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Cruzó la línea

La caída de Iván Carlos Méndez, el mensajero que se codeaba con" los reyes oscuros" de la cárcel

El "narcoabogado" terminó detenido acusado de sostener desde los tribunales y los pabellones el imperio económico de los capos del narcotráfico argentino.

18 Septiembre de 2025 10:51
Iván Carlos Méndez, el abogado del narco que cruzó la línea
Iván Carlos Méndez, el abogado del narco que cruzó la línea

La noticia golpeó como un mazazo en el mundo judicial y penitenciario: Iván Carlos Méndez, ex interno, condenado dos veces por narcotráfico y recibido de abogado entre barrotes, fue arrestado acusado de tejer un entramado clandestino entre los muros del Sistema de Alto Riesgo y las calles donde todavía manda la economía ilegal de los narcos. Según confirmaron fuentes oficiales, Méndez utilizó su matrícula para algo más que defender a sus clientes. Se convirtió en correo humano de los capos más temidos del país: retransmitía mensajes, organizaba triangulaciones financieras, cobraba dinero y hasta reintroducía capitales ilícitos en el circuito legal. "Violó las restricciones penitenciarias y potenció la actividad delictiva desde los establecimientos federales", señalaron desde el Ministerio de Seguridad.

Iván Carlos Méndez, el abogado del narco que cruzó la línea
Iván Carlos Méndez, el abogado del narco que cruzó la línea

La lista de sus interlocutores parece un catálogo de pesadilla: Mario Roberto Segovia, el "rey de la efedrina"; Evelio Horacio Ramallo; Martín Lanatta, célebre por la fuga de General Alvear; César "El Loco" Morán de la Cruz; Uriel y Ariel "Guille" Cantero, jefes de Los Monos; Delfín Zacarías, el narco de Rosario; Francisco Rodríguez Villarreal y muchos más. Todos alojados bajo máxima seguridad, todos con acceso a un abogado que supo cómo burlar los muros invisibles del aislamiento penitenciario.

El operativo que terminó con su detención fue desplegado por el Servicio Penitenciario Federal junto a la Policía Federal, bajo supervisión del Ministerio de Seguridad. El final del camino lo encontró en un sitio simbólico: una propiedad en la Villa 31 adjudicada a "El Loco César", donde los agentes secuestraron una ametralladora, municiones, cocaína y cargadores. La guarida perfecta para quien se creía intocable. De acuerdo con las autoridades, Méndez aprovechó su formación universitaria en la cárcel para regresar a los pasillos judiciales y, desde allí, convertirse en el nexo privilegiado de los mismos narcos que compartieron con él pabellones y condenas. 

La toga, en este caso, no fue símbolo de justicia, sino un disfraz que cubría la lealtad a un negocio que nunca abandonó. Mientras tanto, los líderes a los que representaba siguen marcados por su propia violencia: "Guille" Cantero deberá pagar 130 mil pesos por destrozos en Marcos Paz, y "El Loco César", más de 445 mil pesos en tres cuotas por daños en Ezeiza. Una postal grotesca: jefes narcos que destruyen celdas como adolescentes furiosos, abogados que les llevan y traen mensajes como carteros, y un sistema penitenciario que intenta contener lo incontenible.

La detención de Méndez es presentada como un golpe ejemplar, pero también es la confirmación de que las organizaciones narco ya aprendieron a habitar las cárceles como extensiones de sus propios barrios. Y cuando hasta los abogados se convierten en socios, la frontera entre justicia y delito se vuelve apenas una delgada línea que puede romperse en cualquier momento.

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