26 Diciembre de 2025 12:50
Los datos oficiales volvieron a incomodar al Gobierno y la respuesta fue tan abrupta como elocuente. En noviembre ingresaron al país 795.300 visitantes no residentes, de los cuales 491.400 fueron turistas y 303.900 excursionistas, según informó el INDEC. En paralelo, 1.271.400 residentes argentinos viajaron al exterior. El resultado fue un déficit turístico de 226 millones de dólares solo en un mes: los extranjeros gastaron US$ 324 millones, mientras que los argentinos fuera del país demandaron US$ 550 millones. Lejos de tomar los números como una señal de alarma para corregir políticas, el Gobierno eligió otro camino.

El secretario de Turismo y Ambiente, Daniel Scioli, resolvió no renovar, a partir de enero de 2026, el convenio de financiamiento que sostenía dos encuestas clave del organismo que conduce Marco Lavagna: la Encuesta de Turismo Internacional (ETI) y la Encuesta de Ocupación Hotelera (EOH). Son estudios que durante más de dos décadas permitieron medir con precisión el movimiento turístico y su impacto económico.
El INDEC fue categórico al advertir que, "luego de dos décadas ininterrumpidas de trabajo conjunto" y ante la falta de renovación del convenio, "se producirán cambios en la difusión que afectarán la presentación de la información y su periodicidad". Aunque el organismo aseguró que hará "todos los esfuerzos a su alcance para mantener la mayor cantidad de indicadores disponibles", lo cierto es que el recorte implicará menos muestras, menos personal y estadísticas reducidas al mínimo indispensable para el cálculo del PBI.
Desde el entorno de Scioli justifican la decisión con un argumento repetido: los números "no reflejan la realidad". Cuestionan especialmente el método de autodeclaración del gasto turístico. "Es verdad que se sigue yendo más gente afuera de la que ingresa, y que se van miles de millones de dólares, pero hay datos que se medían mal", sostienen desde la secretaría. Incluso califican de "ridículos" los valores promedio de gasto diario que arrojan las encuestas oficiales.

El INDEC respondió que esas cifras incluyen a argentinos que regresan del exterior para visitar familiares, lo que reduce sensiblemente el nivel de consumo. "Nosotros medimos todo de acuerdo a los estándares internacionales", retrucan desde el organismo, que ya evalúa alternativas para sostener relevamientos más acotados si no aparece un nuevo financista. El conflicto no es menor. Los 500 millones de pesos que demandaban ambas encuestas eran aportados por la Secretaría de Turismo, hoy bajo la órbita política de Karina Milei y del jefe de Gabinete Manuel Adorni. Según admiten en el propio Gobierno, la decisión fue conocida y no frenada en Casa Rosada.
Mientras tanto, los datos duros siguen marcando una tendencia preocupante. En noviembre, el turismo receptivo cayó 2,7% interanual y la salida de argentinos al exterior creció 15,3%. Si se suman excursionistas, el total de visitantes extranjeros bajó 7%. Desde diciembre de 2023 no hubo un solo mes con saldo positivo: el turismo argentino acumula 22 meses consecutivos en rojo durante la gestión de Javier Milei. En lugar de revertir ese cuadro, la administración libertaria optó por apagar el tablero.
A partir de 2026, el INDEC dejará de publicar el balance completo entre ingresos y egresos de dólares por turismo. "Muerto el perro, se acabó la rabia": sin estadísticas oficiales, el déficit deja de ser visible, aunque siga drenando divisas. Según estimaciones privadas, el rojo turístico de este año rondaría los 10.000 millones de dólares. El impacto del recorte estadístico va mucho más allá de una disputa técnica. Afecta de lleno a provincias y municipios que dependen del turismo para sostener empleo y actividad. La provincia de Buenos Aires ya anticipa una temporada complicada, en un contexto donde viajar al exterior se volvió más atractivo que vacacionar en el país.

Como salida, Scioli anunció que impulsará un indicador propio, elaborado con datos del Banco Central, Migraciones y la Cámara Argentina de Turismo. Una estadística a medida del relato oficial. Mientras tanto, la realidad sigue siendo la misma: menos turistas que llegan, más argentinos que se van y un Estado que, ante los números incómodos, prefiere dejar de mirarlos.

