17 Septiembre de 2025 12:42
La calma de una escuela secundaria de la zona sur de Salta escondía una pesadilla. Detrás de los viajes cotidianos en remís y de la rutina escolar, funcionaba una red de trata que convirtió a alumnas en mercancía. Hoy, cuatro adultos están detenidos con prisión preventiva y un adolescente de 16 años fue imputado como partícipe secundario. La decisión la tomó el juez federal de Garantías N°1, Julio Bavio, tras el pedido de los fiscales Eduardo Villalba y Roxana Gual. Los cargos son graves: trata de personas con fines de captación, promoción, facilitación y explotación sexual, agravada por la minoridad, la vulnerabilidad y la cantidad de víctimas.
El remisero era el eje de todo. Gozaba de la confianza de los padres, que le encargaban el traslado de sus hijas, pero en secreto las entregaba a explotadores. "Buscaba cuál era la mercadería que los clientes necesitaban", denunció el fiscal Villalba. Los encuentros sexuales se realizaban en hoteles sobre la ruta 26 o en la casa de uno de los acusados. A cambio de entre 60 mil y 200 mil pesos, las adolescentes eran obligadas a sostener relaciones. El remisero las controlaba psicológicamente: algunas lo veían como quien les había dado un celular o ropa; otras lo temían porque las amenazaba con revelar el "secreto" a sus padres.
El caso salió a la luz en junio de 2023, cuando una madre se sorprendió al ver un celular de alta gama en manos de su hija. Al revisarlo, encontró mensajes sexuales enviados por el remisero, incluso alusiones a su otra hija, de apenas 12 años. La denuncia inicial no prosperó en la justicia provincial y la red siguió operando. "La indiferencia del Estado permitió que la organización siguiera actuando y causando daños irreversibles", advirtió Villalba. Recién meses después, con nuevas denuncias y el testimonio en cámara Gesell de una de las víctimas, el expediente pasó al fuero federal.

La Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex) y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) se sumaron a la investigación.Las víctimas confirmaron que eran llevadas a los hoteles en horarios cercanos al fin de la jornada escolar. Allí eran obligadas a consumir alcohol y drogas, y a grabar videos en poses sexuales que servían como "muestra" para captar clientes. Villalba reveló incluso que el remisero intentó captar a una niña de 12 años y que llegó a manosearla dentro de su auto. Ese hecho le sumó la imputación por abuso sexual. El fiscal Villalba fue contundente: "Este delito cosifica al ser humano. El cuerpo de estas niñas fue tratado como una alcancía".
Para la Justicia, el caso es de "gravedad inusitada" no solo por la perversidad de los acusados, sino porque hubo denuncias previas que no fueron atendidas. "La red siguió actuando y causando daños irreversibles", admitió la fiscalía. De esta manera, el juez Bavio dictó prisión preventiva para los cuatro acusados de integrar la red de explotación sexual de menores, entre ellos el remisero señalado como el organizador de los encuentros pagos con alumnas de un colegio secundario. La red contaba además con la colaboración de un adolescente de 16 años, compañero de las víctimas, quien informaba quiénes eran vírgenes a cambio de dinero.

