10 Diciembre de 2025 09:02
La historia comenzó el 11 de octubre de 2025, cuando Juana Inés Morales y Alberto Pedro Kreder -una pareja de jubilados que llevaba menos de un mes de relación- salieron temprano desde el domicilio de él, en la calle 1° de Mayo del barrio Ciudadela, a bordo de una Toyota Hilux color champagne. Se dirigían hacia Camarones. A las 09:53 de ese mismo día, ambos teléfonos tuvieron su última conexión. Desde entonces, nada. El Gobierno Nacional confirmó la búsqueda y, a pedido de la Oficina Fiscal de Comodoro Rivadavia, difundió una recompensa millonaria para quien aporte datos certeros. "El pago de la recompensa será realizado en este Ministerio o en el lugar que designe la representante de esta cartera de Estado, previo informe del representante de la autoridad interviniente sobre el mérito de la información brindada a fin de preservar la identidad del aportante", indicó el Ministerio de Seguridad. Son $5 millones por cada uno. Pero el dinero no despeja el misterio.

El 17 de octubre, seis días después de la desaparición, apareció la Hilux. Abandonada. Cerrada. A seis kilómetros de la costa, en un paraje inhóspito conocido como Zanjón de Visser, a quince kilómetros de la Ruta 3. Adentro estaban los objetos personales de la pareja. Afuera, un silencio desolador. Ninguna huella. Ninguna señal. Ningún rastro humano. La resolución oficial que habilitó la recompensa admitió tres hipótesis: "ausencias voluntarias de las personas", un accidente o la posibilidad más inquietante: "desaparición a partir de resultar ser posibles víctimas de un hecho delictual". Pero ninguna de ellas parece sostenerse con firmeza. Ninguna explica lo inexplicable.

Con el paso de las semanas, familiares y allegados comenzaron a advertir algo más inquietante que la falta de respuestas: la falta de movimiento. "La semana pasada no hubo búsqueda. Antes nos llamaban todos los días y ahora somos nosotras las que tenemos que llamar para preguntar si hay novedades", lamentó Claudia Kreder en diálogo con Radiocracia. La hija de Alberto asegura que no hay líneas de investigación nuevas, que las búsquedas se reducen y que las autoridades no informan avances. La frustración crece también por la ausencia de resultados periciales. El ADN solicitado al inicio del caso sigue sin ser entregado.
De hecho, Claudia destacó que "todavía se está esperando el resultado del ADN". "Fijate el tiempo que ha pasado y ese resultado no está", contó. Por aún: tampoco hay información sobre las huellas levantadas en el vehículo. "Van a ser dos meses y todavía no se puede saber si hubo un tercero dentro de la camioneta". La pregunta se vuelve inevitable: ¿cómo puede una investigación de esta magnitud acumular semejantes vacíos? Para la familia, lo más desesperante es la falta absoluta de indicios. "Es muy difícil entender que no haya aparecido un zapato, una prenda, el teléfono o algo: o se está buscando en el lugar equivocado, o no sé qué pasa", señaló Claudia.

La hipótesis del mar -la primera que se evaluó por la proximidad a la costa- perdió fuerza: "Lo del mar está casi descartado. Entiendo que el mar devuelve. En Bahía Bustamante se buscó y no se encontró nada". Mientras tanto, el tiempo avanza. La zona es vasta, árida, desigual. Si hubo un accidente, nada lo prueba. Si hubo un delito, no hay rastros. Si se trata de una ausencia voluntaria, resulta incompatible con la vida cotidiana y el perfil de ambos.
La familia intenta continuar, pero no puede. "Intentamos volver a la normalidad, pero es imposible. La vida cambió y necesitamos respuestas para poder recuperarla", expresó Claudia. Lo que al principio era una convicción -que aparecerían con vida, que algo los había demorado, que todo tendría explicación- se transformó en una duda dolorosa: "Lo que para nosotros era una afirmación, una certeza de que los íbamos a encontrar, hoy se convirtió en esta pregunta: ¿los vamos a encontrar?".
En medio de ese abismo, hubo un único sostén constante: la comunidad. "La gente fue muy solidaria. Estamos muy agradecidas por las demostraciones de apoyo y por la difusión, porque sin este acompañamiento no hubiese llegado tanto recurso", valoró la familia. Mientras el Ministerio de Seguridad ordena difundir afiches, habilita la línea 134 y establece el pago de recompensas, la investigación parece caminar más lento que nunca. Dos meses sin rastros, sin resultados, sin una teoría firme.

