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Humor como supervivencia

Juan Pablo Geretto, actuar para revelar y esconder: "El escenario es el mejor escondite a mirada abierta"

En la antesala de las últimas funciones de Las cosas maravillosas en el Multiteatro, el actor repasó su infancia, su carrera y su vínculo con el transformismo.

por Alejo Paredes

28 Noviembre de 2025 12:58
Juan Pablo Geretto
Juan Pablo Geretto

Cuando Juan Pablo Geretto entra al Multiteatro para interpretar Las cosas maravillosas, la experiencia se vuelve un ejercicio compartido: una obra narrada con el público, por el público y desde la voz de un narrador sin nombre, moldeado por cada actor que lo encarna. "Una lista de todas las cosas maravillosas que hay en el mundo. Todo aquello por lo que vale la pena vivir", dice el texto original. Y en esta nueva etapa del espectáculo, Geretto aporta su propia sensibilidad, la del chico que creció en Rosario mirando televisión como si fuera "una ventana al mundo". Geretto recuerda que el Juan Pablo niño hubiera anotado su primera "cosa maravillosa" sin dudar: "¿Mirar televisión? Sí. Creo que sí, la televisión fue para mí una ventana... tenía los árboles, el campo, el patio, la bicicleta, pero en ese momento la televisión era una genialidad".

Juan Pablo Geretto
Juan Pablo Geretto

Ese gesto simple -sentarse frente a la pantalla- se convierte en una metáfora de lo que propone la obra: detenerse en lo pequeño, en lo que abriga incluso cuando todo alrededor se vuelve oscuro. En Las cosas maravillosas, el público no es un testigo pasivo. Interviene, lee, completa el relato. Para Geretto, esa dinámica es crucial: "La gente lo lee con su voz, con su propio timbre, su modo de frasear. Uno lo incorpora como actor, también incorpora la voz del otro, y eso es fascinante". 

Además, sostiene que "ese dispositivo es hermoso y conmovedor". El rol del narrador es, precisamente, narrar lo que le sucede a "una persona", sin importar género o biografía. Sin embargo, cada intérprete le suma su propia historia. En el caso de Geretto, su marca está en las imágenes que carga: "Esta historia es bastante universal porque habla de las pérdidas... y todos en nuestra historia de vida vamos teniendo pérdidas y recuperándonos. Esta obra se enfoca en cómo recuperarte de esas pérdidas".

Y ahí aparece lo cotidiano como tabla de salvación: "En este momento, en Buenos Aires, podría decir los tilos. Paso y vuelo. Todos tenemos algo, consciente o inconsciente, para resguardarnos de nuestras pérdidas". Quien conozca su trayectoria sabe que Geretto construyó personajes femeninos inolvidables. Pero él no piensa esos roles como "interpretaciones de mujer", sino como historias: "Nunca me sentí interpretando una mujer; siempre me sentí jugando a contar cosas". 

Juan Pablo Geretto
Juan Pablo Geretto

En diálogo con BigBang, advirtió que "a veces a la gente le asombraba más que a mí mismo". Ese mundo femenino que observó desde chico, le contó a este sitio que creció "mirando mujeres gobernar el día", aún hoy lo atraviesa: "Era un matriarcado bastante machista... no sé si hay que quitárnoslo o ecualizarlo. Ecualizarlo sería lo mejor: dejar lo mejor de ambos mundos y convivir". Y recuerda que en su infancia, la palabra tenía peso: "El mundo femenino tenía más palabras. El de los hombres era más cerrado, más silencioso. Lo peor del machismo. Esa palabra ahogada también se ve en la obra".

En ese sentido, Geretto no esquiva la confesión: "Si tuviera que decir la verdad... básicamente actúo para agradarle a mi madre, y luego al público". Con el tiempo, dice, aprendió a "ecualizar" esa pulsión: usarla en vez de dejarse gobernar por ella. La intensidad del vínculo aparece cada vez que pisa un escenario: "Todas las partes de esa relación aparecen: amor, pelea, humor, orgullo. Creo no tener deudas pendientes. Todo hoy se transforma en herramientas para vivir y actuar". Sobre el transformismo, Juan Pablo es claro: no pide que lo entiendan. "Ni yo lo entiendo tampoco. Hay que respetarlo. No hace falta entender algo para tratarlo con cariño".

Juan Pablo Geretto
Juan Pablo Geretto

Pero sí reconoce lo que le dio: "Me dio una familia, un grupo de pertenencia, un lugar donde mi identidad era la de todos. Como el Patito Feo que encuentra su laguna". Más allá de etiquetas, lo importante para este artista es que hoy las nuevas generaciones tienen referentes, algo que él no tuvo: "Nosotros estábamos más solitos en el mundo, nos fuimos encontrando por instinto". Geretto ríe cuando le preguntan sobre el pudor: "El escenario es el mejor lugar para esconderse. Trabajo más el pudor en mi vida que en el escenario. Ahí soy mucho mejor, si buscan mi verdad la van a encontrar más en lo que hago que en lo que soy afuera".

La calle, en cambio, le demanda energía: "Soy básicamente introvertido. Socializar me gasta las baterías. Pero también me sirve, porque si no me deprimo". Durante la charla con este portal rechazó la idea de que Buenos Aires lo convirtió en profesional: "Yo ya era profesional en Rosario. Vivía de ser actor, me compré mi primera vivienda siendo actor allá" y remarcó que la mudanza fue un salto de fe: pasar de un reconocimiento sólido en su ciudad a empezar desde cero en la capital. "Acá me vine a un teatro chiquito y empecé de abajo... pero tenía toda la solidez de mis años en Rosario", manifestó. 

Juan Pablo Geretto
Juan Pablo Geretto

Para Geretto, la clave del humor está en el dolor: "El humor habla de otra cosa. Se crea para soportar todo eso. Fontanarrosa decía que el humor es el gusto a frutilla del jarabe. No es la frutilla: es el gusto que hace posible tomar lo que te va a curar". Y si su vida fuera una función de Las cosas maravillosas, imagina un cierre simple y emotivo: "Dejá prendida la tele que yo me voy durmiendo". Finalmente, consultado sobre qué le gustaría que el público se lleve al salir del Multiteatro, no pide grandes revelaciones: "Me gustaría que la obra genere una conversación. Lo peor que te puede pasar es hablar de otra cosa". La obra seguirá en cartel por dos únicas funciones -el viernes 28 de noviembre y el viernes 5 de diciembre a las 22:30- para quienes quieran sumarse a esta celebración de lo cotidiano, lo frágil y lo profundamente humano.

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