11 Diciembre de 2025 08:52
El presidente Javier Milei aterrizó este jueves en Buenos Aires con la promesa de que, ahora sí, el Gobierno avanzará de lleno con la reforma laboral. Pero el regreso del mandatario, tras un paso fugaz por Noruega donde no pudo encontrarse con María Corina Machado, expuso más tensión que orden: presiones internas en La Libertad Avanza, negociaciones trabadas con los gobernadores y un rechazo abierto de la CGT que ya habla de "quita de derechos" y se alinea con sectores opositores para frenarla.
Según había asegurado Manuel Adorni, "El proyecto de reforma laboral está terminado y lo tengo yo en mi celular, para mandarlo mañana". Sin embargo, el texto se terminó de redactar cuando Milei ya estaba en el exterior, tras días de discusiones internas por artículos que generaban conflicto incluso dentro del oficialismo. Apenas regresado, se publicó la foto del Presidente firmando el proyecto, que será enviado de inmediato al Congreso.
Y ante la falta de consensos, el jefe de Gabinete ya admite que analizan "extender hasta los primeros días de enero" las sesiones extraordinarias. "El Presidente de la Nación firmó hace unos instantes el proyecto de modernización laboral que se enviará inmediatamente al Congreso de la Nación. El mismo representa la transformación más grande de la historia argentina en materia laboral. Dios bendiga a la República Argentina", publicó Adorni junto a la imagen de Milei.
Mientras tanto, la disputa por el control político de la reforma estalló en el Senado. Patricia Bullrich, flamante jefa del bloque libertario, presiona para presidir la Comisión de Trabajo y Previsión Social y acelerar el tratamiento de la norma. La comisión estaba hasta ahora en manos de la cordobesa Carmen Álvarez Rivero, también recientemente incorporada a LLA. En el oficialismo plantean que Bullrich tome las riendas "temporalmente", aprovechando su pasado como ministra de Trabajo durante la Alianza, aunque la jugada despierta recelos internos.

Del lado sindical, la fractura es evidente. El Gobierno no logró el apoyo de la CGT: el faltazo del titular de la UOCRA, Gerardo Martínez, al último Consejo de Mayo fue leído como un mensaje contundente. Y los dirigentes ya no lo disimulan. "Lo rechazamos porque entendemos que no es un proyecto que incorpore nuevos trabajadores al sector formal. Argentina tiene una gran cantidad de trabajadores que están en la informalidad", afirmó el cosecretario general Cristian Jerónimo.
Y fue más allá: "Esta reforma solamente plantea y quita derechos tanto individuales como colectivos y no genera ninguna expectativa superior". La CGT, que renovó su conducción, multiplicó los contactos políticos: reunió a legisladores entrerrianos en el Sindicato del Vidrio y luego mantuvo un encuentro con el bloque de Fuerza Patria en el Senado, conducido por José Mayans. Este jueves, el Consejo Directivo volverá a discutir una postura común que, según anticipó Jerónimo, será de rechazo.
En el Gobierno admiten que la reforma laboral se convirtió en la prioridad del paquete del Consejo de Mayo. Por eso designaron a Federico Sturzenegger, Maximiliano Fariña y Julio Cordero como voceros técnicos para defender el proyecto, que deberá pasar por la Comisión de Trabajo antes de llegar al recinto. Pero incluso dentro del texto final hubo retrocesos: la Casa Rosada decidió eliminar la modificación de las cuotas solidarias, una demanda resistida por los gremios. Sí mantuvo, en cambio, un cambio clave: que las cuotas de afiliación sindical pasen a requerir "conformidad expresa del trabajador", un movimiento que apunta a debilitar el financiamiento gremial.

Bullrich empuja, los sindicatos resisten, los gobernadores negocian. Y mientras el Gobierno intenta mostrar iniciativa legislativa -con reuniones con Raúl Jalil, Marcelo Orrego y la inminente visita de Osvaldo Jaldo para discutir Presupuesto, Glaciares y demás proyectos de extraordinarias- la reforma laboral avanza a los golpes, más como un esfuerzo de supervivencia política que como un diseño programático sólido.

