04 Junio de 2025 08:07

Durante más de diez horas, la localidad bonaerense de Moreno fue escenario de una verdadera pesadilla con final trágico. Un policía de la Ciudad, armado, desbordado y con una denuncia reciente por violencia de género, desató una secuencia de horror: asesinó a la actual pareja de su ex esposa, tomó de rehén a la mujer con la que tuvo tres hijos y, tras horas de tensión extrema y extremo temor, se disparó en la cabeza. Fue el epílogo de una jornada marcada por el terror, el encierro, la violencia machista y una descomunal operación de seguridad que no pudo evitar el segundo desenlace fatal.
El asesino fue identificado como Gabriel Fernando Danielo, de 39 años, oficial inspector de la Policía de la Ciudad con destino en la Comuna 2B, en el barrio porteño de Palermo. También había sido parte de la Policía Federal. En el atardecer del martes, irrumpió en el gimnasio "Imperio", en Roque Sáenz Peña al 2200, Moreno, para forzar un encuentro con su ex pareja, Anabella Viviana Florentín. No llegó a ingresar. En la puerta lo esperaba Marcela Fabiana Heredia, la novia de Florentín. Heredia intentó impedirle el paso. Danielo respondió a los gritos y con una pistola: le disparó tres veces. La mató en el acto, frente a testigos y en plena calle.
Eran las 16:30 cuando los vecinos escucharon los disparos. Llamaron a la Policía. Un patrullero de la Comisaría 1ª llegó al lugar y se topó con una escena escalofriante: el cuerpo de Heredia tendido en la vereda, aún con signos vitales. Pero ya nada se podía hacer. Mientras tanto, Danielo había subido al primer piso del gimnasio, donde mantenía a su ex mujer bajo amenaza, tomándola del cuello y apuntándole a la cabeza. A partir de entonces, comenzó un operativo cinematográfico. Más de 300 efectivos, francotiradores, el grupo de elite Halcón, bomberos y negociadores rodearon la zona. Se cortó la energía, el gas y el agua del edificio.
La Policía Científica no podía siquiera levantar el cuerpo de Heredia: el asesino se mantenía armado dentro del local, y la calle era un escenario de guerra. Pasaron horas. Dentro del gimnasio, la tensión era insoportable. Afuera, familiares, vecinos y curiosos esperaban una resolución. Florentín, en medio del caos, fue liberada. Contó luego que el femicida había llegado al lugar sabiendo que le acababan de dictar una restricción perimetral, tras una denuncia que ella presentó el día anterior por violencia de género. "Se ofuscó y le disparó a Heredia", relataron los testigos a los investigadores. Fue la chispa que encendió el infierno. Después, la tomó a ella como rehén.
El crimen y la escalada de violencia no fueron producto del azar. La Justicia había intervenido 24 horas antes. La víctima había pedido protección. Pero la notificación de la perimetral llegó ese mismo martes. Era demasiado tarde. La Justicia, otra vez, no pudo —o no supo— actuar a tiempo. Mientras tanto, Danielo rechazaba entregarse. Amenazaba con disparar. En algún momento, lanzó una nota escrita al exterior. Su contenido no trascendió aún, pero ya está en manos de la Justicia. Finalmente, en la madrugada del miércoles, se lo encontró en el interior del gimnasio con un disparo en la cabeza. Aún tenía signos vitales.

Fue trasladado en una ambulancia al Hospital Mariano y Luciano de la Vega. Minutos después, murió. Se había suicidado. Marcela Fabiana Heredia, de 46 años, permaneció tirada en la entrada del gimnasio más de nueve horas. La escena no podía ser intervenida. Recién pasada la una de la mañana, y cuando el operativo permitía ingresar, fue trasladada a la morgue judicial de General Rodríguez. Su cuerpo, examinado por la Policía Científica, fue retirado en medio del estupor y el silencio. Su familia aún no sale de la conmoción. La fiscal Betiana Guilleron, de la UFI N°2 de Moreno, tenía a Danielo imputado por homicidio agravado (femicidio), amenazas y resistencia a la autoridad. El hombre ya no responderá por sus crímenes. Su última decisión, la de quitarse la vida, selló el círculo de violencia con la impunidad de la muerte.