31 Agosto de 2016 08:51
"Dios quiera que no haya más Martínez Poch, ahora quiero empezar a vivir", dijo Vanesa Rial después de que la Justicia de La Platade prisión por la violación y el secuestro de una de sus parejas y el abuso sexual de sus dos hijas. José Martínez Poch fue condenado a 37 años.
Martínez Poch recibió con gestos irónicos su condena.
El Tribunal Oral en lo Criminal 1 de La Plata, integrado por los jueces Juan José Ruiz, Carmen Palacios Arias y María Isabel Martia, dispuso la pena por unanimidad y rechazó el pedido de declararlo inimputable, como reclamó la defensa.
El condenado reaccionó con gesto socarrón ante la sentencia, mientras los allegados a las víctimas que se encontraban en el recinto aplaudían y vivaban el fallo, que fue bien recibido por las víctimas.
[AMPLIAMOS] Así condenaron a Martínez Poch: deberá estar 37 años tras las rejas https://t.co/Lr7txNAHir pic.twitter.com/UDoHWwdyJm
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Así, pudo verse a Martínez Poch sonriendo de costado luego de la lectura del fallo, para inmediatamente después llevarse el dedo medio a la boca y hacer el signo de "fuck you" ante los gritos del público presente.
"Terminó mi pesadilla", dijo, por su parte, Vanesa Rial. Le había llegado la hora de, al menos, encontrar un poco de paz.
La historia de un sádico
Los pormenores del caso -cuyos hechos principales se remontan al 2013- son difíciles de creer y más aún de digerir. Provocan sentimientos encontrados, entre la perplejidad y la furia. Los adjetivos no son suficientes para describirlo.
La acusación que enfrenta el ex disc jockey Carlos Cristian Martínez Poch por la privación de la libertad y vejámenes varios cometidos contra su ex, la abogada Vanesa Rial y sus hijas, superan lo imaginable, aún dentro del encuadre más espeluznante de violencia de género.
Martínez Poch sometió a vejámenes inimaginables a su ex pareja e hijas.
La fiscal Florencia Budiño adelantó que pudo probar que Martínez Poch es "autor responsable de privación ilegal de la libertad doblemente agravada y abuso sexual con acceso carnal”, en perjuicio de Rial, y “corrupción de menores agravada y abuso sexual gravemente ultrajante”, en perjuicio de sus propias hijas. Los detalles son estremecedores.
Vanesa Rial rompió en llanto al relatar los hechos.
"Estoy definitiva, rotunda y categóricamente condenado mediáticamente; un millón de palabras y una tonelada de papel me hicieron el peor tipo de la Argentina y yo aún no hablé", dijo el acusado ante la prensa y hasta tuvo una ironía: manifestó que de lo que se arrepiente es "de haber invitado a cenar a Vanesa. Se mostró serio mientras la mujer contaba el infierno y la humillación que tuvo que soportar en 2013 cuando la tuvo "prisionera" en un departamento de La Plata, donde abusaba de ella con violencia y cotidianeidad.
Le decían El Conde y era muy conocido en la noche platense.
"No saben lo difícil que fue criar solo a una familia", se victimizó, ya que quedó viudo cuando sus dos hijas tenían 6 y 7 años. Pero Martínez Poch, según indican las pericias, es un "psicópata, un manipulador, un mentiroso, no siente culpa, y está contento con cómo es, con su forma de vida". Se podría agregar que también revela rasgos de una marcada sociopatía.
En el juicio la querella dijo que las niñas, hoy mayores, vivieron con un "pervertido, un depravado"
Dada la personalidad de Poch, no era de extrañar que en su casa encontraran reflejos de su violencia innata: en las testimoniales, un policía y un testigo dieron detalles sobre el allanamiento en la casa del acusado durante el cual se secuestraron cuchillos, dos rifles y un arma de fuego.
Otro rasgo de su personalidad era su conducta sexual depravada y la carencia de filtros para manifestarse al respecto. No sólo era sádico, también zoofílico.
En la acusación se mostró imperturbable.
Sexo, drogas y perros
Una testigo, su vecina, contó hoy que el acusado traumó a su perra. Y precisó: “me cuidaba a la perra boxer, decía que tenía un amor profundo por los animales. Nina era una perra atigrada. Un día la llevó a su departamento para ver si Vanesa estaba bien y me dice 'tu perra casi me come el chorizo', pensé que era comida y le dije que se lo pagaba, pero Poch me dijo 'este chorizo' (agarrándose), y me dijo que la perra se lo estuvo chupando y que casi se lo come. Antes, había estado golpeando a Vanesa como si fuese normal."
La bisexualidad era otra característica marcada, según los vecinos. Pablo Rodríguez, encargado del edificio donde vivía, iba al departamento de Poch con frecuencia. "Ellos se burlaban y se reían de Vanesa, bajaban las escaleras subiéndose la bragueta del pantalón. No sé qué hacían puertas adentro, pero ellos me parece que mantenían una relación muy amorosa entre sí", aportaron testigos.
Era muy conocido en los boliches de La Plata.
A Poch le encantaban las "giras" nocturnas, y la propia víctima relató ue la llevaba a diferentes boliches de La Plata. Allí mismo, en mas de una ocasión, la fornicó a la vista de los habitués.