19 Noviembre de 2025 11:14
Los consumidores volvieron a encontrarse con un déjà vu del mercado cárnico argentino: aumentos abruptos, justificaciones dispersas y un nivel de precios que se acerca cada vez más a valores internacionales, pero con ingresos locales cada vez más deteriorados. Esta vez, el salto llegó antes de fin de año, y el golpe en mostradores ya se siente. Según Leonardo Rafael, presidente de la Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (Camya), la carne aumentó entre 20% y 25% desde septiembre.

Esto equivale a unos $3.000 por corte. Sin embargo, Sergio Pedace -vicepresidente de la misma cámara- habló con Clarín de una suba menor: "El aumento promedio del ganado en pie es de un 15% desde octubre a la fecha... eso se trasladó en la mayoría de las carnicerías". Además, advirtió que con la media res por encima de $8.000 el kilo, la milanesa "no baja de los $16.000". Pero los valores concretos en el conurbano muestran números incluso más altos:
- Nalga para milanesa: $17.500 en zona norte / $16.700 en oeste
- Asado: $14.500 en zona norte / $13.900 en oeste
- Lomo: $19.500 en zona norte / $19.950 en oeste
En septiembre, esos mismos cortes costaban $11.200, $13.800 y $15.700, respectivamente. El aumento es innegable, independientemente del relato sectorial. Para Pedace, la tendencia es clara: "Los precios se van a ir afianzando, no van a bajar y van a seguir subiendo". Y pese al ajuste, asegura que las ventas no cayeron significativamente: "Una pizza vale 35 mil pesos, entonces la gente ve que la carne es barata porque la picada vale 9 mil pesos el kilo".
El consultor Víctor Tonelli coincide con la presión alcista, aunque estima un incremento menor del ganado (12% a 14% desde octubre) y anticipa "ajustes de al menos 8% a lo largo de noviembre", lo que empujaría una suba en los índices oficiales: "El INDEC va a mostrar un ajuste al alza en los precios del 6% o 7% en diciembre o más". Entre las causas que enumera: inundaciones, falta de caminos rurales e incertidumbre electoral, demanda exportadora creciente y mejor precio del novillo pesado frente al liviano.

Mientras el sector insiste en que la oferta es limitada y la exportación presiona, los propios empresarios descartan que en diciembre vaya a seguir el salto de precios: "Hay pasto, comida y encierre (en los corrales), por lo cual debería haber oferta razonable para el consumo interno, por lo que no veo mucho mayores aumento en el precio del ganado. Hacia fin de año es difícil saber lo que se puede esperar, pero yo creo que está tocando un techo y no veo razones para que siga subiendo más". Sin embargo, proyecta un 2026 aún más caro: retención de ganado, caída de oferta y demanda internacional creciente. Una combinación explosiva para el consumo interno.
Según CEPA, la carne subió: 4,4% en octubre y 11,4% en los primeros diez días de noviembre. LCG también marcó un salto del 3,7% semanal, que duplicó la inflación del rubro sin carnes. Aun así, CICCRA sostiene que no hubo caída de consumo: "En diciembre seguramente habrá un nuevo aumento de precios y suponemos que el consumidor también va a convalidar". El consumo per cápita se ubica en 49,5 kilos anuales, superior al 2024 pero aún por debajo de niveles precrisis. Mientras el sector privada celebra negocios internacionales -desde China hasta Estados Unidos, con beneficios "de USD 120 millones"-, el mercado interno opera sin reglas claras.

Existe una dispersión de precios que desnuda la falta de control del Estado. Sin ir más lejos, el kilo de asado pueda costar $14.500 en una zona y $20.000 en otra. Además, cada cámara del sector dá cifras distintas sobre los aumentos. Entre exportar más, producir menos, dolarizar precios y culpar a la estacionalidad, la carne vuelve a ocupar el rol de termómetro social: si sube la parrilla, sube la tensión política. Y mientras el mercado decide, el consumidor sigue pagando. Cada vez más, por cada vez menos.

