22 Septiembre de 2025 12:11
Un hecho aberrante y difícil de digerir sacudió a la Ciudad de Buenos Aires este fin de semana. Un joven, de no más de 20 años, fue filmado por sus propios cómplices mientras robaba dos gansos de los Lagos de Palermo para llevárselos a su casa, donde los arrojó a la pileta de un jardín como si se tratara de un chiste. Las imágenes, difundidas por C5N, revelan una mezcla de impunidad, premeditación y crueldad que genera rechazo unánime.
La secuencia, grabada en complicidad por al menos dos acompañantes, muestra al joven tendiendo una trampa: arroja migas de pan en la orilla del lago para atraer a las aves y, cuando estas se acercan confiadas, las toma bruscamente del cuello y las carga en brazos mientras grita "¡Vamos, vamos!", en medio de risas. Desesperados, los animales baten las alas intentando liberarse, pero terminan encerrados en un auto estacionado sobre la avenida Sarmiento.
El segundo video es aún más perturbador. Allí se los ve nadando en una pileta de una casa particular con agua clorada, un ambiente completamente ajeno y peligroso para estas aves acuáticas. El cloro puede provocarles irritación en la piel, los ojos y las patas; problemas respiratorios por inhalación de vapores; e incluso enfermedades gastrointestinales si ingieren el agua. También se daña el delicado plumaje que necesitan para mantenerse saludables.
A todo esto se suma el brutal estrés de haber sido arrancados de su hábitat, donde alternan entre agua limpia y tierra, alimentándose de hierbas y pasto en comunidad. El episodio no es solo un robo: es un claro caso de maltrato animal, con una dosis extra de cinismo al haber sido filmado deliberadamente para su difusión en redes sociales, como si fuera una "hazaña". La puesta en escena revela una frialdad inquietante: la premeditación de un delito cometido con fines de exhibicionismo digital.
Todo esto, claro está, sin medir el sufrimiento ocasionado. El vehículo utilizado ya fue identificado, pero hasta el momento no trascendió la identidad del agresor. La indignación crece y el pedido de sanciones se multiplica: vecinos, ambientalistas y usuarios en redes exigen que la Justicia actúe con firmeza. No se trata solo de un hecho aislado y repudiable, sino de un espejo alarmante de la banalización de la crueldad en tiempos donde el espectáculo parece tener más peso que la empatía.

