11 Diciembre de 2025 11:18
Durante diez años, en silencio y sin sospecharlo, un jubilado de 86 años de Campo Viera vio desvanecerse parte de sus ahorros mientras alguien, desde la sombra más cercana, drenaba peso por peso de sus cuentas bancarias. La historia, que mezcla vulnerabilidad, confianza quebrada y una maniobra sostenida con frialdad quirúrgica, estalló esta semana cuando la Policía de Misiones detuvo a una joven de 27 años acusada de haberle robado durante una década.
La trama comenzó en 2014, cuando la sospechosa tenía apenas 17 años y, según reconstruyeron los investigadores, inició una relación afectiva con el hombre. Esa cercanía, que él creyó compañía, habría sido la puerta de entrada a un esquema de estafa persistente: operaciones bancarias, pagos digitales, suscripciones y consumos ejecutados desde su tarjeta de crédito y su home banking, todo sin su autorización.

La víctima, identificada como Aníbal S., residente del kilómetro 25, vivió por años acompañado por una sombra digital que se movía detrás de cada transferencia. "Desconocidos utilizan mi tarjeta", dijo al radicar la denuncia, sin imaginar que la pista conduciría a quien había dejado entrar en su vida. Cuando por fin notó consumos extraños y pidió ayuda, emergió la profundidad del daño: una década de movimientos irregulares que habían pasado inadvertidos, diluidos en cuotas, abonos y pequeños pagos que sumados conformaban un perjuicio millonario.
El hallazgo más contundente surgió al analizar los resúmenes. La tarjeta del jubilado estaba vinculada a servicios como YouTube Premium y Netflix, instalados en el teléfono de la joven. Las suscripciones estaban activas, pagadas mes a mes con el dinero de la víctima. Es decir: mientras él intentaba estirar su jubilación, en otra casa, a solo tres kilómetros, otro dispositivo disfrutaba de contenidos premium gracias a sus fondos.
Con esa información, la Policía de Misiones montó un operativo certero. En el kilómetro 28, donde vive la sospechosa -Ángela Paola de S.- los agentes la demoraron y secuestraron su teléfono celular, considerado la pieza clave capaz de reconstruir cada paso de una década de maniobra silenciosa. Fuentes policiales detallaron que la mujer quedó a disposición del Juzgado de Instrucción Dos de Oberá y enfrenta una causa por estafa. Ahora, los peritos trabajan para determinar el monto total defraudado, un cálculo que podría revelar la verdadera magnitud de una historia que combina vulnerabilidad, abuso de confianza y un engaño sostenido con paciencia milimétrica.

