14 Agosto de 2025 10:05
La condena a 19 años de prisión contra Claudio Contardi por abuso sexual con acceso carnal agravado y violencia de género contra Julieta Prandi no solo tuvo repercusiones judiciales. También provocó un intenso cruce público entre Emanuel Ortega -pareja actual de la actriz- y Nicolás Márquez, escritor ultraconservador, biógrafo y amigo cercano de Javier Milei, quien había cuestionado abiertamente la credibilidad de la víctima.

En un posteo de Instagram dirigido a "Un tal Nicolás Márquez", Ortega no dejó lugar a sutilezas: "No voy a detenerme en las denuncias que usted tiene de abusos contra su hija, o violencia contra su ex esposa. De eso ojalá se encargue la justicia. Pero al leer sus reflexiones alarmantemente retrógradas, machistas y por demás repugnantes, que no hacen otra cosa que dejar en evidencia su enanismo intelectual, lo primero que me genera es lástima".
Y sumó: "Lo segundo (y pido disculpas de antemano por el exabrupto) es ganas de cagarlo bien a trompadas. No solo por meterse con mi pareja, sino por meterse con una víctima de las peores aberraciones que una mujer pueda soportar de manos de un 'hombre', que por lo visto bien podría haber sido usted. Lo invito a que se llame a silencio. Y si decide no hacerlo, lo invito a que lo próximo que tenga para decir me lo diga en la cara".

El mensaje fue la respuesta directa a una publicación de Márquez en redes sociales donde, pese a la condena firme contra Contardi, relativizó la denuncia de Prandi -que se sometió a casi 200 pericias que comprobaron que decía la verdad- y llegó a insinuar que estaba motivada por celos de Ortega. "Sinceramente me cuesta creer que una mujer mediática... haya vivido 'secuestrada' y abusada sexualmente durante años por su propio marido", escribió, para luego concluir: "NO ME CIERRA NADA".
El rechazo hacia Márquez fue inmediato. Organizaciones feministas, figuras del espectáculo y usuarios en redes denunciaron la gravedad de que un referente cercano al Presidente desacredite a una víctima en un caso con condena judicial. Ante la ola de críticas, el escritor borró la publicación original, pero no se retractó. Por el contrario, volvió a escribir que su "pecado" fue "poner en duda" la denuncia y descalificó a quienes lo cuestionaron.

Las palabras de Ortega también pusieron en primer plano las denuncias que pesan sobre Márquez desde 2008 por abuso sexual infantil contra su propia hija, entonces de tres años, y violencia contra mujeres. La denuncia, presentada por su ex pareja y respaldada por pericias médicas y psicológicas, nunca llegó a juicio: la causa fue archivada en medio de maniobras judiciales, demoras y un blindaje político y mediático que evitó su avance. Según la reconstrucción de la periodista Ivy Cángaro para DataClave, la niña relató de manera explícita el abuso a médicos y psicólogos, y mostró signos evidentes de trauma.

Sin embargo, el expediente se diluyó entre rechazos de pruebas y decisiones sospechosamente favorables al acusado. La Corte Suprema terminó cerrando el caso sin que Márquez fuera indagado. Ex parejas y conocidas también denunciaron episodios de agresiones físicas y verbales, amenazas para forzar abortos y ataques de furia. Testimonios indican que utilizaba a su hija como herramienta de venganza contra mujeres que "lo desafiaban". Pese a este historial, Márquez ha mantenido un lugar privilegiado como vocero del sector más radical del oficialismo. Autor de textos como El libro negro de la Nueva Izquierda, se presenta como "defensor de la familia tradicional" y "gladiador cultural", mientras reivindica figuras del terrorismo de Estado y despliega un discurso de odio contra el feminismo y la diversidad sexual.

