectivamente el efecto de una ingesta semejante?
Un grupo de investigadores de la Universidad de Johns Hopkins creó un sistema para clasificar la forma en que deben ser contadas las calorías, teniendo en cuenta la cantidad de ejercicio que se hace por día.
¿Cómo? Indicando en las etiquetas de los alimentos cuánto tiempo de ejercicio físico sería necesario para quemar su contenido calórico. Por ejemplo, para quemar las 250 calorías que tiene una lata de gaseosa, se debe correr por 50 minutos, o bien caminar unos ocho kilómetros.
¡No todo es contar!
En el experimento, los científicos pusieron esas etiquetas en botellas esparcidas por distintos negocios. Así analizaron el comportamiento de los clientes por seis semanas.
Los resultados fueron publicados en la revista American Journal of Public Health, y demostraron que el consumo de las bebidas en las que se había incluido este tipo de información, había descendido. Y los participantes fueron más propensos a comprar agua.
¡Prestá atención!
Además, hicieron entrevistas fuera de los locales, y uno de cada tres encuestados declaró haber percibido la información. El 40% de esos encuestados cambió la decisión de la compra debido a la información que leyó.
No todos queman calorías por igual:
Más allá de este hecho, el tiempo o esfuerzo dedicados a quemar cierto número de calorías depende de muchos factores: el peso corporal, el porcentaje de masa muscular, las condiciones genétcas y el tiempo y la intensidad del ejercicio.
¡Mirá!
Un gramo de grasa aporta nueve calorías; uno de alcohol, siete; un gramo de hidratos de carbono, cuatro, igual que uno de proteína. Pero es esencial considerar que un alimento no se define sólo por su contenido calórico, sino también por su composición total, que es más compleja. Por ello hay que tener en cuenta la calidad de las calorías, y no sólo la cantidad.
¿Todas las calorías valen lo mismo?
La respuesta es no. No es lo mismo 250 calorías de guiso de lentejas y verduras, que de gaseosa.
Todos podemos darnos un gusto.
La presencia de fibra y productos fitoquímicos en el guiso hacen que la digestión y absorción de nutrientes se haga de forma paulatina, evitando picos de glucemia e insulina. Favorece la sensación de saciedad, mientras que la gaseosa tiene el efecto completamente contrario.
Vamos a las etiquetas:
Como quedó demostrado con el estudio de la Universidad de Johns Hopkins, un buen etiquetado en los alimentos, con datos sobre el esfuerzo que lleva la eliminación del organismo, puede ser una herramienta muy útil para mejorar la salud pública.
Una muestra.
Si en cada producto alimenticio de colocara un semáforo que considere un mínimo de tres parámetros que influyen directamente en el estado de salud (azúcar, sal y total de calorías), ¡los riesgos de consumos excesivos reducirían notablemente!