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Mariano Pinedo, el hermano del senador Federico, que puede ser intendente peronista

Mariano Pinedo busca suceder a Paco Durañona en la intendencia de San Antonio de Areco.

13 Julio de 2019 15:37
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La primera vez que se sintió atraído por el peronismo, Mariano Pinedo percibió una fuerte contradicción interna, como si estuviera cometiendo algún tipo de equivocación: estaba pisando en falso, descarriando el carro de una familia, un apellido, cargado de historia y vigencia en la política nacional.

En ese momento, lejos de pensarlo como un acto de rebeldía, Mariano llegó incluso a dilatar ese acercamiento que había nacido del contacto con profesores de derecho, peronistas, que llamativamente daban clases en la UCA.

Mariano es el otro de los Pinedo que se dedica a la política. El menos conocido. Su hermano Federico es una alta figura del PRO y este año se apresta a dejar su banca en el Senado. Después de más de 15 años en el Congreso no se presenta en estas elecciones a ningún cargo.

“Era como iniciar una contra historia en mi propia familia, entonces era lógico que pareciera un gesto de rebeldía, pero no fue así”, dice hoy, mientras empieza a desandar la campaña con la que busca convertirse en el intendente de San Antonio de Areco por el Frente de Todos. Una intendencia que hoy está en manos de su amigo y ladero político, Francisco “Paco” Durañona.

A pesar de ser franca minoría en su familia, Mariano jamás perdió el contacto y la buena relación que une a los siete hermanos, que siguen juntándose asiduamente en un campo familiar en Madariaga y que cotidianamente se comunican a través de un grupo de WhatsApp titulado “Los Pinedo” e ilustrado con un vaso de whisky y una palta.

“En las juntadas familiares se habla de política, hay chicanas... ¡no sabés lo que era el chat familiar durante el gobierno de Cristina! Yo creo que soy un poco más buenos que ellos, porque no estoy tirando mensajes todo el tiempo”, cuenta. “Me he ido del grupo, pero después volví”, agrega entre risas.

Esa excelente relación familiar de los Pinedo está cimentada en una infancia marcada por los veranos en el campo, las largas cabalgatas junto a su padre (Enrique) y hermanos, y las tardecitas de tertulia política, con un jovencito Mariano que se deslumbraba al escuchar el intercambio de anécdotas entre los participantes, muchos de ellos políticos de renombre. “De los siete hermanos, tres somos de una segunda camada, del repechaje de mis viejos, que hicieron un descanso. Somos los que nos educamos un poco solos, los agarramos cansados a mis viejos”, recuerda.

Todos los domingos, la cabalgata era obligada. Largas distancias junto a un padre incansable y conversador, una versión que Mariano no veía a menudo durante la semana. “Charlábamos mucho y conocí así a mi viejo de otra manera. Por ejemplo, ahí puteaba, algo que en Buenos Aires no hacía. Enseñaba mucho, sobre todo de cosas inútiles: los nombres de los pastos, de los árboles, de los pájaros y las estrellas. Hoy sorprendo a cualquiera con esos conocimientos. Diccionario de Conocimientos Inútiles, lo llamaba él a ese momento”.

Su madre, Sofía Laferrére, cuenta Mariano, es la que fue cargando a sus hijos de un sentido de la responsabilidad y el mandato familiar. “Mi viejo no bajaba una carga, un mandato, la que te baja los mandatos es mi vieja. Insiste permanentemente: si no hacés algo híper importante, no alcanza nunca. Si sos político, tenés que ser presidente; si sos cura, tenés que ser Papa y sos artista, tenes que ser Da Vinci”, ríe. 

Ya convencido de iniciar un camino en la política de la mano del peronismo, conmovido por la doctrina social de la iglesia, Mariano empezó a tener algunas amistades en ese sector político que, a su vez, le fueron abriendo el camino y fortaleciendo su posición, algo que le servía para enfrentar los planteos familiares: “Me decían que me estaban lavando la cabeza y eso sí me daba enojo... ¿por qué me están lavando la cabeza? ¿Qué te impide pensar que el que quiere lavarme la cabeza sos vos? Esto fue a principios de los 90”. Atraído por la figura creada alrededor de la campaña de Carlos Menem en 1989, un dirigente “salvaje y telúrico”, Mariano puso en la urna su primera boleta con el símbolo del PJ.

En ese entonces, su hermano Federico estaba iniciando una carrera política exitosa como concejal de la Ciudad de Buenos Aires, gracias a una alianza de un partido conservador (del que formaba parte) y la UceDé. Federico había tenido un buen rol en el Concejo y el intendente de la capital, Carlos Grosso, lo convocó para “un tema de máxima honestidad”, dice Mariano. Federico se hizo cargo de la Inspección General, donde manejaba el tema de habilitaciones. Una vez eyectado del gobierno de Grosso por una serie de internas, Federico fue a parar al área de Telecomunicaciones del gobierno de Menem. “Así que él estuvo más tiempo que yo como funcionario de gobiernos peronistas”, bromea.

