En la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, la Compañía de Danza David Señoran invita a una experiencia que trasciende los límites del movimiento y se adentra en las profundidades de la condición humana. Materia Fungible, creación del coreógrafo y director David Señoran es un espejo que invita a poner luz a las sombras más oscuras del comportamiento humano frente al avance del capitalismo y las ultraderechas en la sociedad.
Entrar a la sala y escuchar la música envolvente ya es toda una experiencia inigualable pero la presencia de les performers es transformada. La obra, que se presenta todos los jueves de noviembre, surge como una interrogación profunda sobre la lógica deshumanizante: la que convierte a los cuerpos en objetos reemplazables.

Este mundo donde el individualismo y la indiferencia se imponen como normas, Materia Fungible alza su voz desde el lenguaje de las corporalidades. Así, el movimiento se transforma en grito, en resistencia, en memoria que pasa por los cuerpos humanos que se funden entre sí, que al final de cada día sólo buscan un abrazo para poder sobrevivir a la cruel realidad.
David Señoran, visionario de la danza contemporánea, dedicó más de una década a explorar las posibilidades infinitas del cuerpo como herramienta expresiva y política. Fundador de su propia compañía en 2009, Señoran crea obras que conmueven y construye espacios para la reflexión colectiva. Su trayectoria está marcada por una búsqueda constante: ¿Qué puede decir la danza sobre el mundo que cada une habita? ¿Cómo puede ayudar a imaginar uno nuevo?

Materia Fungible es un llamado urgente y necesario: desde el deseo como refugio hasta el odio como cicatriz social, cada performer encarna las tensiones que atraviesa la existencia humana. Una de las joyitas de este magnífico compendio de artistas es la música original de Juan Barone que también pasa por el cuerpo y el diseño lumínico de David Seiras que introducen a los espectadores en un mundo cercano, conocido y habitable.
En las escenas se pueden escuchar las respiraciones, el roce de los cuerpos, se puede percibir la emocionalidad en cada mirada, se puede ver como si fuera un primerísimo primer plano la idea de sostener un cuerpo contra uno, un cuerpo por otro; el vestuario realizado por Sarte Realizadoras refuerza la fragilidad y fortaleza de todes en escena.

La compañía, integrada por un talentoso elenco de más de veinte intérpretes y un equipo interdisciplinario, construye un lenguaje propio que desafía las convenciones. Obras como Las Bestias o La Sombra de una Nube consolidan su lugar en la escena artística argentina, obteniendo premios como el Trinidad Guevara y el Argentores. Pero más allá de los galardones, lo que define a esta agrupación es su compromiso con lo colectivo, con la creación como acto de resistencia frente a un mundo que fragmenta.
David Señoran describe esta obra como una lupa sobre los prejuicios y narrativas que perpetúan desigualdades. Materia Fungible, dice, es un intento por reimaginar un tejido social más justo, un espacio donde los cuerpos sean reconocidos no como mercancías, sino como portadores de historias, sueños y luchas.
En sus 50 minutos de duración, Materia Fungible no ofrece respuestas fáciles. En cambio, confronta con preguntas esenciales: ¿Qué significa ser humano en tiempos de deshumanización? ¿Cómo se resiste y de dónde se sacan las fuerzas cuando todo parece destinado al olvido? ¿Qué fortaleza se puede construir desde la más frágil vulnerabilidad? La danza aquí es filosofía encarnada, una invitación a mirar lo que se ignora todos los días. Y quizá, al hacerlo, el movimiento sea una forma de sanar.