05 Septiembre de 2025 11:52
Parecía una historia sacada de una película de suspenso, pero sucedió en Mar del Plata. Durante décadas, un cuadro robado por los nazis en Países Bajos adornó el living de una familia sin que nadie -o al menos eso aseguran ellos- sospechara de su verdadero origen. La obra en cuestión es "Retrato de una dama", pintada en 1710 por el italiano Giuseppe Ghislandi, que formaba parte de la colección del comerciante judío Jacques Goudstikker.

Los nazis se la apropiaron durante la ocupación, y 80 años más tarde terminó exhibida sobre un sillón triple en una casa de Parque Luro. El caso salió a la luz casi por casualidad: un aviso inmobiliario con fotos de la propiedad llegó a manos de periodistas neerlandeses, que reconocieron el cuadro desaparecido desde hacía más de ocho décadas. El escándalo cruzó el Atlántico y rápidamente intervino la Justicia argentina.
El hallazgo derivó en allanamientos, arrestos domiciliarios y un desfile de explicaciones insólitas. Patricia Kadgien, hija del financista nazi Friedrich Kadgien, declaró que siempre conoció al cuadro como "el monje". "Era un retrato de quien yo entendí en aquel momento se trataba de un monje o alguna persona religiosa", relató. Según su versión, el cuadro había pasado de mano en mano dentro de la familia hasta llegar a su casa.
Durante 35 años, el óleo de 116 por 87 centímetros se lució entre veladores y visitas, hasta que la venta de la vivienda encendió las alarmas. Kadgien asegura que pensó que los llamados que recibió eran una estafa: "Jamás oculté dicho cuadro a terceros; aquel estuvo siempre visible en el living de mi casa e ignoraba por completo el presunto origen que se refería", dijo en su descargo.

Pero la Justicia no lo tomó tan a la ligera. El fiscal Carlos Martínez imputó a Kadgien y a su marido, Juan Carlos Cortegoso, por encubrimiento agravado, acusándolos de intentar ocultar la obra pese a saber que era buscada internacionalmente. Aunque recuperaron la libertad, tienen prohibido salir del país y debieron entregar sus pasaportes. La trama sumó otro capítulo durante los últimas horas: el FBI informó al fiscal marplatense que los familiares de Goudstikker reclamaron la devolución de la obra en Nueva York. El juez Santiago Inchausti, mientras tanto, dispuso que el cuadro quede bajo resguardo de la Corte Suprema de Justicia.

Es el más alto tribunal del país el que deberá decidir si será trasladado al Museo del Holocausto en Buenos Aires o restituido a sus legítimos herederos. El valor estimado de la pieza ronda los 50 mil dólares, aunque lo que está en juego trasciende lo económico: se trata de un símbolo de memoria histórica y de la reparación de un expolio sistemático. De Mar del Plata a La Haya, pasando por Washington y Buenos Aires, la historia de este cuadro parece lejos de terminar. Un óleo de 300 años que revela, una vez más, que el pasado nunca queda del todo enterrado.

