10 Septiembre de 2025 10:38
El gobierno de Javier Milei atraviesa una semana de turbulencias tras la derrota electoral en la provincia de Buenos Aires, y la respuesta del presidente fue tan improvisada como sintomática: resucitar un ministerio que él mismo había eliminado hace apenas un año. Con la designación de Lisandro Catalán como nuevo ministro del Interior y la creación de una "Mesa Federal" junto a Luis Caputo y Guillermo Francos, el oficialismo busca recomponer el vínculo con los gobernadores aliados, pero lo hace en medio de un desconcierto administrativo que desnuda la fragilidad del esquema de poder en Casa Rosada.

El bochornoso ida y vuelta institucional es revelador. En junio de 2024, Milei había suprimido el Ministerio del Interior mediante el decreto 484/2024, reemplazándolo por una "Vicejefatura de Gabinete del Interior", un cargo de tercera línea al que se le otorgó rango de ministro. Esa insólita estructura de "cajas chinas" dejaba en manos de Francos una suma de atribuciones inédita, con control sobre casi todas las carteras y una lista de 107 funciones que rozaba la omnipotencia.
Ahora, apenas un año después, el gobierno nacional decidió -ante el hartazgo de los gobernadores sobre su gestión y destrato- volver sobre sus pasos y restituir el ministerio, confirmando que la planificación institucional es inexistente y que las decisiones se toman en función de la coyuntura. Catalán, de perfil técnico y con pasado en el sciolismo y el macrismo, llega a un cargo que parece más producto de la desesperación política que de una estrategia consistente.
Su designación busca contener a los gobernadores y darle a Milei un interlocutor en la arena federal, justo cuando la derrota bonaerense golpeó el corazón de la alianza entre La Libertad Avanza y el PRO. Sin embargo, el nuevo ministro aparece más como un hombre de confianza de Francos que como un cuadro con poder propio, lo que refuerza la concentración de la toma de decisiones en un círculo cada vez más reducido.

La creación de la Mesa Federal intenta transmitir un mensaje de apertura, pero en la práctica refleja la necesidad de Milei de recomponer puentes tras meses de confrontación con las provincias. Francos, en su anuncio, habló de "profundizar los vínculos con las provincias que comparten el espíritu de cambio", una frase que, lejos de aludir a un federalismo real, confirma que el gobierno solo busca acuerdos con los gobernadores que se sometan a la agenda de reformas impulsada por el Ejecutivo.
Este zafarrancho administrativo no es un episodio aislado. Desde el inicio del mandato, la estructura estatal ha sido alterada en múltiples ocasiones, con ministerios que aparecen y desaparecen según la conveniencia del día, funcionarios que se reciclan en distintos cargos y decretos que se contradicen entre sí. En este contexto, la designación de Catalán luce más como una maniobra para ganar tiempo que como una solución de fondo a la crisis política y económica que enfrenta el oficialismo.

Mientras tanto, la expectativa se concentra en el dato de inflación que el INDEC dará a conocer en las próximas horas, un indicador que puede profundizar la debilidad de un gobierno que, tras la derrota en Buenos Aires, enfrenta el doble desafío de sostener su legitimidad política y de dar respuestas a una sociedad cada vez más golpeada por el ajuste. La reaparición del Ministerio del Interior, entonces, no parece un gesto de fortaleza sino un signo de improvisación. Una muestra más de cómo Milei gobierna a los tumbos, administrando crisis en lugar de diseñar políticas, y de cómo la Casa Rosada sigue atrapada en un laberinto institucional creado por su propia inestabilidad.

