19 Octubre de 2015 10:54

Blanca y pura, el azúcar es un elemento presente en los platos del menú argentino. Pero por la caída de los precios interno y externo y la sobreoferta del producto, entre otros factores, llevaron a una dicotomía que se instaló este año entre dos segmentos de la misma industria: producción de azúcar y alcohol de caña.
El constante incremento de la productividad azucarera de la provincia de Tucumán, se halla estrechamente vinculado al trabajo realizado por la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres, un Ente Autárquico del área del Ministerio de Desarrollo Productivo del Gobierno de la provincia norteña. La institución ha sido responsable de innumerables mejoras en materia productiva y medioambiental.
La última innovación desarrollada por este organismo es una caña de azúcar transgénica, resistente al glifosato y a otros principios activos, un trabajo que llevó más de seis años en concretarse. La semana pasada, el sueño tucumano parecía concretarse. El Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Carlos Casamiquela y el Secretario de este ministerio Dr. Roberto Gabriel Delgado firmaron la aprobación de este tipo de cultivo denominado “Tuc 87-3 RG”.
Actualmente en el país se muelen diariamente cientos de miles toneladas de maíz transgénico para la producción de jarabes de alto contenido de fructuosa y otros derivados, que son incorporados a miles de productos de consumo masivo sin trazabilidad alguna (y con serios cuestionamientos, a nivel mundial, en relación con sus efectos adversos sobre la salud humana), no pareciera que con la caña de azúcar esto deba ser un problema. Es necesario reconocer la problemática del sector azucarero, motor de la economía tucumana, y a partir de ello prepararse para los avances que la competencia impone, tales como la instalación de nuevas plantas deshidratadoras, los avances en biotecnología y la investigación comercial y productiva. En este marco, las “restricciones comerciales” planteadas y evidenciadas, no parecieran ser la consecuencia, sino la causa de la sobreoferta de la producción nacional de azúcar. Por el lado de la oferta, si algo está influyendo sustancialmente, son los edulcorantes sustitutos del azúcar, calóricos y no calóricos, que tienen un exagerado crecimiento, ya comprobado, dentro del mercado argentino, muy por encima de lo que sucede en el resto del mundo y que pareciera no tener ninguna trascendencia para algunos actores que concurren al “mismo mercado” con diversidad de productos edulcorantes.
La nueva variedad de caña de azúcar creada por la Estación Experimental Obispo Colombres, resistente al glifosato, implica estar a la vanguardia y en la frontera de la ciencia actual. Se trata de la aplicación de tecnologías que permiten mayor productividad y agregan competitividad al sector sucroalcoholero, porque nadie, seriamente, se plantea hoy un divorcio entre el alcohol y el azúcar. Ambos productos, más la co-generación eléctrica, son parte indivisible de un mismo negocio, tal cual es la realidad de los ingenios de la provincia. Estas nuevas realidades significan una mejora generalizada para el sector que incluye generación de ventajas frente a la activa competencia, la creación de más empleo y la creación de riqueza genuina.