por Alejo Paredes
11 Septiembre de 2025 09:34
La vigilia y el sueño. El insomnio y la memoria. El arte como refugio en tiempos de incertidumbre. Todo eso atraviesa Noche Blanca, la nueva obra creada, dirigida y protagonizada por Cecilia Dellatorre y Lucía Ivanissevich Machado, que estrenó el sábado 6 de septiembre en el Teatro Eureka, en plena avenida Corrientes. En diálogo con BigBang, Dellatorre reveló el germen de la propuesta: "La idea de la obra nace a partir de varias cosas que fueron concluyendo. Entre 2023 y 2024 tuvimos muchas noches de insomnio, de no poder dormir porque la cabeza seguía trabajando en pensamientos puntuales", aclara.

Y cuenta: "Esa sensación, ese entre lugar, nos pareció una gran plataforma teatral". El proyecto, gestado durante más de un año y medio, se sostiene en una -contundente- pregunta clave: ¿qué nos quita el sueño? El espacio escénico de Noche Blanca se construye como un territorio extraño, liminal, donde los personajes transitan entre la vigilia y el ensueño. Para crearlo, Dellatorre explicó que recurrieron a "la iluminación, proyecciones, música en vivo, humo y distintos efectos que ayudan a construir ese espacio. Pero también trabajamos desde la actuación, pensando sensorialmente qué pasaría en ese no lugar".
La apuesta es clara: lograr que el espectador viaje junto a los personajes y entienda rápidamente el código. "Nuestra experiencia es que se entiende ese no lugar. El espectador viaja con nosotros y se mete en ese mundo", asegura. ¿Qué esperan que el público se lleve? "Queremos que cada espectador haga su viaje propio, que se identifique con algunas situaciones, que se conmueva. Aparecen preguntas existenciales: qué nos preocupa, de qué nos sentimos culpables, qué nos quita el sueño. Hay momentos de risa, de emoción y también de lágrimas. Lo que buscamos es abrir un paréntesis en el tiempo y que la gente entre en el mundo de la obra".
Ese universo comienza antes incluso de que se levante el telón: el teatro está intervenido desde la entrada para predisponer al público a sumergirse en la experiencia. Las creadoras también asumieron un triple rol: dramaturgas, directoras y actrices. "Voy a ser sincera: es un quilombo", admite Dellatorre entre risas. Pero enseguida aclara que, al tratarse de un proyecto personal, el disfrute compensa las dificultades. El proceso incluyó improvisaciones en escena, revisiones de colegas y la mirada externa de figuras como Gabriela Toscano y Carlos Rivas, maestros de la actriz que, además, es egresada de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires y locutora nacional.

La regla de oro que adoptaron fue "menos es más". "Los actores nos tentamos con hacer reír al público y a veces agregamos de más. Pero aprendimos que había que regular, encontrar el tono justo para que cada personaje tuviera la fuerza que necesitaba", remarcó. Estrenar hoy en Corrientes no es un hecho menor. Dellatorre lo define como "un desafío grande, humano, económico y artístico"." El teatro independiente siempre fue difícil, pero en este contexto aún más. Sostener precios populares y, al mismo tiempo, ofrecer una propuesta distinta, poética y arriesgada, es una apuesta fuerte", explicó.

Y añadió: Llevamos un año y medio trabajando en cada detalle, con dispositivos tecnológicos, con mucho esfuerzo humano y también con el apoyo solidario del ambiente". Eso sí, en un país atravesado por la incertidumbre, Dellatorre reivindica el rol del teatro como espacio de encuentro. "Para mí es el lugar. El mejor lugar para hablar de lo que nos duele y de lo que nos preocupa. El teatro siempre invita al encuentro con el otro, incluso con quienes piensan distinto. Nos permite reflexionar, emocionarnos, acercarnos. Es un punto de unión y de resistencia. Además, como docente, creo que el teatro transmite valores fundamentales", manifestó.

Y a la hora de enumerar esos valores, no lo dudó: "La no competencia, el compañerismo, la alegría por el brillo del otro". Noche Blanca es protagonizada por Dellatorre e Ivanissevich Machado, con música original de Lucas Bidon-Chanal en vivo, escenografía y vestuario de María Clara Dal Din, diseño de luces de Paloma Franco y fotografía de Cristóbal Aldezábal. La obra invita a transitar distintos tiempos y planos, donde los recuerdos, las culpas y los sueños se entrelazan en una experiencia inmersiva, poética y alejada del registro costumbrista. "Queríamos corrernos de ese lugar e invitar al espectador a un viaje por otros planos, donde podamos indagar en lo desconocido y a la vez sentirnos identificados", resumen sus creadoras. Y vaya si lo lograron: la obra es un paréntesis necesario, un respiro luminoso entre tanta oscuridad.

