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Parches cambiarios

El derrumbe financiero acorrala a Milei en la previa electoral: las acciones en su nivel más bajo y se disparó el riesgo país

El riesgo país rozó los 900 puntos, las acciones argentinas sufrieron otro duro castigo en Wall Street y el dólar volvió a encender alarmas.

04 Septiembre de 2025 12:41
Karina y Javier Milei
Karina y Javier Milei

A días de las elecciones en la provincia de Buenos Aires, el gobierno de Javier Milei enfrenta un escenario económico en estado de alarma permanente. Los mercados le dieron la espalda: las acciones argentinas en Wall Street cayeron hasta más de 4% en una sola jornada, los bonos se hundieron y el riesgo país trepó a los 900 puntos básicos, su nivel más alto del año. 

Javier y Karina Milei en Moreno
Javier y Karina Milei en Moreno

Se trata de un castigo brutal que contrasta con la euforia de los índices globales, que acumulan subas de hasta 30% en lo que va de 2025, mientras Argentina se hunde en un retorno negativo del 32%. El deterioro se aceleró en las últimas dos semanas, alimentado por la incertidumbre electoral en Buenos Aires, la ofensiva del Congreso contra el ajuste y, sobre todo, por el escándalo que salpica al oficialismo tras los audios de Daniel Spagnuolo y las sospechas de coimas en la compra de medicamentos. Una tormenta perfecta que dejó al país como una anomalía tóxica en el mapa financiero global.

Algunos bancos de inversión como Morgan Stanley intentaron vender optimismo: aseguran que los activos argentinos cotizan con un descuento histórico y que el riesgo de nuevas caídas es limitado, apenas un 10% más. Sin embargo, la advertencia está implícita: todo depende de las urnas. Un resultado adverso en Buenos Aires podría desatar una corrida que ni los analistas más benevolentes se atreven a medir. El mensaje del mercado es brutal en su simpleza: la única esperanza de una recuperación es un golpe político al oficialismo. Una derrota que no supere los cinco puntos en la provincia sería "digerible", dicen los informes. 

Luis Caputo y Javier Milei
Luis Caputo y Javier Milei

Un empate técnico o incluso una victoria libertaria, por mínima que sea, funcionaría como un "shock positivo". Milei depende, paradójicamente, de que su propio espacio no pierda demasiado. La presión también se siente en el frente cambiario. Pese al arsenal de medidas -suba de encajes, tasas de interés exorbitantes, intervenciones en futuros y ventas de reservas encubiertas- el dólar sigue trepando hacia el techo de la banda de flotación acordada con el FMI. Ante el riesgo de un salto abrupto, el Tesoro oficializó su intervención en el mercado cambiario, reconociendo lo que hasta ayer era apenas un rumor: la flotación es cada vez más sucia.

La foto del martes fue más que elocuente: el dólar oficial minorista cerró en $1375, apenas $10 menos que el día anterior tras la intervención. En el mercado paralelo, el blue se mantuvo en $1360, mientras que el MEP y el CCL cedieron algo, luego de fuertes alzas. Pero la calma es artificial: se logró al costo de quemar divisas que el país no tiene. Los bonos soberanos también se desplomaron y la fragilidad fiscal quedó expuesta.  El Tesoro dispone de apenas US$1700 millones líquidos, frente a compromisos por US$4000 millones en enero. La aritmética no cierra, y los inversores lo saben. 

Milei 24 horas antes en Lomas de Zamora
Milei 24 horas antes en Lomas de Zamora

El propio Milei y su gabinete económico repiten como un mantra que no habrá "volantazo", que todo se trata de turbulencias transitorias antes de una victoria en octubre. Pero los números gritan lo contrario: un riesgo país al borde de los 900 puntos, una Bolsa que se desploma a contramano del mundo, un dólar contenido a fuerza de intervenciones desesperadas y un clima político envenenado por los escándalos de corrupción. El "mercado" ya habló: la Argentina de Milei está sola, sin confianza externa ni ancla interna. Lo que ocurra el domingo en Buenos Aires será algo más que una elección provincial: será un veredicto sobre un gobierno que prometió dinamitar la decadencia y, en menos de un año, terminó encerrado en un laberinto de desconfianza, improvisación y crisis perpetua.

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