El 31 de enero de 2009, hace 10 años, Luciano Arruga fue visto por última vez con vida. El adolescente de 16 años vivía en el Barrio 12 de octubre de Lomas del Mirador, una zona de casas humildes. 

Luciano Arruga desapareció poco antes de cumplir 17 años.

Asustada porque no regresó a la noche, su familia comenzó a buscarlo en el destacamento policial de la zona, en comisarías y hospitales. Luego de varios días sin noticias, se interpuso un hábeas corpus que fue rechazado.

Los Arruga tenían razones para preocuparse. La policía bonaerense había hostigado durante meses a Luciano y en septiembre de 2008 fue detenido ilegalmente en el destacamento policial de Lomas de Mirador y torturado. 

Allí estuvo encerrado 10 horas mientras su madre, Mónica Alegre y su hermana, Vanesa Orieta, pedían por su liberación y los policías se la negaban por no poseer -según ellos- "la documentación necesaria". 

La razón detrás de esa persecución era criminal y repudiable: a cambio de robar para la policía, le habían ofrecido un arma, liberarle la zona y garantizarle una rápida liberación en caso de ser detenido. Luciano se negó. 

Búsqueda y hallazgo

Durante más de cinco años, Mónica y Vanesa encabezaron con valentía la búsqueda del adolescente, con el apoyo de organizaciones de derechos humanos, movimientos sociales y partidos de izquierda. 

Mónica y Vanesa, madre y hermana de Luciano, impulsaron su búsqueda.

Recién en de octubre de 2014 fue hallado el cuerpo de Luciano: estaba sepultado como NN en el cementerio de la Chacarita. Según se determinó, fue atropellado en la autopista General Paz la misma noche en la que fue visto por última vez. De acuerdo al testimonio del conductor que lo embistió, se sospecha que el joven huía de policías que lo perseguían.

Trasladado herido al Hospital Santojanni falleció allí y fue enterrado como NN a pesar de que su madre y su hermana lo habían buscado en ese nosocomio, donde estaba registrado como un "masculino de 25 años".

Impunidad

A una década del hecho, la causa que investiga la desaparición y muerte de Luciano aún está en etapa de instrucción. La primera carátula fue, insólitamente, la de "averiguación de paradero. Recién en 2013, luego de pasar a la justicia federal, se recaratuló como "desaparición forzada".

Mientras tanto, la causa por las torturas que recibió el joven en su detención ilegal del 2008 tuvieron un sólo condenado: el policía bonaerense Diego Torales, sentenciado en el 2015 a 10 años de prisión.

Los jueces por unanimidad encontraron culpable al ex uniformado por ser responsable de "tormentos físicos agravantes" contra el adolescente, de 16 años, en la cocina del entonces destacamento policial de la localidad bonaerense de Lomas del Mirador.