Los años 90 avanzaban. Luego de que dejara de ser ministro del Interior, Julio Mera Figueroa empezó a aglutinar a grupos de jóvenes, entre los que estaba Mariano. “Julio nos bajaba línea, nos marcaba cómo crecer en la política, también estaba Mario Granero, que era una especie de integrador del peronismo, nos invitaba a unas mesas que coordinaba Antonio Cafiero, donde nos animamos a debatir, a pedir la palabra, a lucirnos, siempre invitaban a un personaje...”.

La relación política con “Paco” Durañona comenzó a principios del 2000, aunque ellos ya se conocían de antes. Tenían una unidad básica, Evita Capitana, en pleno barrio de Recoleta: Paraná y Paraguay. Desde allí pelearon contra la alianza del PJ porteño con Mauricio Macri en 2003. En paralelo, Mariano se desempeñaba como director de legal y técnica del Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (INPI), donde Durañona también era funcionario. “Para mí fue una experiencia espectacular, ahí me picó el bichito de la gestión pública”, asegura.

El vínculo entre Mariano y Paco se consolidó en esa experiencia de gestión y decidieron poner juntos un estudio jurídico, donde fueron socios durante muchos años. “Paco decidió irse de la capital en 2005 porque no había espacio. Se había conmovido mucho con el kirchnerismo. Se vino a militar a Areco”, cuenta. “Yo, que soy más grande que Paco, tenía una construcción familiar en Buenos Aires y militaba lo superestructural, que nunca me terminó de convencer. Fui funcionario de Cristina desde 2009 hasta 2012 y entonces Paco me llamó para que me viniera a Areco, para ser secretario de la producción para la industrialización de la ruralidad. Escribía mucho, machacando con eso, y Paco lo tomó como un eje de su gestión. Siempre dije que en la gestión municipal entendí que la política es transformar realidades concretas de la gente”, añade.

Ese rol es el que lo fue empujando a tomar la decisión por competir por la intendencia de San Antonio de Areco, previa interna partidaria. “En una recorrida, una chica que estaba tensa con su situación, absolutamente comprensible, me dijo algo que pienso hace bastante, que una cosa es ocuparse de la ciudad y otra cosa es ocuparse de las personas”, señala. Y agrega: “La gestión de Paco fue muy transformadora desde la obra pública, la gestión, y las herramientas de política pública. Siempre el sentido, detrás de cada obra, es liberar la capacidad y el aporte personal de cada uno. Cuando creas una universidad nacional, garantizas agua corriente y cloacas, creas un espacio verde, das acceso a la tierra y vivienda, todo eso transforma y libera a la persona, para que cada uno pueda potenciarse. Yo creo mucho en eso”.

Mariano quiere que su gestión, si le toca gobernar Areco, esté enfocada en lograr que la comunidad sienta el protagonismo de estar construyendo un pueblo mejor: “Quiero que muchos sientan que están haciendo un mejor Areco conmigo. Quiero que el protagonismo sea más del pueblo, que del gobierno”.

Cuando Federico se enteró de su candidatura como intendente, lo llamó, aunque Mariano asegura que todas las comunicaciones comienzan a través de la pareja de su hermano, que es peronista. “Después me lo pasa a él”, chicanea.

Mariano y Federico tienen una excelente relación. Hablan una o dos veces por semana, vía WhatsApp. “Cuando mi hermano fue presidente por un día, lo llamé a la una y media de la mañana. Le pedí que antes de que se convirtiera en calabaza, nos invitara a un asado en Olivos... ¡no duermas, tomá decisiones, no entregues el mando!”. De todos los logros que tuvo Federico, Mariano destaca el día que lo nombraron como presidente provisional del Senado. “Sé lo que significó para él y también debo decir, como crítica al espacio al que él pertenece, que fue senador de casualidad. La senadora que llevó la boleta fue Gabriela Michetti y el segundo, Diego Santilli. Cuando en 2015 Michetti asume como vicepresidenta y Santilli como vicejefe de gobierno en la ciudad, Federico entra como senador. Macri tiene una suerte tremenda, sin menospreciar a ningún otro dirigente de su espacio, porque no sé cuántos senadores de Cambiemos están capacitados para articular con el peronismo, con el resto de la oposición... no tienen otro cuadro político como él, que pueda manejar el Senado con la eficiencia y compromiso que lo hizo en los últimos cuatro años. Y sin embargo, ahora no va tampoco como candidato. Eso es Macri también, me va a matar Federico por esto, pero es la verdad. Nosotros, en el peronismo también tenemos mucho de eso, me hago cargo”.

Más allá de las distancias ideológicas y políticas que lo separan de su hermano, Mariano no duda: “Me gustaría que trabaje conmigo y creo que lo voy a lograr”. “Eso de que se tiraría del balcón si gana Cristina es una frase típica de él. Pero aparte es mentira, estuvo 12 años conviviendo con el kirchnerismo y él creció políticamente gracias a Cristina. ¡Él existe gracias a Cristina!”, comenta entre risas.

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