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Gastón Cocchiarale en BBN: “Para desconectar me gusta compartir unas milanesas caseras con mi novia”

El actor protagoniza La Gran Renuncia, en el Picadero, y se luce en El Encargado”

por Eli Salas

25 Agosto de 2023 13:08
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Gastón Cocchiarale dice advertir cierto equilibrio en la profesión que, consciente o no, lo ordena. “Me considero un pibe muy con los pies en la tierra. No me creo el peor cuando no tengo trabajo ni el mejor cuando lo tengo. He trabajado en proyectos enormes comerciales y también independientes para 30 personas. Y esos opuestos complementarios me ayudan mucho a estar en orden y no creerme más de lo que soy”, introduce el actor, hoy al frente de “La Gran Renuncia”, versión moderna de la obra “La Fiaca”, que lo tiene como protagonista y productor cada viernes a las 22 en la cartelera de El Picadero. 

 

“Fue protagonizada por Norman Briski en el 67 con un éxito rotundo por lo que planteaba y cómo el público se identificaba. Ojalá se lleven lindas preguntas para debatir porque es una comedia profunda”, augura el joven director (cara visible de hitos audiovisuales como “El Clan” de Pablo Trapero, “Permitidos” y “ATAV”) camino a la tercera temporada de la serie “El Encargado” (Star+) que lo tendrá -anticipa- con un bigote “a lo Francella” durante tres meses.

 “Me gusta producir los cuentos que quiero contar. Si me llaman solo como actor me es inevitable no meterme un poco en otros aspectos”, advierte sin perder de vista la mirada 360, presente en cada espacio que habita y extendiendo su carácter entusiasta al rol docente. “Mi vieja lo era y mamé un poco eso. Me gusta inspirar, estimular y que la persona se haga preguntas o se anime a hacer cosas que no hizo. El arte en sí, sea como actor, director o docente, me permite romper también con cierta postura obsesiva. Una libertad que en el cotidiano no tengo, porque soy ordenado, esquemático, obsesivo y controlador. Pero con el oficio soy mucho más libre y me da un descanso de mí mismo”, expone en diálogo con BigBang.

 

-¿Necesitas tener el control todo el tiempo de las cosas?

-Absolutamente. Lo tengo muy hablado en terapia y ni con 10 años que llevo ha mejorado. Pero está asumido y registrado. Soy una persona obsesiva, tengo una escuela de teatro con 180 alumnos y me acuerdo literalmente de qué trabaja cada uno, su vida. Me tomo muy seriamente mi oficio. De hecho, este año por primera vez un feriado suspendí una clase que fue un hito histórico. Porque yo doy clases igual y el que no quiere que no venga, porque el loco soy yo.  (Risas) Soy bastante jodido como profesor, no tolero las llegadas tarde, que no sepan la letra. De a poquito estoy aprendiendo a manejarlo.

 

-¿Cómo te atraviesa esta nueva vuelta de la obra, pero en una plaza más comercial? ¿Hay otra expectativa respecto al público?

-Estamos muy felices de poder darle continuidad a la obra. Y con ganas de ver cómo repercute la obra en el público más de calle corrientes y del Picadero que tiene su propio público.  Confiamos mucho en el material.

 

-Es una versión libre de “La Fiaca” de Talesnik, pero respetando el espíritu original.

-Sí, un tipo que se despertaba a la mañana y lo primero que decía es: 'No tengo ganas de ir a trabajar'. Y cuando le preguntaban por qué, él decía: 'Porque tengo fiaca'. Y nadie lo entendía. En esta versión de Lisandro Fiks, que es mi socio en este proyecto, además de autor y director, lo transmutó al a modernidad. A esto del home office, los horarios que no hay horarios, la demanda laboral permanente a través de la tecnología. 

 

-¿Cuántos días podrías sobrevivir vos sin prender el celular en esta era de las redes sociales?

-¿En términos de días? Te podría decir horas. No sé, un par. Uno deposita tanto en el aparato, está todo ahí: lo laboral, lo social. No más de 3, 4 o 5 horas. Pero es contradictorio porque cuando lo haces, te sentís bien. Yo estoy en redes, las consumo pero trato de darles una impronta laboral más que por una cuestión banal o superficial.

 

-No sos el que le saca una foto al café antes de tomarlo...

-Trato de no hacerlo, pero a veces lo hago. No te voy a decir que soy un monje, aunque no tengo tanto la mirada puesta ahí. 

 

-¿Siempre te tentó la idea de comprar derechos de otras obras o te sucedió algo con esta en particular?

-Las dos cosas. Con esta me pasó que a mis 18 años cuando estudiaba en la escuela de Agustín Alezzo ya me impactó mucho la obra original. Le mandé un mensaje al autor que con mucho respecto me dijo que era un alumno y no daba para hacerlo siendo amateur. Y muchos años después lo volví a llamar, ya con una carrera como actor y le recordé esta charla.

A mí me gusta mucho producir los cuentos que quiero contar. Ya desde chiquito cuando hacía teatro organizaba los actos del colegio, con mis compañeros yo producía, dirigía, escribía. Ya lo tenía en el cuerpo.

 

-¿Qué te baja cuando el cuerpo te pide desconectar esa batería?

-Por lo general mis amigos, mi novia, comer algo rico, leer un libro porque soy muy lector. Salir a caminar y escuchar algún podcast. Llegar y que mi novia me esté esperando de una clase con milanesas caseras y con ganas de charlar o tomar un vino. Con eso alcanza y sobra.

 

-Además dirigís a tu pareja. ¿Cómo funciona esa simbiosis?

-Sí, con un grupo de alumnos que son los más avanzados de mi escuela, en una obra que habla sobre el amor, los vínculos de hoy y que tiene cuarto relatos cortos.

Nosotros nos llevamos bien el ámbito laboral, nos entendemos mucho. Dar clase o ir a filmar para nosotros es más un plan de pareja que de trabajo porque la pasamos muy bien. Entonces eso o ir a merendar a una cafecito lindo es lo mismo para nosotros.  

 

-Venís de compartir set con Robert de Niro, en una futura ficción junto a Luis Brandoni que estrena en plataformas a fin de año.

-La verdad no lo conocí mucho porque no tuve tanto diálogo ni me tomé un café. Simplemente me crucé en una escena filmando y me pareció muy agradable, muy tranquilo, relajado y ni hablar de su profesionalismo. Estaba ahí como si fuera un pendejo. Un lujo y ni hablar de lo soñado que fue compartir escena con él y un proyecto argentino de esa magnitud.

 

-También conectaste mucho Brandoni, que tiene una participación especial en esta obra.

-Con Beto nos llevamos muy bien. Es un apasionado del teatro y yo otro. La única diferencia es que él tiene 50, 60 años más que yo. Y a partir de eso, surgió la posibilidad de que haga de mi abuelo en “La Gran Renuncia”. Le encantó la idea de adaptar un clásico de su época y se re sumó con la mejor onda.

 

-Da la sensación de que estas justo donde querés estar.

-Al tener una vocación todo me resulta estimulante. Por supuesto tengo mis días, pero trato de disfrutar. Y seguir mucho mis corazonadas internas. Qué cosas a uno lo hacen feliz e ir con eso.

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