18 Mayo de 2025 17:07

Las lluvias no dieron tregua. En apenas 48 horas, más de 400 milímetros de agua cayeron sobre el norte de la provincia de Buenos Aires, desbordando arroyos, inundando rutas, anegando campos y dejando un saldo trágico: casi 3.000 evacuados, cientos de viviendas dañadas, localidades aisladas y tres personas desaparecidas. En medio del desastre, una imagen se repite: el agua arrastrándolo todo. Personas, animales, hogares, recuerdos. Entre las historias más dolorosas, resuena la de Antonella Barrios, de 24 años, y Pablo Fabián Catacata, de 30, dos trabajadores rurales que desaparecieron cuando intentaban poner a salvo a los animales en una estancia de la zona de Rojas.
Un puente colapsó mientras arreaban cerdos a caballo por un camino inundado. El agua los engulló. Según un testigo, Antonella cayó al arroyo y Pablo se lanzó a rescatarla. Ninguno volvió a salir. Desde entonces, decenas de rescatistas locales y policías recorren palmo a palmo los arroyos de la zona, en una carrera desesperada contra el tiempo. A esta tragedia se suma la desaparición de un hombre de 78 años que viajaba por la ruta 41, entre Pilar y Baradero.

Fue uno de los primeros reportados como desaparecidos. Horas después, Defensa Civil bonaerense confirmó que su cuerpo fue hallado sin vida cerca de San Antonio de Areco. Fabián García, titular del área, no dio a conocer la identidad del fallecido, pero expresó que "fue encontrado por Bomberos de la Policía y la Dirección de Rescate hace un momento". El drama se replica en al menos 21 municipios.
Las ciudades de Campana y Salto fueron las más castigadas, pero en total, más de 30 distritos reportaron daños severos. Según el último parte oficial, 2.938 personas permanecen evacuadas, aunque las autoridades afirman que "el agua comienza a bajar en todos los sectores y muchas familias están regresando a sus hogares". Hogares que, en muchos casos, ya no existen o que quedaron totalmente destruidos por el temporal.

Las imágenes que llegan desde los pueblos rurales son impactantes: caminos convertidos en ríos, silos caídos, tractores atrapados en el barro, animales muertos flotando en los campos, familias enteras refugiadas en escuelas o polideportivos. En Zárate, Campana, Arrecifes y San Antonio de Areco se acumularon entre 90 y 120 mm de lluvia solo el sábado. En muchas localidades, no hay memoria de algo similar. "Estamos atravesando probablemente el fenómeno meteorológico más devastador de nuestra historia documentada. Es un desastre porque no hay infraestructura que lo contenga", advirtió Francisco Ratto, intendente de San Antonio de Areco.

Su ciudad fue una de las más afectadas. Las calles del casco urbano quedaron sumergidas durante horas y varios barrios aún permanecen aislados. La respuesta estatal comenzó a desplegarse con fuerza. El Gobierno provincial envió refuerzos policiales, bomberos, helicópteros, gomones, torres de iluminación, motobombas y camiones con colchones, frazadas, ropa, kits de limpieza y alimentos. El Ministerio de Ambiente aportó generadores eléctricos, motosierras, hachas y catres. Infraestructura sumó maquinaria pesada para despejar rutas y recuperar la conectividad de pueblos rurales completamente incomunicados.

Las rutas 51 y 41 ya fueron rehabilitadas, pero otras siguen cortadas, como la 191 entre Arrecifes y Salto, la 31 entre Salto y Rojas, y la 32 entre Salto y Pergamino. En estas zonas, la presencia del Estado es vital para evitar que la tragedia se cobre más vidas. En Bernal, al sur del conurbano bonaerense, se desarrolla otro operativo de búsqueda: una persona desapareció tras arrojarse a un arroyo durante la tormenta. Las autoridades aún no confirmaron si se trata de un intento de rescate o de una situación accidental, pero la hipótesis más firme es que intentaba ayudar a alguien más. Mientras la lluvia cesa lentamente y el agua comienza a retirarse, lo que queda es una provincia herida. Miles de personas sin casa. Puentes caídos. Familias buscando a sus seres queridos. Animales perdidos. Y el miedo latente por la próxima tormenta.