28 Enero de 2016 15:28

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El increíble mundo de Victoria Xipolitakis nunca para, jamás frena. La vedette se mueve como un torbellino y contrario al 99% de la humanidad, no pierde las inhibiciones cuando las cámaras se prenden y permanecen encendidas. Siempre es ella.
Porque en el universo Xipolitakis, hasta un cambio de vestuario es una especie de simposio donde hasta al más mínimo detalle se lo debate, se lo pone a prueba y la duda es el “deber ser”. “¿Zapatos blancos? ¿Te parece?”, son preguntas frecuentes que le hace a su asistente, Nico, que no para de correr de una punta a la otra de la habitación.
Vicky, al borde de la pileta de su casa de Mar del Plata.
Como si fuera una elaborada coreografía ideada especialmente para una comedia de enredos, Vicky deja su look de entrecasa y en menos de cuatro minutos queda lista para ir al teatro. “Ayudame... ¿me sacás esto?”, le pide a su asistente cuando queda agitada al intentar sacarse su musculosa rosa, totalmente pegada al cuerpo.
El sacrificado ayudante, en un solo movimiento, saca la prenda de vestir y agarra el vestido blanco, que por supuesto, también ayuda a colocar. “¡Sos malísimo!”, le reprocha entre risas la vedette cuando los primeros intentos para vestirla fallan y la desnudez comienza a reinar en el cuarto.
LA BOLSA DE XIPOLITAKIS
Antes de cambiarse el vestuario, y cuando pensaba qué ponerse y qué no, La Griega comenzó a revolver su placard. Busca zapatillas, busca lo que sea, hasta que encuentra su bata preferida, una blanca con caras del Ratón Mickey. Pero cuando la agarra, una bolsa cayó desde los pliegues de la prensa. Una escena que podría haber pasado desapercibida en cualquier otra ocasión, pero la curiosidad de Vicky la puso en el foco de atención.
(Navegar el video con el mouse. Para ver el video con casco VR o un celular con acelerómetro, ver el video ">acá). “¡Se cayó una bolsa! ¿De dónde es esta bolsa? Un misterio...”, exclama, increíblemente sorprendida. Todo fue captado a la perfección y sin perder detalle por la cámara 360° de BigBang, y por la teatralidad que Xipolitakis le pone a todo quedó como una especie de parodia a la visita que Diego Maradona hizo a la casa de Gran Hermano y a todas las “leyendas urbanas” que se tejieron a su alrededor.
VICKY Y EL CONCHERO RETIRADO
Protagoniza en Mar del Plata la obra teatral “Igualmente distintos”, y sus curvas siguen desfilando en los programas de televisión. Sin embargo, Vicky afirma al aire que por este año colgó el conchero. ¿Habrá sido un pedido de su nuevo novio, el diputado por el Frente Para la Victoria y líder de La Cámpora José Ottavis? Lo cierto es que la pareja pasa su tiempo en Mar del Plata entre besos, abrazos, muñecos de Disney y dibujos animados.
Vicky y Nico, su asistente, a su lado.
Los dibujitos animados en el televisor, un Ratón Mickey gigante de peluche y la cámara 360° de BigBang son tentigos de todo. Testigos ausentes, silenciosos, espectadores de una obra dejada a la improvisación. Nadie se siente un intruso, ni siquiera cuando Xipolitakis se saca la ropa.
Llevá la ropa sucia allá, poné esto en el cajón de los accesorios... Nico no para ni un minuto. Salvo cuando tiene que oficiar de consejero. “¿Qué me pongo en los pies? ¿Capatos blancos o blancos con algo?”, pregunta la vedette y su asistente analiza la cuestión con la responsabilidad que corresponde: se queda quieto, hace silencio, se toca el mentón, piensa, analiza y sugiere. Y ella acepta la sugerencia como una verdad revelada. “¿Y me das el nudito negro de los accesorios así tapa...?”, pregunta ella cuando es interrumpida por el “Si, obvio” de Nico.
La polémica vedette prueba la realidad virtual de Bigbang.
Le pide que vaya al baño a buscarle unas pinzas. El sale disparado, corriendo, aguitado, como si todo fuera para ayer y el asunto se derime en vida o muerte. Cuando queda sóla, ella no deja de moverse, de mirarse al espejo, de dudar nuevamente de si zapatos blancos o zapatos negros. Nico vuelve, y justo a tiempo, porque al igual que el vestuario, el peinado también requiere asistencia. Toda una diva, ensamblada mitad en Lanús y mitad en Disney.
El tiempo se acaba, el público la espera. “¿Vamos?”, le sugiere/ordena a Nico y ambos salen al trote del cuarto. Y para dejar en claro que siempre tuvo conciencia sobre la situación que jamás olvidó que una cámara indiscreta la estaba mirando y que nada de lo que hace es fruto de la improvisación, desde la puerta dice “¡Chau!” y le tira un beso a la cámara 360° de BigBang que nunca dejó de observarla.