por Alejo Paredes
06 Agosto de 2025 15:13
Por momentos parece una mujer que pasa desapercibida por las calles de Buenos Aires, pedaleando tranquila a bordo de su bicicleta rumbo al teatro. Pero cuando sube al escenario, Carla Pandolfi se transforma. Y en Ana por la ventana -la obra escrita por Alfredo Allende y dirigida por Alberto Lecchi- esa transformación se vuelve total. Se convierte en una, en muchas, en todas las Anas que habitan dentro de su cuerpo y su voz. Y lo hace sola. Sin red ni contención. "Es mi primera experiencia sola en escena y fue una mezcla de vértigo y ganas", confiesa la actriz en diálogo con BigBang sobre su debut como unipersonal, que regresa al Camarín de las Musas todos los viernes a las 22:30. Una mujer en escena, una ventana, y una lluvia que cambia el rumbo. Todo parece mínimo. Pero no lo es.

Con más de dos décadas de carrera y una trayectoria realmente envidiable que va desde realities televisivos hasta series como Envidiosa o Un Gallo para Esculapio, no se encandila con los flashes: su motor sigue siendo el deseo de habitar personajes diversos y buscar la verdad escénica. Incluso cuando eso implique "tirarse sola al vacío" arriba de un escenario. "La gran dificultad de estar sola es mantener al espectador ahí, involucrado, metido adentro de la historia. Mostrarle todas las vivencias de este personaje entrañable como es Ana, con sus miedos, su humor, su honestidad y todas sus 'anas'. Porque no es una sola", destaca Carla.
La actriz cuenta, con la desenvoltura que la caracteriza, que encontró en esta obra no solo un desafío profesional, sino una resonancia personal: "Siento que el germen de Ana es su transformación, y eso es algo que también estoy viviendo yo en este momento de mi vida". Pero más allá del trabajo actoral, la experiencia fue también un ejercicio de fe: "Es lidiar con tu cabeza, la mía en particular, para poder sortear cuestiones que tienen que ver mucho con la fe. Tener confianza en que podés comunicar y transportar al espectador a un hecho artístico ahí, solita, con las herramientas que te da la escenografía, la música, la luz... pero, en cuerpo presente, sola", destaca.

La obra narra la historia de una mujer que, un día lluvioso, descubre un pequeño tesoro. Y con él, la posibilidad de cambiar su vida. Esa ventana que se abre -literal y simbólicamente- es el umbral entre lo que fue y lo que podría ser: "La ventana es ese portal hacia lo nuevo. Pero no es un mensaje idealista. La obra no te dice 'cambiá tu vida y listo', sino que te invita a experimentar, a tirarte, a ver qué pasa. Incluso si después te das cuenta de que no era por ahí. Hay un momento que Ana dice que quería tirarse ella por la ventana pero no tenía alas. Eso me resulta muy potente. A veces queremos cambiar, pero no estamos preparados".
Para Carla, esa "ventana" no es solo parte del decorado. "Es el portal hacia lo nuevo", dice con convicción. "La transformación no siempre es positiva, a veces uno tira cosas por la ventana y después se da cuenta de que no era por ahí. Pero hasta que no lo hacés, no lo sabés". Y cita una de las frases más conmovedoras del texto: 'Yo quería tirarme por la ventana, pero no tenía alas'. "Es muy simbólico. Porque muchas veces uno quiere cambiar, pero no está preparado. La obra no plantea un cambio idealista, sino animarse a probar, a ver qué pasa, a equivocarse también".

Ese recorrido emocional, que Carla describe como un "viaje de integración", fue también una experiencia de resistencia, aprendizaje y conexión con el público: "El teatro sigue siendo el hecho más verdadero en este mundo lleno de pantallas y de cosas que no sabés si son reales. Si alguien se deja llevar por Ana durante esa hora, yo ya estoy re contenta". Ella se refiere al teatro como "un lugar de descanso", en un mundo sobrecargado de estímulos digitales, la experiencia teatral se vuelve un acto casi revolucionario: "Con tanta cosa virtual, el teatro artesanalmente sigue siendo lo más verdadero que tenemos".
Pero además de lo actoral, la actriz destacó que el unipersonal es una forma escénica muy exigente que la obligó a preparaste emocional y físicamente para sostener esa hora en escena. "No es igual que cuando estás con compañeros. En lo colectivo hay una red, una energía que te levanta si te caés", describe. Y aclara: "En el unipersonal sos vos y tu energía, la del público, y todo lo que construís alrededor". Para Carla, esa "ventana" no es solo parte del decorado. "Es el portal hacia lo nuevo. La transformación no siempre es positiva, a veces uno tira cosas por la ventana y después se da cuenta de que no era por ahí. Pero hasta que no lo hacés, no lo sabés", dice con convicción.
Y cita una de las frases más conmovedoras del texto: 'Yo quería tirarme por la ventana, pero no tenía alas'. "Es muy simbólico. Porque muchas veces uno quiere cambiar, pero no está preparado. La obra no plantea un cambio idealista, sino animarse a probar, a ver qué pasa, a equivocarse también". El camino de Carla Pandolfi en la actuación comenzó hace más de dos décadas, cuando dejó su Leones natal, en Córdoba, para venir a Buenos Aires con una ilusión enorme. "Apenas llegué gané un reality, tenía 20 años. Después estuve años haciendo castings, viviendo en una pensión, sin éxito, buscando dónde quedarme", recuerda.

