09 Agosto de 2019 17:14
Por Mariano Hueter
Está claro que estamos atravesando lo que se conoce como “la época de oro de las series” con un marco de excesivo consumo, oferta y variedades de calidad. Los números dicen que hoy un joven de entre 16 y 30 años dedica una hora a ver cine (ya sea por streaming o en las salas) por cada once horas dedicadas a ver series. Es decir que la generación On Demand ha optado claramente por dedicar su tiempo de ocio al consumo de series mucho más que al de películas.
En ese contexto, y en la lucha por no perder identidad frente al contenido extranjero, Argentina ha comenzado a apostar por las series. Si bien no estamos viviendo el boom de producción que se vive en México o Colombia, nuestro país sigue siendo un gran referente a nivel mundial.
Sin embargo, ¿qué vemos?, ¿cuáles de nuestras series pasan la barrera de la calidad y trascienden, incluso, las fronteras de nuestro país?
Hace poco tuve la posibilidad de viajar a Berlín (Alemania) para el estreno internacional de mi ultima serie, “El Mundo de Mateo”. Recuerdo que me sorprendió la diversidad de series y títulos que se están produciendo en el mundo. Pero volví convencido de algo: entre el género policial y el drama, existe un mercado que la Argentina puede explorar muy bien, un espacio en el que competimos de igual a igual con cualquier potencia del mundo, un espacio que sirve para exportar y que a nuestro público le gusta mucho.
Basta solo con nombrar ejemplos como El Marginal, El Jardín de Bronce, Historia de un Clan o Monzón. El espectador argentino tiene un interesante afán por la resolución de crímenes, por entender misterios y por buscar respuestas a preguntas que no parecen tan sencillas. En otros formatos, tales como la comedia, el terror o la ciencia ficción, existen otros lideres regionales que nos sacan años de ventaja.
Pero, ¿por qué el género policial es tan atractivo para el púbico argentino? Quiero creer que en parte tiene que ver con que tenemos una preferencia por los hechos criminales. Lo demuestra claramente el interés de nuestra audiencia por los policiales dentro de los noticieros, por la elección de los programas sobre casos de criminalística e incluso por nuestra elección a la hora de elegir cine (un 50% es policial). Hay algo que nos identifica fuertemente con el deseo de querer justicia o al menos buscar los tipos de justicia que para nosotros son importantes. Se trata de una sociedad fragmentada donde la verdad se conoce de a poco y donde las series nos permiten identificarnos con quien busca esa verdad (a veces) o incluso con aquel que intenta ocultarla.
A esto le surge una pregunta que quizás todos los realizadores deberíamos hacernos: ¿con qué tipo de series vamos a sorprender a nuestro público en el futuro? ¿Con qué historias vamos a competirle a las grandes franquicias del mundo? Yo creo que vale la pena explotar nuestras cualidades y decir “acá estamos”.
