25 Diciembre de 2015 20:14
Locales y extranjeros. Circunstanciales y permanentes. Durante sus ocho años de gobierno, Cristina Kirchner creó al menos una decena de “enemigos”, que tomaron como un triunfo el día que CFK dejó el poder porque no los pudo doblegar.
La lucha más encarnizada fue con el Grupo Clarín, aliado durante el mandato de Néstor Kirchner y decididamente opositor, desde que su esposa llegó a la presidencia. Con la sanción de la Ley de Medios, el kirchnerismo supuso que lo había doblegado, pero no: el holding que encabeza Héctor Magnetto sigue intacto y nunca adecuó sus unidades de negocios a lo que dice la norma. Habrá que ver si se efectiviza durante el mandato de Mauricio Macri, aunque en los primeros diálogos que mantuvieron Jorge Rendo (Clarín) con Miguel de Godoy (futuro titular del AFSCA), en principio el macrismo quiere ampliar la Ley de Medios, que según creen quedó vetusta, y ampliarla hacia una ley de Convergencia que incluya las nuevas tecnologías.
Justamente, el nuevo presidente fue el político elegido por Cristina para convertirlo en blanco de la oposición, quizás con la idea de que se trataba de un fenómeno típicamente porteño que nunca haría pie más allá de la General Paz. Nunca hubo un diagnóstico más equivocado: además de haber sido elegido dos veces jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Macri doblegó al candidato del oficialismo por sus buenas elecciones en grandes distritos como Córdoba, Santa Fe, Mendoza y la misma provincia de Buenos Aires.
Mauricio y Cristina: una relación siempre tirante.
El tercero en discordia en las últimas elecciones, Sergio Massa, fue otro de los enemigos que pese a haber perdido no fue derrotado. Llegó a la Anses durante la presidencia transitoria de Eduardo Duhalde y en 2008 fue convocado para ser el jefe de Gabinete de Cristina, cargó que dejó un año más tarde para alejarse del kirchnerismo y convertirse en opositor dentro del amplio espacio del peronismo. Su tercer puesto en las elecciones presidenciales lo ubica en puesto expectante.
Massa fue jefe de gabinete de Cristina en 2008.
Otra enemiga histórica de Cristina fue la diputada Elisa Carrió artífice de la alianza con el radicalismo, el PRO y la Coalición Cívica. Fue quien mejor interpretó que la única forma de vencer al kirchnerismo era con la unión de la mayor parte de la oposición. En las elecciones presidenciales de 2011 había obtenido el 1,84% de los votos, pero si bien no se sabe cuál esa ahora su caudal político, mantiene intacta su capacidad de fuego, sobretodo por lo bien recibida que es su figura en los medios.
Carrio fue clave en el acuerdo con el PRO y la UCR.
El ex vicepresidente Julio Cobos, compañero de fórmula de Cristina, se convirtió en enemigo del kirchnerismo cuando pronunció su frase más célebre: “Mi voto es no positivo”, en el Senado. Fue expulsado de la UCR pero el partido le volvió a abrir las puertas cuando dejó el kirchnerismo. En las elecciones de 2013 fue elegido diputado nacional por Mendoza con el 48% de los votos.
En el ámbito judicial, Cristina también supo cosechar sus enemigos. El más molesto es el juez federal Claudio Bonadio. A cargo de causas que significar un dolor de cabeza para el gobierno saliente y títulos destacados en los diarios opositores. El kirchnerismo nunca pudo doblegarlo -pese a su origen peronista- porque nunca consiguió los votos necesarios en el Consejo de la Magistratura para iniciarle un jury que pusiera fin a su carrera judicial. Cómo máximo se le impuso una sanción que implicó una quita en parte de su salario, por mal desempeño en un expediente.
El presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, quien llegó a su cargo durante la presidencia de Kirchner, también pasó a engrosar la lista de enemigos. Volteó las leyes para llevar adelante la llamada “democratización de la Justicia” y uno de los pocos fallos favorables al Gobierno fue convalidar la Ley de Medios. Pero durante este año impulsó una seguidilla de fallos todos contrarios a los intereses del Gobierno.
El fallecido fiscal Alberto Nisman también gozó al comienzo del apoyo de Néstor Kirchner y de Cristina, hasta que se firmó el Memorándum con Irán. Nisman fue quien más militó en contra de ese acuerdo y la multitudinaria marcha de febrero luego de su muerte -fue un golpe para el Gobierno-, ya lanzado el año electoral. Más allá de que aún no fue aclarado si se mató o lo mataron, el fantasma de Nisman sigue vivo.
El juez Griesa falló en contra de los intereses de la Argentina.
El juez federal de Nueva York Thomas Griesa es otro de los enemigos judiciales del cristinismo, también construido por el gobierno saliente como un blanco fácil en el extranjero. Después de haber aceptado el reclamo de los fondos buitre y ordenado al gobierno que cumpla su fallo, obtuvo el respaldo de instancias superiores y será Macri quien deberá resolver ese entuerto.
Moyano tomó distancia de Cristina en los últimos años.
El principal enemigo que el gobierno tuvo en el mundo sindical es el titular de la CGT Hugo Moyano, quien después de haber acompañado al gobierno durante la mayor parte de los últimos doce años, llevó su camión hacia las filas de la oposición, como lo demuestra el acto con Mauricio Macri, días antes de las elecciones, para inaugurar una estatua en recuerdo de Juan Domingo Perón.