10 Julio de 2015 20:07
Los astronautas de la Estación Espacial Internacional (EEI) recuperaron un placer simple pero hasta ahora imposible en el espacio exterior: tomar una buena taza de café.
Los hombres que exploran todo lo que está afuera de la Tierra solían empezar su día tomando la bebida negra a través de unas pajitas, desde unas bolsas de plástico sellado.
Todo cambió el 20 de abril, cuando un cohete de la empresa SpaceX dejó en la EEI la solución al dilema: la ISSpresso, una cafetera que funciona en condiciones de microgravedad.
El desarrollo conjunto entre la compañía Lavazza y la agencia espacial italiana fue el primer paso para mejorar la calidad de vida de los astronautas.
El segundo fue la taza de café “Zero-G”, por gravedad cero. En la EEI ya tienen seis. Lucen muy extrañas (tienen sopapa, son transparentes y terminan en una suerte de labios), pero cumplen con su función.
Los astronautas ya tienen seis tazas.
Para fabricarlas, hizo falta el trabajo de físicos especializados en fluidos, que se dieron cuenta de que el café tendía a “trepar” por las paredes de la taza.
El particular movimiento de los fluidos en el espacio.
Las “Zero-G” siguen la lógica espacial del líquido, que se apila en los “labios” de la taza y sigue fluyendo mientras uno sorbe.
Este desarrollo también servirá para entender mejor los sistemas de aire acondicionado, refrigeración, baños, tratamientos médicos y suministros de agua en el espacio.