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Más allá del superpoder

El poder de narrar desde el corazón: la historia de Lucía Miri Echavarría y su camino con el TDAH

La influencer habla con el corazón en un mundo que no siempre la entiende, y demuestra que el TDAH no es una moda, sino una realidad profunda que merece ser escuchada.

por Jimena Báez

10 Julio de 2025 15:16
Lucía Miri Echavarría
Lucía Miri Echavarría

Lucía Miri Echavarría tenía apenas 10 u 11 años cuando se sentó en posición de loto, con un libro entre las manos y una certeza que la atravesaba: "Estoy meditando porque es bueno para las personas que tienen TDAH, y yo claramente tengo TDAH. Quiero un diagnóstico, un tratamiento, y quiero tomar medicación". Fue un momento bisagra, un instante en que todo cobró sentido. Así comenzó una historia que, años después, sigue escribiendo en comunidad desde su cuenta de Instagram @espaciotdah, donde, junto a su madre —psiquiatra especializada en el tema—, derriban mitos y abrazan realidades que todavía duelen.

Porque el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) no es una moda, ni un superpoder, ni una excusa para justificar distracciones. Es un trastorno del neurodesarrollo que atraviesa la vida de millones de personas con desafíos cotidianos invisibles a los ojos de la mayoría.

Lucía fue diagnosticada en un hogar donde el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) estaba presente de muchas maneras
Lucía fue diagnosticada en un hogar donde el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) estaba presente de muchas maneras

"Lo más erróneo y peligroso que se dice sobre el TDAH es que es un superpoder", afirma Lucía y continua: "Sí, puede haber rasgos valiosos como la creatividad o el pensamiento no lineal. Pero detrás de esa imagen color de rosa, puede haber una persona que no puede manejar sus finanzas, que no sostiene vínculos, que no puede dormir o que se siente agotada de fingir que es 'normal'. Hay gente que pierde trabajos, que se suicida por esto. No se trata de romantizarlo".

En un mundo dominado por algoritmos, diagnósticos en formato "carrusel" y frases como "todos tenemos un poco de TDAH", la influencer decidió hacer algo distinto: contar su historia sin filtros, con honestidad y mucho cuidado. Desde la cuenta de Instagram, que comparte junto a su madre, psiquiatra especializada en el tema, genera contenido que informa y contiene, sin subirse al tren de las modas ni trivializar la salud mental. Lo hace desde un lugar profundamente empático, anclado en su propia vivencia.

Lucía fue diagnosticada en un hogar donde el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) estaba presente de muchas maneras: es hija, sobrina, nieta y hermana de personas con el trastorno. "A pesar de estar inmersa en ese universo, mi papá no creía en el TDAH, y mi diagnóstico tardó muchos más años de lo que debería en llegar", recuerda. Fue un libro sobre niñas con TDAH lo que encendió la chispa: "Lo leí y sentí que me estaban espiando en mi casa. Fue como verme a mí misma escrita en esas páginas".

Desde su experiencia, Lucía Miri Echavarría habla de TDAH
Desde su experiencia, Lucía Miri Echavarría habla de TDAH

Ese reconocimiento fue un antes y un después: dejó de pensar que era ella quien "funcionaba mal" y empezó a entender que simplemente procesaba el mundo de otra forma. Desde entonces, hablar del tema —y hacerlo bien— se convirtió en una especie de misión personal. "Siempre que alguien me preguntó, lo expliqué. Tenía muchos recursos: mi mamá, además de ser psiquiatra, tiene TDAH, así que me explicaba todo de formas divertidas y claras. Eso me dio una base muy sólida".

Para muchas mujeres, el camino hacia el diagnóstico llega tarde: "Ver a un varón corriendo y saltando por las mesas no es tan extraño. Pero a una mujer se le exige que sea callada, prolija, que saque buenas notas, que no moleste", explica Miri Echavarría. Así, muchas sobrecompensan: se organizan de forma obsesiva, rinden al máximo, y aun así cargan con una ansiedad devastadora. "No sabés cuántas veces me dijeron: '¿Vos tenés TDAH? No parece, sos re organizada'. Pero soy organizada justamente porque tengo TDAH. Y aunque parezca que todo está bajo control, la mayor parte del tiempo estoy ansiosa, pensando qué me olvidé, en qué me voy a equivocar", relató.

La joven describe lo invisible: la parálisis frente a tareas simples, la culpa por no cumplir con rutinas, el cansancio mental que no se nota: "Algo tan simple como prepararme para dormir puede generarme un bloqueo real. Para los demás soy una persona con sistemas, organizada. Pero nadie ve la energía que requiere sostener todo eso", dijo.

Lejos de esconder su diagnóstico, Lucía lo convirtió en bandera. A los 12 años ya hablaba en público sobre el TDAH; no lo hizo sola: su madre le enseñó desde chica a entender su cerebro con humor, empatía y herramientas. Esa crianza, dice, fue un privilegio. Y por eso eligió compartirlo: "Tenía tantos recursos que me sentí responsable de usarlos para ayudar. Siempre que alguien me preguntó, lo expliqué. Hoy, cuando alguien me dice que llegó a su diagnóstico gracias a un video mío, eso me da fuerza para seguir".

Desafíos, contradicciones y la fuerza de la comunidad

Pero comunicar sobre el trastorno en redes sociales no es tarea fácil. Sobre todo cuando, como ella misma reconoce, no le entusiasma pasar tiempo en el celular: "Le recomendaría a la mayoría de las personas —y especialmente a quienes tienen TDAH— que lo usen lo menos posible. Así que vivir de comunicar en redes, para alguien como yo, es una gran contradicción. Pero también entiendo que hoy es la herramienta más poderosa que tengo para llegar a las personas".

