11 Diciembre de 2025 11:50
La escena, grabada desde un casco y subida a redes sociales, parece salida de una pesadilla urbana: un hombre manejando por las calles de la Ciudad de Buenos Aires, con su hija sentada atrás, mientras en la pantalla apoyada sobre el volante no aparece un mapa, un mensaje urgente ni una llamada de emergencia... sino el brillante tablero de Candy Crush. La irresponsabilidad quedó expuesta cuando un motociclista, que circulaba detrás del automóvil, advirtió que el conductor tenía el celular en la mano. Se acercó, lo increpó y registró toda la secuencia: "Dejá el celular, flaco, estás pelotudeando", le dijo.
Lo que ocurrió después elevó la tensión al punto del absurdo. El conductor, lejos de asumir la infracción, aceleró el auto y casi lo atropella. "¿Qué te pasa, imbécil?", le gritó, enfurecido. El motociclista, que seguía grabando, insistió con un reclamo que terminó resonando en todo el país: "Vas con tu hija y estás jugando a los jueguitos. Cuidá a tu hija, hermano. Tenés la cara filmada... mirá cómo te filmo la patente y te escracho."
La secuencia rápidamente se volvió viral. El conductor del auto, en lugar de recomponerse, decidió seguir al motociclista. Se puso a su lado, lo insultó nuevamente y volvió a atacar verbalmente cuando el otro le recordó lo obvio: que él mismo era quien ponía en riesgo a su hija, a sí mismo y a todos los que circulaban por la zona. El motoquero, firme, le respondió: "¿A quién le decís imbécil? ¿Por qué te enojás conmigo? Decime con qué te falté el respeto. Te duele la verdad".
La cámara del casco captó cada insulto, cada maniobra peligrosa y hasta un detalle escalofriante: no solo jugaba al Candy Crush mientras manejaba, sino que además no llevaba puesto el cinturón de seguridad. El video, difundido masivamente en redes, llegó a las autoridades. La Agencia Nacional de Seguridad Vial identificó al conductor y actuó de inmediato: le retiraron la licencia de conducir.

La indignación pública no tardó en multiplicarse. Comentarios, réplicas y debates estallaron en torno a una misma pregunta: ¿qué tan naturalizado está el uso del celular al volante como para que alguien llegue a jugar videojuegos mientras conduce con su hija en el asiento trasero? La respuesta, en esta ocasión, tuvo consecuencias: exposición pública, reproche social y sanción administrativa.

