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El comedor de la Casa Rosada, inmune a la inflación: se almuerza por $ 3 desde 2001

Los empleados de Casa Rosada pueden comer en Balcarce 50 pagando un precio irrisorio. El menú no puede calificarse como abundante pero se puede repetir y para duplicar el vaso de gaseosa hay que agregar 50 centavos. Una opción que se mantiene inalterable en el tiempo.

26 Noviembre de 2015 14:37
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Fernando De la Rúa, Adolfo Rodríguez Saá, Ramón Puerta, Eduardo Camaño, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Mauricio Macri a partir del 10 de diciembre. Desde 2001 pasaron 7 presidentes por la Casa Rosada, y uno nuevo asumirá en poco más de diez días. Catorce años después, Argentina es otro país. Pero hay algo que no se modificó. En el comedor de la Casa Rosada se puede comer un menú por $ 3. Igual que a principios del siglo XXI.

Los empleados de Casa Rosada hacen cola para sentarse en el comedor de los $ 3.

Con 3 monedas de 1 peso no se puede viajar en subte ni en colectivo. No se compra un atado de cigarrillos. Ni un turrón ni un alfajor. Ni hablar de una botella de gaseosa, que puede valer hasta 10 veces más. En Balcarce 50, el personal de la Casa Rosada puede ir al segundo piso, hacer la cola y -por ese monto- retirar el vale para almorzar.

El papel que sirve para retirar la comida está encabezado con la leyenda “Dep. Economato”.

El vale de almuerzo está encabezado por la leyenda “Dep. Economato”. 

En julio de 2013, la presidente Cristina Fernández de Kirchner reinauguró el comedor, que amplió su capacidad y se hizo más luminoso. Hoy tiene 100 sillas repartidas en 25 mesas. Con la reforma también se puede ver parte de la cúpula de la Casa de Gobierno, se incluyeron plantas en las paredes -hidroponia- y se eliminaron las divisiones: ya no hay espacio VIP para los funcionarios. De todos modos, ni antes ni hoy suele vérselos en el comedor.

Otro cambio es que ya no hay mozos. Ahora cada comensal debe acercarse para recibir su ración de alimento, que se sirve en bandejas de acero inoxidable con divisiones para la comida al mejor estilo película carcelaria norteamericana. 

La presidenta reinauguró el comedor en 2013 con varias modificaciones. 

Las crónicas de aquella jornada dan cuenta de que la primera mandataria bromeó acerca de quien fue el encargado de pagar la cuenta: Carlos Zannini, que invitó a comer a Oscar Parrilli, a Juan Manuel Abal Medina, a Alfredo Scoccimarro, al ex secretario de la presidenta Pablo Barreiro y la propia Cristina.

La leyenda asegura que el candidato a vicepresidente no es muy afecto a meter la mano en el bolsillo. Y Cristina abonó este mito con su chiste. Incluso dijo que lo incluiría en el próximo spot de campaña. En 2013 hizo el chiste. Y agregó: “Y dejó propina”.

El menú no se puede definir bajo ningún concepto como abundante, pero es más que digno. Más si se tiene en cuenta el precio. Incluye un plato con guarnición o pastas; dos panes, un vaso de gaseosa o agua y postre, que por lo general es fruta.

El menú de hoy jueves, por caso, era: filet de merluza arrollado al horno con arroz con zanahoria. De postre, manzana. 

El menú de hoy: filet de merluza con arroz. De postre, manzana. Y dos panes. 

Si se desea agrandar el combo y pedir un vaso extra de gaseosa hay que pagarlo, claro: cuesta 50 centavos más. Aquellos glotones que deseen repetir se acercan hasta la mesa de Omar y le pagan otros 3 pesos para repetir la comida. Se duplica el costo, que se eleva a $ 6. Y aún así sigue costando menos que una barrita de cereal. 

Los comensales se acercan a la mesa de Omar, el encargado de entregar los vales. 

Los lunes, los empleados tiene acceso a los platos que se servirán cada día de la semana. Allí se puede ver a granaderos, empleados administrativos, lustrabotas, custodios. La presencia de funcionarios de alto rango es una rareza. Suelen almorzar en sus despachos o bien en restaurantes de la zona, que no cobran menos de $ 90 un menú ejecutivo cualquiera. 

El menú cuesta $ 3 e incluye plato principal, bebida y postre. 

En 2001, en el comedor de Casa Rosada se podía almorzar por $ 3. A fines de 2015, también. Parece ficción, pero no.

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