En @espaciotdah, el contenido no busca visualización a cualquier costo. Cada posteo está pensado, revisado, chequeado: "No quiero hacer desinformación. Quiero que todo lo que comparto sea útil, claro y responsable", afirma. Esa ética le demanda más tiempo y energía, pero le da sentido a lo que hace. Y cuando alguien le escribe diciendo que gracias a un video suyo logró su diagnóstico, o dejó de sentirse solo, todo cobra valor.

Lucía sabe que su historia no es la de todos. Fue diagnosticada temprano, tuvo acceso a recursos, formación, psicoeducación: "Mi caso no es el típico. Además del TDAH tengo TOC, lo cual hace que mi organización personal muchas veces oculte el caos interno. También soy mujer, y eso ya rompe con el estereotipo del 'nene inquieto que se porta mal'. A mí siempre me fue bien, pero muchas veces sobrecompensé para que así fuera".

Esa hiperexigencia también tiene un precio: "Aunque parezca que tengo todo bajo control, la mayor parte del tiempo estoy ansiosa, pensando qué me olvidé o qué error voy a cometer. Me canso mental y emocionalmente todos los días".

En un ecosistema digital donde todo se acelera, la influencer resiste a los atajos. Rechaza los posteos simplistas como "10 señales de que tenés TDAH", y pone el foco en los matices: "El TDAH no es un superpoder. Es un trastorno del neurodesarrollo que genera mucho sufrimiento. Romantizarlo es faltar el respeto a quienes lo viven con dolor. Puede haber rasgos valiosos, pero también personas que pierden trabajos, vínculos, o se suicidan por esto. Yo elijo visibilizar esa parte".

Para ella, comunicar no es sólo informar; es una forma de acompañar: "Escuchar a otro decir 'hoy voy a sacar el arbolito de Navidad en marzo' puede ser sanador. Es compartir experiencias que para otros son inexplicables. Esa comunidad que se formó en Espacio TDAH es hermosa. Me dicen cosas como 'sé amable con tu mente', y siento que nos estamos cuidando entre todos".

En sus publicaciones, Lucía se muestra auténtica, incluso en los momentos más incómodos: "Trato de estar presente cuando me equivoco, cuando estoy angustiada, cuando me mando una. Es importante mostrar también esas partes". En su podcast, confiesa, logra abrirse con más naturalidad: "Me cuesta grabarme en medio de una crisis, pero sé que es clave mostrar esos momentos".

Y aunque recibe mensajes que relativizan el trastorno, aprendió a elegir sus batallas: "Antes me dolía mucho. Hoy entiendo que cada persona habla desde su historia. Incluso mi papá no creía en el TDAH. Ya no necesito convencer a nadie. Me enfoco en quienes sí quieren aprender, en quienes se sienten reflejados, en quienes encuentran en mi contenido una manera de sentirse menos solos".

Frente a la polémica por el "sobrediagnóstico" y el auge de autodiagnósticos en redes, su mirada es clara: "Lo que hay es un subdiagnóstico histórico, especialmente en mujeres y adultos. La pandemia hizo más visibles los síntomas, y muchas personas encontraron por primera vez información que les dio respuestas. Sí, hay que ser cuidadosos, pero para muchos ese primer video fue la puerta de entrada para buscar ayuda".

Esa responsabilidad es la que la guía: no alimentar la confusión, sino construir puentes. Porque hablar de TDAH no es solo hablar de un diagnóstico, sino también de autoestima, de vínculos, de ansiedad, de supervivencia. Y hacerlo con empatía puede transformar realidades.

Además de compartir su experiencia con el diagnóstico, Lucía cuenta cuáles son algunas de las estrategias que le funcionan para manejar su día a día con TDAH. "Encontré varias estrategias que me sirven. El body doubling es una de las más efectivas, por eso incluso armé una membresía basada en eso. Ni hablar del impacto que tiene tener una comunidad. Escuchar a otro decir 'hoy en body doubling voy a lavar los platos que tengo apilados hace una semana' o 'voy a sacar el arbolito de navidad' en pleno marzo. Es sanador normalizar nuestra experiencia vivida que para otros es tan inexplicable".

También recurre a métodos de organización que se adaptan a su forma de pensar. "Uso bullet journal, que es el único sistema de organización que me funcionó en la vida, y tengo un video en YouTube donde explico cómo lo uso. No creo que sirva para todo el mundo, pero a mí se adaptó genial a cómo funciona mi mente".

Lucía Miri Echavarría tenía da coaching sobre TDAH
Lucía Miri Echavarría da coaching sobre TDAH

Otra herramienta clave para Lucía fue el coaching especializado en TDAH: "La primera vez que trabajé con un coach sentí una ilusión enorme: por fin alguien me entendía, no me juzgaba, y hablaba mi mismo idioma. Me impactó tanto que terminé formándome como coach especializada en TDAH".

Lucía Miri Echavarría no pretende representar a todos. Pero sí quiere que cada vez más personas puedan dejar de vivir en silencio. Y en ese gesto, tan simple como inmenso, está la verdadera revolución: una comunidad que se abraza en lo distinto, que aprende, que se acompaña: "Yo no voy a poder representar a todas las personas con TDAH. Pero estoy contenta representando a mujeres adultas con TDAH. Y si en el camino alguien más se siente acompañado, eso ya vale la pena". Porque el TDAH no se cura, pero se comprende. Y en ese comprender, empieza todo lo demás.

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