19 Diciembre de 2025 10:58
La ministra de Seguridad, Alejandra Monteoliva, confirmó sin rodeos que el cambio de nombres no implicó un cambio de rumbo. Lejos de anunciar una revisión de la política de seguridad, aseguró que la llamada "doctrina Bullrich", en referencia a su antecesora Patricia Bullrich, continúa intacta y fortalecida, aun después de meses y meses de cuestionamientos por el enfoque represivo, las denuncias por abusos y la falta de resultados estructurales.

En diálogo con Esta Mañana, por Radio Rivadavia, Monteoliva fue explícita: "La 'Doctrina Bullrich' sigue más vigente que nunca y está garantizada la continuidad. Trabajábamos juntas en todas estas definiciones estratégicas y tácticas". La frase no sólo ratifica la línea dura como eje central de la gestión, sino que también confirma que no hubo evaluación crítica del camino recorrido.
La ministra remarcó que el recambio fue prácticamente simbólico. "Los equipos se mantienen. Hubo cambios menos que mínimos por personas que acompañaron al Senado a Patricia Bullrich, pero ya tenemos una gimnasia operativa sincronizada y es un gran valor", sostuvo. En ese marco, presentó la continuidad como una virtud en sí misma, aun cuando los indicadores de violencia, narcotráfico y criminalidad compleja siguen siendo una deuda pendiente.
Monteoliva, que ya había sido secretaria de Seguridad durante la última gestión de Bullrich, insistió en que no existió sobresalto alguno en el traspaso de mando. "No hubo el más mínimo traumatismo en la transición porque fue una continuidad", afirmó, y agregó: "En estos dos años de gestión hicimos el andamiaje institucional". De esta manera, la funcionaria se muestra más preocupada por sostener un esquema heredado que por revisar sus efectos concretos en la vida cotidiana.

La ministra también defendió el marco legal construido durante la gestión anterior: "Tuvimos un marco jurídico con todos los instrumentos para poder fortalecer y consolidar el trabajo, que en estos próximos dos años hay que seguir consolidando con fuertes desafíos en las fronteras, en la Hidrovía y el corredor bioceánico como prioridades estratégicas de la gestión". Sin embargo, evitó mencionar los costos sociales de ese "andamiaje", cuestionado por organismos de derechos humanos y sectores de la oposición por habilitar prácticas de mano dura.
En otro tramo de la entrevista, Monteoliva apeló a su experiencia personal para legitimar el enfoque adoptado. "Viví 19 años, donde el secuestro era moneda corriente. En los años donde yo viví allí, se registraron 80 mil secuestros. Tuve muchísimos encontronazos por situaciones que son parte del trabajo que se hacía. Nunca fui una funcionaria de escritorio", relató. El testimonio busca reforzar un perfil de gestión confrontativa, aunque no responde a las críticas sobre la efectividad real de ese modelo en el contexto argentino.

Al cierre, la ministra admitió la complejidad del escenario actual, aunque sin proponer un giro conceptual: "Hoy los desafíos contra el crimen organizado son más complejos que hace 10 o 20 años. La dinámica de las organizaciones criminales cambió, el contexto se complejizó, y los desafíos de las fuerzas policiales es distinto". Frente a problemas más complejos, el Gobierno ratifica recetas conocidas. Así, bajo el discurso de la continuidad y la "gimnasia operativa", la gestión de Monteoliva consolida una política de seguridad que elude la autocrítica y reafirma una doctrina cuestionada y ampliamente repudiada.

