04 Agosto de 2025 12:31
La noche del sábado se tiñó de sangre en la ciudad de Frías, Santiago del Estero. Eran pasadas las 22 cuando Darío Rubén Rojo, un hombre de 46 años, escuchó desde su casa los gritos desesperados de una mujer. Provenían de la vereda, del Pasaje Teresa de Calcuta al 1500. Salió sin dudarlo, impulsado por un instinto simple: ayudar. Lo que encontró fue una escena brutal: su vecino Sebastián Ibarra, de 24 años, golpeaba a su pareja en plena calle. "¿Qué hacés? ¿Cómo le vas a pegar así a tu mujer?", le increpó Darío, indignado. No fue una frase heroica. Fue una reacción humana, visceral. Pero esa pregunta terminó desencadenando su condena.

La respuesta no fue el silencio ni el arrepentimiento. Fue una golpiza despiadada. A Sebastián se le sumaron sus hermanos, Ramiro y Walter Ibarra. Entre los tres lo rodearon y comenzaron a golpearlo con furia. La violencia escaló en cuestión de segundos. Uno de ellos sacó un cuchillo. Le asestó tres puñaladas en la parte baja de la espalda. Darío cayó. Su cuerpo quedó tendido en la calle mientras los agresores huían. Un móvil de emergencias lo trasladó al Hospital Zonal de Frías. Llegó sin vida.
La noticia sacudió a la ciudad. Apenas se confirmó el crimen, la tensión estalló. Familiares de Rojo fueron hasta la casa de los agresores. Allí se desató una nueva pelea: una batalla entre hermanos que dejó varios heridos. El padre de los Ibarra terminó apuñalado y debió ser internado en grave estado, con un neumotórax. Un hermano de la víctima fatal recibió un ladrillazo en la cara. La fiscal Analía Nóblega Rayó ordenó que el cuerpo de Darío sea sometido a autopsia.
Mientras tanto, la Policía detuvo a los tres atacantes y a Ramiro Emanuel Ibarra. Todos serán indagados en las próximas horas. También fueron hospitalizados Sebastián Ibarra, Sergio Rojo y Francisco Pérez, con heridas de distinta gravedad. Darío Rojo era padre de tres niños, esposo, vecino querido. Su decisión lo enfrentó a una violencia que ya no reconoce límites. Quiso socorrer a una joven siendo atacada y quedó rodeado por la soledad de quienes aún creen que vale la pena intervenir.

En las redes sociales, los mensajes se multiplican. Mariel, una vecina, escribió con rabia y dolor: "Dejaron a tres niños sin su padre. Le arrebataron la vida. Destruyeron una familia. Que paguen por lo que hicieron". Ángel agregó: "No mataron a un animal, mataron a un papá que vivía por sus hijos". Los familiares de Rojo también lo despidieron en las redes. Su hermana Gisel compartió fotos en su muro. "Te vamos a extrañar siempre, hermano", escribió. Darío Rojo murió como vivió: haciendo lo correcto. Que su muerte no sea en vano. Que la justicia no llegue tarde. Y que algún día, salir a defender a alguien no implique jugarse la vida.

