02 Agosto de 2016 12:37
Alexander Cirk, de 41 años, no dudó en tomarse un vuelo para recorrer los 4.500 kilómetros que separan Ámsterdam (Holanda), de Changsha(China), en busca de su amor, ¡pero le salió muy mal!
Hacía dos meses que él y su amada tenían contacto diario vía Internet. Se habían conocido en una plataforma para buscar pareja, y él creyó que era momento de conocerse personalmente.
Así es que gastó sus últimos euros en comprar el pasaje para verla. Pero cuando llegó al aeropuerto, nadie lo estaba esperando.
Esperando.
Los diez días siguientes fueron un desastre para Cirk. Quedó a la espera de su cybernovia, vagando por el aeropuerto casi sin comer ni dormir, alimentándose a fideos instantáneos, sin perder la esperanza de que Zhang (tal es el apellido de la señorita en cuestión) apareciera.
El desmejoramiento de su estado físico fue tal, que los empleados del lugar decidieron llamar a la ambulancia y Cirk terminó internado con graves problemas de corazón y riñones.
Cirk, camino al hospital.
Las fotos del hombre se hicieron virales en las redes sociales chinas y la televisión local logró contactar a Zhang, quien dijo: “no logré entender los detalles del encuentro”. Según ella, habían quedado en que él viajaría a China el año próximo.
“Habíamos avanzado en nuestra relación, pero después me pareció que era un chico algo insensible. Un día me mandó una foto de unos billetes de avión, pero pensé que era una broma”, explicó Zhang al diario español El País.
Cirk, muy demacrado tras la espera.
Claramente no era el momento para que se conocieran. Mientras Cirk la esperaba en el aeropuerto, Zhang se encontraba en Zhengzhou, a 900 kilómetros, sometiéndose a una cirugía estética.
Los “tortolitos” ya se comunicaron por teléfono y arreglaron que se van a conocer la próxima vez que alguno pueda viajar: Cirk tenía vuelo de vuelta para hoy y Zhang aún se recupera de su operación.
“No pude verla, pero siento que nuestra relación se fortaleció”, aseguró el holandés a la prensa. Una amiga suya contó a la prensa que él desea seguir a pesar del desencuentro.