por Alejo Paredes
13 Noviembre de 2025 08:21
El arte argentino perdió este miércoles 12 de noviembre a uno de sus actores más completos y queridos. Jorge Lorenzo, de 66 años, falleció luego de estar internado desde septiembre por un problema cardíaco que se complicó con un cuadro respiratorio. "Estaba internado desde septiembre por un problema cardíaco. Pero luego se fue complicando con un tema respiratorio, etc.", informó su prensa y amiga, Natalia Bocca.

Su partida deja un vacío en los escenarios, en la pantalla y en el corazón del público. En los últimos años, Lorenzo había alcanzado una gran popularidad por sus participaciones en series como El Marginal, En el barro y ATAV 2 (Argentina, tierra de amor y venganza), donde desplegó toda su potencia interpretativa. Su personaje de Capece, el guardiacárcel que se convertía en la mano derecha del director del penal de San Onofre -encarnado por Gerardo Romano-, lo consagró ante una nueva generación de espectadores. Sin embargo, su carrera fue mucho más amplia y diversa, atravesando décadas de televisión, cine y teatro.
En la pantalla chica participó de éxitos como Casi Ángeles, Son amores, Costumbres argentinas, Soy Gitano, 099 Central, Alma Pirata y Rincón de Luz, entre muchas otras. En cine, dejó su huella en títulos como La larga noche de Francisco Sanctis, Hermanas y La Rosales. Y sobre las tablas transitó tanto el circuito independiente como el comercial, con obras emblemáticas como Potestad, Rojos Globos Rojos, La tempestad, La lección de anatomía y El diluvio que viene. El sindicato de actores lo despidió con un comunicado cargado de afecto y respeto: "Con profunda tristeza despedimos al actor Jorge Lorenzo, de extensa trayectoria en cine, televisión y teatro".
Y agregaron: Acompañamos con nuestro afecto y respeto a sus seres queridos en este difícil momento. Jorge Daniel Lorenzo era su nombre completo. Nació el 23 de diciembre de 1958. Su deceso se produjo el 12 de noviembre de 2025. Estaba afiliado al sindicato desde hace décadas y era un comprometido participante de nuestras movilizaciones y actividades en defensa de la cultura y los derechos". Hasta sus últimos meses, Lorenzo siguió haciendo lo que más amaba: actuar. Su última entrevista con este medio fue el 9 de septiembre, con motivo del estreno de Poker Indio, un unipersonal que presentaba todos los viernes en El Método Kairós Teatro.
Bajo la dirección de Cristian Forteza, la obra combinaba humor, emoción y un retrato entrañable sobre la identidad y el desarraigo. "No nací en un pueblo, pero sí en un barrio muy popular, Lugano, que en esa época parecía un pueblo. Jugar en la vereda, los vecinos, las costumbres... Todo eso me trajo a mi infancia", contaba emocionado. En aquella charla, Lorenzo compartía su visión del oficio con la mezcla justa de humildad y pasión que lo caracterizaban. "A mí me encanta hacer reír y emocionar al mismo tiempo. La historia va mechando situaciones graciosas con momentos emotivos, pero nunca cae en el bajón", decía sobre la obra.
Y añadía: "La melancolía es más de decir 'mirá lo que me perdí' que de lamentarse por la vida. Hay uno de los personajes que es el silbador, y el que silbaba muy bien era mi viejo. Mi viejo siempre me llamaba con un silbido de donde estaba para que lo escuche lejos... ahí encontré mi conexión personal con la obra". Aunque su fama masiva llegó con la televisión, el teatro era su verdadera casa. "Yo hago televisión y cine para que la gente venga a verme al teatro", confesaba. Nada en él parecía improvisado. Ni su voz grave ni su mirada intensa, la misma que Luis Ortega elogió al elegirlo para El Marginal: "No importa el tamaño, vos imponés respeto con los ojos".
Aquella mirada, que alguna vez lo hizo salir furioso de un casting dejando folletos de teatro sobre la mesa, terminó siendo su marca registrada. "Hoy no me cambiaría nada. Ni loco me haría un injerto de pelo. La pelada ya es parte de mí. Es mi marca registrada. Y además, la mirada es mi gran herramienta", contaba entre risas. También recordaba sus inicios difíciles, su paso por el arte en tiempos de dictadura y cómo esas experiencias marcaron su forma de interpretar. "Cuando estudiaba teatro, nos paraban en la calle, nos ponían contra la pared y nos palpaban. Para ellos éramos subversivos porque estudiábamos arte", reveló.

Y sumó sobre su célebre personaje: "Me acuerdo de esas miradas de esos tipos, que disfrutaban con el miedo nuestro. Eso era Capece". Con la sensibilidad a flor de piel, Lorenzo se definía como un actor que no buscaba el éxito sino el encuentro: con el texto, con el público, con su propia historia. "Nunca pensé en abandonar del todo, pero sí me corrí un costado. Recién a partir de 2011 empecé a encadenar trabajos y desde ahí no paré. Hoy elijo material que me haga feliz", decía en una de sus últimas reflexiones. El niño de Lugano que soñó con actuar y el artista que logró emocionar a generaciones enteras se despide dejando una huella imborrable. En cada escena, en cada gesto, en cada silencio, Jorge Lorenzo supo demostrar que el arte -como la vida- puede ser un puente entre la risa y la emoción. "Siempre digo que hacer llorar es más fácil que hacer reír. Por eso, cuando la gente se ríe y se emociona en la misma función, siento que valió la pena", fue una de las tantas reflexiones que le dejó a BigBang.