Pero se quedó. Persistió. Y lo logró. Envidiosa, Espartanos, Un Gallo para Esculapio, Perfectos Desconocidos, Inmaduros, El Marginal, El Barro... su carrera creció en cine, teatro, televisión y plataformas, sin escándalos ni exposiciones mediáticas, pero con una constancia admirable. "Yo no sé si busco pasar desapercibida. Es más bien que transito todo con naturalidad", aclara sobre su fama de ser una artista a la que le gusta mantener el perfil bajo. "Me gusta ir en bici al teatro, ir al súper, tener esas charlas con la gente. También me gusta que a veces te manden un auto y te pasen a buscar. Vivo las dos cosas. Y agradezco las dos", sostiene.
A lo largo de su carrera, Pandolfi encarnó desde policías duras hasta abogadas implacables o empresarias frías. Pero no se encasilla. Y lo disfruta: "Me atrae componer personajes que están un poco corridos de la ética. Me gusta ese juego de interpretar a alguien que jamás sería en la vida real. Como cuando uno es chico y juega a ser algo imposible". Sin embargo, también siente que el teatro independiente le da un espacio distinto: "En el teatro independiente podés transformar una idea en realidad. Podés hacer algo que en lo comercial nunca te propondrían. Es un lugar de autogestión, de libertad, de riesgo verdadero".
Sobre qué la seduce de un personaje, responde con honestidad: "Recién ahora, después de 20 años de carrera, siento que puedo elegir. Antes agarrabas lo que venía. Pero si me dan la posibilidad de elegir, me gusta lo controversial, los personajes con la moral un poco corrida". Hoy, con el camino ya recorrido y otras herramientas, Carla empieza a mirar otros horizontes. "Estoy con ganas de escribir, de dirigir, de probar otras cosas. Me gustaría contar una historia propia, armar algo desde cero. Siento que Ana por la ventana fue un primer paso hacia eso. En lo independiente tenés más margen para arriesgar, para plasmar tus ideas al cien por cien", señala.
Y advierte: "Y el público que te elige, también busca eso". Pronto se la verá en El Barro, una serie que transcurre en el mundo penitenciario. Se trata de un spin-off de la exitosa serie "El Marginal", que se estrena en Netflix el 14 de agosto. "Hago de jefa de guardia cárcel, un personaje durísimo. Me costó un montón porque es muy oscuro, pero también me atraen esos desafíos. Hay algo del juego de ser lo que nunca serías, que es muy liberador", insiste y reflexiona al recordar estos 20 años de oficio y consciente de los vaivenes de la carrera de un artista: "Lo más difícil en esta carrera no es el éxito, es sostenerse en el tiempo".

En ese sentido, aclara: "Tuviste proyectos que la rompieron, pero después tenés que regular expectativas, resistir, reinventarte. Y en eso, la autogestión se vuelve un salvavidas". ¿Tuvo ganas de abandonar alguna vez? "No, tirar la toalla no. Pero sí hay momentos en los que decís 'hasta acá'. Porque son carreras en donde las emociones están a flor de piel todo el tiempo. Por eso también me gusta explorar nuevas formas de contar, no solo actuar", responde sonriente.
Al final de la entrevista, le preguntamos cuál será su próximo salto por la ventana y ella no dudó: "Creo que va a tener que ver con animarme a una idea propia. A crear algo desde lo que soy hoy, con todo lo que aprendí y con la gente que me rodea. Y eso me entusiasma mucho". Carla Pandolfi no es solo una actriz. Es una artista que elige con honestidad, que transita con humildad, que se entrega con sensibilidad. Entre luces y textos, sigue construyendo una carrera que combina verdad escénica y pasión.

