20 Noviembre de 2025 11:01
A los 51 años, Robbie Williams volvió a ser noticia, pero no por un nuevo disco ni por un regreso triunfal a los escenarios. Esta vez, el artista británico encendió alarmas entre sus fanáticos al confesar que su visión se está deteriorando de forma progresiva y preocupante, un problema que -según él mismo asegura- estaría directamente vinculado a las inyecciones para bajar de peso que utiliza desde hace meses. La grave confesión surgió en declaraciones recogidas por The Sun, donde habló sin muchas vueltas: "Llevo un tiempo viendo borroso y cada vez va a peor", contó, detallando que desde hace semanas percibe un progresivo oscurecimiento de su campo visual.

El cantante vincula directamente este deterioro a los tratamientos farmacológicos que lo ayudaron en su reciente pérdida de peso, entre ellos fármacos con tirzepatida, principio activo presente en el medicamento Mounjaro, originalmente destinado a pacientes con diabetes tipo 2 y hoy popularizado como método para adelgazar. Williams relató el momento en que comprendió que algo estaba mal: "Los jugadores eran solo manchas borrosas en el campo verde frente a mí", dijo sobre un partido de fútbol americano. Y agregó otro episodio ocurrido durante un show: "Miraba al público y sabía que estaban allí, pero no podía distinguir las caras".
Ni siquiera el cambio de graduación en sus gafas trajo alivio. El cantante fue contundente: "Mis problemas de visión no tienen nada que ver con la edad. Yo creo que son las inyecciones". Luego, con crudeza, lanzó la frase que paralizó a sus seguidores: "Si esto va a más, podría quedarme ciego de un ojo. Y eso, para alguien que vive del escenario, es aterrador". Aunque no existe evidencia concluyente de que los agonistas del GLP-1 como la tirzepatida o la semaglutida provoquen daños visuales, sí crece el debate científico y social en torno a sus efectos secundarios.

Robbie, sin proponérselo, se transformó en una voz visible de ese debate: su historia expone hasta dónde puede llegar la presión estética y el costo oculto de los tratamientos que prometen resultados rápidos. La fragilidad detrás del ícono pop volvió a quedar expuesta hace apenas semanas. En octubre, Robbie anunció públicamente que padece síndrome de Tourette, revelación que hizo en el pódcast I'm ADHD! No You're Not. Allí explicó que el trastorno no se manifiesta con tics visibles, sino con pensamientos invasivos: "Descubrí que tengo Tourette, pero no se manifiesta externamente. Son pensamientos intrusivos que ocurren dentro de mí".
El artista también confesó que vive con miedo a las giras y actuaciones en vivo: "La gente piensa que debería emocionarme, pero en realidad estoy aterrorizado". Sus palabras revelan una lucha interna profunda: "Parezco lleno de bravura y hago grandes gestos, pero en el fondo siento todo lo contrario". Su historial de salud mental es extenso. Fue diagnosticado con TDAH en tres ocasiones. La primera, en 2006, derivó en un uso abusivo de la medicación: "Empecé tomando las pastillas y acabé triturándolas e inhalándolas".

En 2018 ya había expuesto su temor a estar en el espectro autista: "Puede que tenga Asperger o autismo. No sé en qué espectro me encuentro, pero sé que en alguno". Años después se sometió a una prueba: dio negativa, aunque identificó rasgos vinculados a ansiedad social y necesidad de refugio: "Cuando estoy en la cama, ese es mi lugar seguro. Cualquier lugar fuera de la cama es mi zona de incomodidad". Pese a algunos avances, la incomodidad persiste: su búsqueda de respuestas continúa.

