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"Me daba vergüenza": no tenía plata para unas canilleras, creó unas con tapitas y ahora lidera una pyme

La idea que nació de uno de los barrios más humildes de Rosario y se convirtió en un ejemplo de superación.

por Maia Had

29 Julio de 2023 07:00
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Un balde y un secador de pelo... así comenzó Tomás Machuca con lo que rápidamente se convirtió en su proyecto de vida y en una empresa de canilleras creadas a partir del reciclaje de tapitas de botellas. En la actualidad, el emprendimiento Fenikks produce 30 mil al mes y su próximo paso es el mundo textil.

  

Machuca es oriundo de República de la Sexta, un barrio humilde de la ciudad de Rosario. Tenía 16 años cuando, jugando al fútbol con su grupo de amigos como cualquier día de entenamiento, le rompieron sus canilleras de una patada. “No tenía plata para comprarme otras, así que decidí buscar la forma de hacerme unas”, afirmó.

“Fue un poco explorando a ver qué podía cortar de plástico en mi casa sin que me echen”, recordó entre risas, en diálogo con BigBang. “La primera idea había sido un fuentón de ropa, pero si lo llegaba a cortar, mi mamá me mataba. Otra opción había sido usar una de las botellas retornables, pero era muy dura de cortar. Encontré un balde tirado en el patio y resultó más óptimo”.

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De esta forma, el adolescente lo amoldó con la forma de una canillera con un secador de pelo, hizo un diseño con una foto que tenía de su familia, la imprimió y se la pegó. “Cuando al siguiente partido fui al Club, mis compañeros me empezaron a preguntar a dónde me las había comprado, que les encantaba y querían unas. Por vergüenza, les dije que las vendía un tío mío que vivía en Buenos Aires, el cual nunca existió”.

Después de un año se dio cuenta del potencial que tenía ese invento que surgió de forma inesperado: “Cuando estaba en el último año del colegio, me empecé a preguntar qué era lo que quería hacer cuando termine la secundaria y me surgió la curiosidad de lo que era emprender. De algún modo, antes había aprendido, porque vendíamos chatarra, organizábamos torneos de fútbol en mi barrio, vendíamos películas en la calle o nos rebuscábamos como podíamos”.

De esa forma a Machuca se le ocurrió vender canilleras personalizadas con fotos que le enviaban los clientes. Al primero que le golpeó la puerta para dar inicio a su idea fue a un amigo: “También estaba en esa de buscarse un mango. Él hacía muebles a partir de madera que juntaba en la calle y los vendía. Cuando le dije: 'Necesito que me des una mano con esto que vamos a armar una empresa', me miro raro, pero después aceptó”.

En principio, empezaron en su cuarto, “sin saber lo que estábamos haciendo, sin saber prácticamente nada”. En un momento, el proyecto dio un giro: “La personalización de las canilleras era cada vez más tardía porque le poníamos atención al detalle y mucho foco en el diseño

Juntaban baldes y tubos PVC de las obras de construcción hasta que se dieron cuenta que no era más viable: “La personalización de las canilleras era cada vez más tardía porque le poníamos atención al detalle y mucho foco en el diseño, entonces dijimos que era momento de construir una marca y que la gente deje de comprar un servicio de personalización, sino de apalancarse de que estábamos reciclando y que eso sea un valor por el cual la gente empiece a sentirse identificada”.

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Se aliaron con una organización, empezaron a incluir a más personas y el proyecto dio un giro: “Era momento de crecer. Pensamos en qué otros materiales podíamos reciclar y nos dimos cuenta que las tapitas eran utilizables e introducibles en un nuevo proceso productivo. Es un material que post consumo tiene mucha utilidad que no se estaba aprovechando y nosotros decidimos orientarlo hacia la práctica del deporte”, comentó el joven.

Y así nació Fenikks: “Puse ese nombre por el Ave Fénix, que resurge a partir de las cenizas y sigue volando. Es un poco lo que pasó con la historia de resiliencia que me permitió transformar una situación, que quizá lo hubiese tomado como un potencial problema, como una oportunidad”.

En primer lugar, para el proceso de armado de una canillera se recolectan las tapitas, se procesan y pasan por un proceso de limpieza para que el material se encuentre en condiciones de recuperación. De esta forma, son separados por color y el plástico es triturado. Como último paso, se introduce en una máquina en la que el material se derrite y entra en un molde en el que sale con la forma de una canillera. Con 65 tapitas se arma un par de canilleras.

Empezaron a trabajar con clubes profesionales de fútbol, los cuales se encargaron de crear puntos de recolección de tapitas y por cada canillera vendida, les entregan otra como premio: “Mi sueño cuando era chico era jugar en un club profesional, aunque no terminé viviendo de eso, el fútbol me dio un montón de posibilidades”.

Hoy en día, Fenikks está formado por un equipo de siete personas y tienen un margen de producción mensual de 30 mil pares de canilleras, mientras que durante el último mes vendieron 15 mil. A través del proceso productivo que fueron desarrollando, en seis horas logran producir mil pares.

El joven añadió: “Al principio se nos hacía raro que haya gente que nos compre desde Bariloche, Tierra del Fuego, Bahía Blanca... algo que estábamos haciendo con nuestras propias manos termine viajando a lugares que quizá en ese momento ni conocíamos. 'Qué ganas de ir a llevar las canilleras nosotros', decíamos”.

 

En la actualidad, Machuca tiene 21 años y sigue pensando a lo grande: su objetivo es desarrollar la mayor cantidad de productos deportivos sustentables. “La idea de armar canilleras surgió porque yo no las tenía y terminó resultando en una oportunidad para que a nadie más le falte. Queremos lograr eso con la mayor cantidad de equipamiento deportivo”.

Junto a una empresa textil que produce telas a partir de poliéster reciclado, van a desarrollar una línea de indumentaria para Clubes de fútbol que no se encuentren en condición para poder comprar equipamiento. Y añadió: “También estamos trabajando en canilleras de hockey, pero nuestro sueño y visión a mediano y corto plazo es hacer botines de fútbol para que todos puedan jugar en igualdad de condiciones y no haya más chicos jugando descalzos”.

Como conclusión, el joven comentó: “El mensaje que siempre trato de dar es que la gente se anime a hacer, sin importar de dónde venga o si están limitadas en cierto sentido por el contexto, porque podemos superar cualquier cosa y siempre va a haber gente dispuesta a darnos una mano, yo soy una de esas personas que está dispuesta a facilitar desde mi lugar”. 

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